Un paseo por el Liberty State Park

El Liberty State Park, a la orilla del río Hudson, frente a Manhattan, es considerado uno de los mejores parques del estado de Nueva Jersey,  opinión que comparte la mexicana Victoria García.

Trabaja cerca, en Jersey City, haciendo la limpieza en un edificio, y tres días a la semana viene a caminar las tres millas que le toma desde el tren Light Rail hasta el final de Audry Zapp Dr., para mantenerse en buena forma física.

“Ahora voy tarde ya, pero le digo que me gusta venir, y he ido a varios parques, pero éste es el mejor, porque se respira aire puro, hay mucho espacio, se ve gente bonita; a veces veo algunos matrimonios, cómo el de hoy, de una chica negra bonita y un blanco, bien blanco, que parece que tiene dinero. Eso no se ve en nuestros países,” dice Victoria antes de seguir su camino.

Muchos, sobre todo los que viven en Jersey City, suelen llegar al lugar a pie o en bicicleta para hacer ejercicios, sólo que tienen que pasar el tramo “de la alergia” un sendero de la Johnson St, que conduce del tren Light Rail hasta la Audry Zapp Dr., donde el polen cae a ráfagas sobre los paseantes.

Otros que vienen en su vehiculo, como la boricua Ortiz, que llega todas las tardes desde North Bergen, para pasear dos hermosos perros labradores de color marrón, tienen a su disposición parqueo con capacidad para 1,800 vehículos.

Desde la ciudad de Elizabeth llegaron Yessenia Terrones, peruana, y su novio Yovanni Quiñones, hondureño, y ella dice que sobre todo le gusta la paz que se vive en el lugar.

Un lugar para tomar aire puro, descansar, entretenerse y vivir, en el corazón del Condado de Hudson, frente a Manhattan.

A Yovanni le gusta navegar en Kayak por el río Hudson, embarcaciones que se alquilan en la marina turística del parque.

“El año pasado hice Kayak por primera vez y me gustó. Alquilamos uno para dos personas. Apenas nos cobraron $80. No hay que preocuparse por saber, allí te enseñan. Este año vamos a volver a hacerlo,” dice Yovanni mientras su novia asiente con la cabeza.

Cuando les pregunto cómo llegar al Empty Sky Memorial, dedicado a los 747 residentes de Nueva Jersey que murieron el 9/11 en las torres gemelas, Yessenia me señala al Norte y me dice siga derecho, mientras termina su almuerzo en una banca con Yovanni. Tienen dos años de novios, dos años que visitan cada verano este parque.

Al llegar a las dos paredes de acero, que se conocen como el Empty Sky Memorial, me encuentro con Marvin Silva, hondureño y residente de East Rutherford, quien desde hace 35 años visita el parque para relajarse y pasear con la familia. Eso sí tiene que venir con la comida preparada para hacer picnic, porque en el lugar no hay venta de alimentos o bebidas.

Los latinos Manuel López y Richard Rodríguez, fallecidos en las torres gemelas el 9/11, figuran entre las primeras víctimas inscritas, en el flanco derecho del Empty Sky Memorial.

Una vez en el Empty Sky Memorial, para disfrutarlo, hay que mirarlo en su perspectiva real, desde unos diez metros, para comprender que es una versión a escala de las torres gemelas pero echadas, como durmiendo, en homenaje a ese icono neoyorquino.

Antes de ingresar dos vigas gigantes, rescatadas del atentado, sirven como recordatorio de lo que pasó aquel nefasto día y que no se puede olvidar.

Una vez adentro, claro que es válido tomarse una foto para el recuerdo, pero sentir por un instante sereno la vibra que emana el lugar, golpeados por el sol de la tarde, de espaldas o frente a Manhattan, es una experiencia que vale la pena reivindicar.

El Liberty State Park es enorme, y solo la tercera parte, unos 300 acres, está dedicada a la recreación pública pero es suficiente. Muchos creen que su principal atractivo es su espectacular vista a Manhattan, pero como lo atestiguan los latinos que hemos entrevistado, sólo es parte del conjunto de atracciones.

Allí se puede pescar legalmente, tomar el ferry para la estatua de la Libertad o la Isla Ellis, visitar el Liberty Science Center que alberga el planetario más grande del hemisferio occidental y nueve exposiciones permanentes que ayudan a entender cómo la tecnología se entrelaza con nuestra vida diaria.

Es un lugar para solitarios, si va a correr, andar en bicicleta o pasear a las mascotas; y, para los acompañados, un apetecible lugar para pasear en pareja o en familia, jugar voleibol o fútbol o darse un beso en las bancas escondidos dentro del follaje.