Latino estuvo preso y ahora busca ser juez para ayudar a cambiar vidas

Ruth E. Hernández Beltrán / EFE News

Condenado a prisión por intento de asesinato y robo a mano armada, Ángel Cruz estudió leyes en la biblioteca de la cárcel. Ahora, después de 17 años ejerciendo como abogado, aspira a ser elegido juez en Nueva York porque, dice, la ley puede “cambiar vidas” para mejor, tal y como le ocurrió a él.

Este abogado de origen puertorriqueño aspira a ser juez en El Bronx, el mismo condado neoyorquino en el que en la decadente década de 1980 enfrentó problemas que le llevaron a prisión. 

“Cuando nací aquí, El Bronx se estaba quemando y la respuesta a la pobreza fue encarcelar a la juventud”, son las primeras palabras con las que Cruz comienza la entrevista con Efe en su comité de campaña, a pasos de las cortes de justicia de la calle 161 y del estadio de los Yankees.

Cruz se refiere a los difíciles años de las décadas de 1970 y 1980 cuando El Bronx sufrió unas terribles cifras de desempleo, pobreza, drogas, criminalidad y marginación social y estaba olvidado de inversiones privadas y públicas.

“Yo cometí delitos, pero cuando salí de la corte -tras apelar su segunda sentencia- fue con la ayuda de Dios y del pueblo que me reclamó”, señala en referencia al giro que dio su vida hasta convertirse en abogado y que ahora busca cambiar por la sala de un tribunal.

ELECCIONES

Cruz es uno de los candidatos a juez de la corte civil en El Bronx en las primarias demócratas que se celebran el próximo 22 de junio, en unas elecciones en las que regularmente los nombres de los aspirantes a jueces son desconocidos para la mayoría de los electores.

Sin embargo, asegura que ese no es su caso, porque lleva 17 años ejerciendo la abogacía y definirse como un candidato del pueblo.

Sobre su pasado recordó que sus padres se divorciaron y que su madre tenía dos trabajos para sobrevivir, lo que le llevó a estar demasiado en la calle y meterse en problemas.

A los 13 años fue su primer arresto y cuatro años más tarde fue condenado por intento de asesinato durante un asalto en 1982, aunque insiste en que no fue él quien disparó en este incidente en el que no hubo heridos.

Tras cumplir su sentencia, salió de prisión en 1988 pero fue arrestado y condenado nuevamente, a los 22 años, esta vez por robo a mano armada en una disputa por una venta de heroína.

“Ese fue el caso que me dio el coraje (para cambiar su vida) porque fue una condena injusta, la injusticia del fiscal”, dice el abogado de origen puertorriqueño, que recuerda que decidió estudiar leyes en la biblioteca de la prisión para apelar su condena de entre 8 y 16 años.

LA REINSERCIÓN

Tras cinco años en prisión presentó su caso de apelación (con la ayuda de un defensor público) que fue aceptada y enviado de regreso a la corte de primera instancia, en una audiencia que presidió el juez César Quiñones, ante el cual se defendió.

“Cuando le pido al juez que tenga suficiente fe en su propio sistema para darme una segunda oportunidad él me dijo que al acortar mi sentencia él le pagó al demonio lo que yo le debía y que ahora yo le pertenecía a Dios. Desde ese día cambió mi vida”, afirma el aspirante demócrata, de 56 años. “Le prometí que yo haría lo mismo que él y por eso me postulo para juez”, recuerda.

Dice que se ha postulado para asegurarse que cuando los jóvenes estén delante de un juez le toque una “persona que ha pasado por lo mismo, que es de esta comunidad y que es justo”.El aspirante demócrata, que tiene tres hijos de 31, 23 y 17 años, dice que, aunque llegó a tocar el fondo, pudo levantarse con el apoyo de la comunidad a la que ahora busca servir como juez y asegura que su caso es un ejemplo de que hay esperanza.