Llueven las críticas a la actuación policial en el asalto al Congreso

Hernán Martín / EFE News

El inaudito asaltó al Congreso por parte de seguidores radicales del presidente Donald Trump ha generado una lluvia de críticas al gobernante, por haberlo instigado, pero también a la seguridad encargada de la custodia del Capitolio.


Nadie se explica cómo pudo ocurrir que una protesta convocada hacía días, y que el propio Trump había anticipado que sería «salvaje», acabaría con gente con banderas por los pasillos del Congreso, tomándose fotos o sentándose en los escaños de los legisladores tras haber superado por la fuerza un cordón policial claramente insuficiente para detener a una multitud violenta.

El presidente electo, Joe Biden, cuya victoria electoral estaban confirmando entonces los congresistas, criticó este jueves la actuación policial y, como muchos otros, se preguntó qué habría pasado si en vez de seguidores de Trump los violentos asaltantes de las vallas policiales hubieran sido afroamericanos.

LA JUSTICIA CON DIFERENTE RASERO


Se produjo un «fallo claro a la hora de aplicar la justicia con el mismo rasero», dijo en una rueda de prensa Biden, que en dos semanas habrá de hacerse cargo de la Presidencia.


«Nadie puede decirme que si hubiese sido un grupo del movimiento Black Lives Matter (Las Vidas Negras Importan) el que protestaba ayer, no habría sido tratado de manera muy, muy diferente que a la turba de maleantes que irrumpieron en el Capitolio», aseguró.


Pese al despliegue de 340 soldados de la Guardia Nacional ante una protesta que preveía unos 15.000 participantes, incluidos radicales de derechas y supremacistas blancos, las autoridades tuvieron que pedir ayuda sobre la marcha a cuerpos de policía cercanos y otros 150 guardias para recobrar el control de la ciudad.

A diferencia de los gobernadores de los estados, la alcaldesa de la capital, Muriel Bowser, no puede convocar a la Guardia Nacional por su cuenta, sino que necesita la aprobación del Pentágono, algo que consiguió anoche gracias a la intervención, no de Trump, sino del vicepresidente Mike Pence.

Parte de la turba que invadió el congreso a la fuerza.


UN ASALTO ANTICIPABLE


Además, los propios convocantes habían advertido de que la protesta, que coincidía con la sesión del Legislativo para confirmar la victoria electoral de Biden, tenía como fin impedirlo.

«Le toca a la ciudadanía estadounidense» impedir el fraude, había dicho en su convocatoria «March for Trump», haciéndose eco de las constantes denuncias infundadas de irregularidades del gobernante.

El secretario del Ejército, Ryan McCarthy, dijo que una agresión contra el Capitolio como la que se produjo no estaba ni en su «imaginación más salvaje».


Por su lado, el jefe de la policía metropolitana de Washington, Robert Contee, apuntó que ninguna «información de inteligencia» parecía sugerir que habría un asalto al Capitolio.

Sin embargo, en redes sociales, los grupos extremistas cercanos a Trump venían desde hacía días discutiendo planes para lograr ingresar al legislativo e interrumpir la confirmación de Biden.


La alcaldesa Bowser tuvo que decretar de manera urgente un toque de queda que prorrogó hasta el próximo 21 de enero, un día después de que tome posesión Biden, preguntándose si la violencia política se va a convertir en «la nueva normalidad» de EE.UU.


El secretario del Ejército indicó que también se mantendrán hasta después del relevo presidencial la activación de la Guardia Nacional en la capital y nuevas cercas que se han montado en torno al Capitolio a raíz de los graves incidentes del miércoles.

Los revoltosos se pasearon tranquilamente por las instalaciones del congreso luego de irrumpir violentamente


PETICIONES DE RENUNCIA


La respuesta policial al asalto llevó a los líderes demócratas de la Cámara Baja y del Senado, Nancy Pelosi y Charles Schumer, a pedir la dimisión del jefe de la policía del Capitolio y de los responsables de la seguridad de ambas cámaras.


Señor Sund, ni siquiera nos ha llamado desde que sucedió esto», dijo Pelosi en una rueda de prensa en alusión a Steven Sund, el jefe de la policía del Capitolio.


Los legisladores de ambas cámaras y de ambos partidos se comprometieron a investigar cómo la seguridad del Capitolio permitió que la turba penetrara en el edificio.

Lo sucedido fue «un fracaso masivo de las instituciones, los protocolos y la planificación para proteger la primera rama de nuestro gobierno federal», dijo el líder republicano del Senado, Mitch McConnell, que culpó, en última instancia, a «los criminales desquiciados que derribaron puertas, pisotearon la bandera de nuestra nación, lucharon con las fuerzas del orden y trataron de perturbar nuestra democracia, y a quienes los incitaron».


McConell no mencionó en ningún momento a Trump.