26 años ayudando a inmigrantes en problemas

La veracruzana Lidia Zaina, llegó hace menos de quince días a la ciudad de Passaic procedente del estado de Missouri. Se acercó a la municipalidad de Passaic a solicitar una carta que acredite su nuevo domicilio para que su niña pueda ser admitida en las escuela y no pierda el año.

Esta es una escena que ocurre a menudo en las oficinas de Miriam González, oficial de relocalización del Departamento de Servicios Humanos de la ciudad, decenas de personas de otros estados se acercan pidiendo ayuda para instalarse en su nuevo destino.

Mientras que la veracruzana esperaba la carta, Miriam entra a su oficina y retorna en minutos con un osito de felpa y una muñeca Barbie para la niña de Lidia. Bienvenida a Passaic, le dijo entregándole los regalos.

“Tenemos gente que nos llega todas las semanas de Arizona, Nuevo México, Los Angeles, México, y hay que ayudarlos a acomodarse” dice Miriam González a Reporte Hispano.

“Por otro lado, si hay un problema de una familia residente que ha sufrido un incendio y hay que relocalizar a la familia allí estamos nosotros. Lo mismo si lo han desalojado, si hay un caso de violencia doméstica. No hay un fin de semana, no hay una noche completa, sin que haya que socorrer a las familias. La necesidad no tiene horario,” agrega tranquilamente, sin ufanarse.

Mientras estamos en su oficina el teléfono suena. Era un familiar del papá de la mujer y la niña que murieron asfixiadas con monóxido de carbono en el interior de su vehículo en Passaic durante la nevada del 19 de enero pasado. Busca un departamento para el sufrido padre.

Desde hace 26 años Miriam tiene la tarea de auxiliar, ayudar, socorrer a toda persona con problema de vivienda, ropa, idioma, salud extrema, en suma a los necesitados de ésta ciudad.

De manera que su oficina más que de relocalización de personas afectadas por siniestros o desbordes de ríos o tormentas, es una oficina de apoyo a toda la comunidad, sin importar el color, el idioma, o la situación migratoria.

“La mayor bendición de todo es que muchas de las cosas que hago no le ha costado dinero a la ciudad. Recurrimos a las diferentes personas y empresas de la comunidad que nos donan o han donado cobijas, alimentos, que tenemos para alguna emergencia,” anota. “ Si no lo puedo hacer trato de buscar una agencia, una iglesia, donde mandar a los damnificados”.

Miriam aclara que cuando existe una emergencia del momento siempre la ciudad o la Cruz Roja están prestos para ayudar al vecindario.

“Mi trabajo no sería posible, sin embargo, sin la confianza que han depositado en mí persona el alcalde de la ciudad, Doctor Alex Blanco, así como los funcionarios, oficiales y personal de la policía y bomberos de la ciudad quienes me dan la oportunidad de hacer aquello que amo.”

Claro está que no hace milagros. Trata de ayudar dentro de las posibilidades que le ofrecen, pero hace lo que puede. Mientras tanto el teléfono sigue sonando.

El trabajo, por supuesto, tiene un costo mental y físico para ella. Vivir de cerca esas historias, y a veces no poder ayudar, además de estar cerca del dolor y la necesidad de las personas le deja vacíos que no se llenan fácilmente.

“Lo que digo es que si vas a ayudar a la comunidad debes ser fuerte, no te puedes derrumbar, de lo contrario no puedes ayudar a nadie. Lo que sientes en ese momento debes guárdalo para tí,” afirma. “Pero te compensa saber que estas ayudando a otros”.

Nacida en La Habana, Cuba, su trabajo municipal empezó en 1990 en tiempos del alcalde Joseph Lipary, cuando la oficina del alcalde necesita alguien para que conteste las llamadas en español. Desde allí pasó a tener oficina propia para ayudar a la comunidad. Y el teléfono sigue sonando.