En Ironbound, los residentes temen por su futuro a medida que la gentrificación se intensifica

El histórico vecindario de Newark es el destino gastronómico más vibrante de N.J. Los residentes temen por su futuro a medida que la gentrificación se intensifica.

Por Jeremy Schneider | NJ Advance Media para NJ.com

Caminar por las calles de Ironbound es atravesar océanos y continentes, un panorama de culturas y cocinas agrupadas en cuatro millas cuadradas.

Dos siglos de inmigración han convertido al histórico vecindario de Newark en un estuario de herencias en conflicto: dentro de una sola cuadra de la ciudad, los comensales aventureros pueden probar la paella española, el rodizio brasileño, el pastel de nata portugués y el ceviche ecuatoriano (o los cuatro en el mismo restaurante, si saben a dónde ir).

Las influencias mexicanas, hondureñas, guatemaltecas y por su puesto italianas fomentan una mentalidad internacional, donde innumerables idiomas y dialectos inundan la Ferry Street, la arteria más vibrante de la comunidad. De borde a borde en esta comunicad, desde Passaic River al norte, el aeropuerto de Newark al sur, la Ruta 9 al este y la autopista McCarter y las vías férreas al oeste, la comunidad de unos 50,000 residentes late como un microcosmos de la población extremadamente diversa de Nueva Jersey, así como sus cambios demográficos urbanos (de italianos y polacos a portugués y españoles a Centroamericanos y Suramericanos). Es difícil encontrar un crisol de culturas tan espectacular como este en cualquier otro lugar del país.

Pero ahora, muchos residentes de Ironbound se preocupan por la próxima ola de recién llegados, quienes por primera vez pueden no enriquecer aún más el vecindario con su cultura, sino diluirlo y aburguesarlo. Es una historia familiar: una creciente cosecha de jóvenes profesionales, atraídos a Brick City (Newark) por su proximidad a Manhattan (con costos de vida significativamente más baratos) y el transporte público, han comenzado a mudarse allí. Rascacielos de lujo nuevos ya tienen sus espacios en el centro de la ciudad, justo al oeste de Ironbound, y actualmente se están construyendo edificios similares en todo el vecindario.

La Ferry Street está cada vez más salpicada de recién llegados que pasan velozmente en scooters eléctricos, tratando de evitar los baches.

Y a medida que los alquileres comienzan a aumentar en todo el vecindario, los residentes de toda la vida temen las inminentes dificultades financieras.

En medio de un momento crucial tanto para Ironbound como para la ciudad más grande de Nueva Jersey, NJ Advance Media pasó tres meses visitando el vecindario y hablando con su gente. Queríamos entender mejor a una comunidad que en momentos se siente congelada en el tiempo y en otros se tambalea en el precipicio de la revitalización largamente prometida, para bien o para mal.

Para desvelar los cambios en el pasado, el presente y el futuro de Ironbound, nos concentramos en la escena vital de los restaurantes del vecindario por dos razones: primero, para reconocer e iluminar lo que se ha convertido en un destino gastronómico sin igual. Pero lo que es más importante, y como cualquier verdadero habitante de Nueva Jersey ya sabe, si espera contar la historia de alguien, comience con su comida.

Fusión y miedo

Cuando Fornos of Spain, una institución de paella y sangría, abrió hace casi 100 años en la Ferry Street, no era un restaurante español sino una pequeña pizzería llamada Cortese.

La tienda finalmente se expandió hasta convertirse en un restaurante italiano de pleno derecho, sirviendo a la gran población italiana de la ciudad durante la década de 1960. Pero después de que los disturbios del 67, que resultaron en 26 muertes y $10 millones en daños a la ciudad, ocurrió una estampida de la población blanca, los inmigrantes portugueses y españoles permanecieron en Ironbound, donde el alquiler era barato y el empleo abundante. Muchos de esos trabajos eran en restaurantes; comederos que brindan un sabor de hogar a las poblaciones migrantes.

A medida que el perfil de la ciudad cambió, también lo hizo Cortese.

En los años 70, una familia portuguesa compró Cortese y lo renombró Fornos, que en portugués significa “hornos”. Cuando Camilo Rodríguez y Darío López lo compraron en 1980 y querían convertir el lugar en un restaurante español, simplemente agregaron «of Spain» (de España) al final del nombre. Cuarenta años más tarde, el inmenso restaurante disfruta de una clientela dedicada, que juró su lealtad por las patatas bravas y el pulpo a la parrilla servidos sobre manteles blancos crujientes.

Andrés Rodríguez, el hijo de Camilo, comenzó en Fornos of Spain como ayudante de camarero a los 14 años. Rodríguez, que ahora tiene 42 años y es gerente del restaurante, dice que la comida ha anclado Ironbound incluso cuando el vecindario circundante cambió una y otra vez.

“Durante muchos años, una de las únicas razones por las que venías a Newark era para ir a comer a los restaurantes”, dijo Rodríguez. “The Ironbound se convirtió en uno de los destinos gastronómicos más importantes de Nueva Jersey, y nosotros fuimos una gran parte de eso”.

En un esfuerzo por atraer clientes de fuera de la ciudad, Fornos of Spain ha ampliado su menú más allá de la cocina española puramente tradicional.

Su aclamada paella Valencia, por ejemplo, rebosada de langosta, almejas, mejillones, vieiras, calamares, camarones, pollo, chorizo y arroz. La auténtica paella española normalmente solo incluye dos o tres proteínas. Fornos también debe cocinar el plato más rápido de lo que se prepara tradicionalmente para satisfacer la demanda, 

aunque el tiempo de cocción abreviado no resta valor al sabor. Al probarla recientemente, cada bocado fue una deliciosa mezcla de sabores de mariscos, con el arroz tierno uniendo con gran armonía todos los sabores.

Fornos of Spain no es el único restaurante que adopta cierto nivel de fusión para satisfacer más paladares. Se puede encontrar una superposición astuta, especialmente entre los sabores españoles y portugueses, en Ironbound. Adega Grill, justo al final de Ferry Street, es un popular restaurante portugués que también ofrece paella española, sangría y camarones con salsa de ajo, desafiando las reglas de autenticidad.

“Estos restaurantes se dieron cuenta de que estas cosas atraen a los estadounidenses y que son populares”, afirmó Rodríguez. “Si tuvieran un menú español, tendrían más éxito que si tuvieran, digamos, un menú portugués”.

A lo largo de sus 30 años en el negocio, Rodríguez ha llegado a comprender el flujo y reflujo de Ironbound.

“A medida que la gente venía y se mudaba aquí, sus familias y amigos se mudaban al mismo vecindario”, dijo Rodríguez. “Luego, a medida que los inmigrantes se vuelven un poco más adinerados, se mudan”.

Sin embargo, teme que Ironbound pronto pierda su encanto. Una ordenanza controvertida aprobada por el Ayuntamiento de Newark en 2019 aumentó la altura de construcción permitida en Ironbound. El fallo sentó las bases para un nuevo edificio de apartamentos de 12 pisos y 400 unidades llamado 55 Union, ahora en construcción a menos de 500 pies detrás de Fornos of Spain, que marca el primer edificio alto en Ironbound.

Rodríguez teme que el nuevo edificio provoque una ola de aumento de los alquileres en todo el vecindario, incrementos que los residentes actuales tal vez no puedan pagar.

José López, presidente de J&L Companies (que está construyendo 55 Union) confirmó a NJ Advance Media que el alquiler de apartamentos tipo estudio comenzará en alrededor de $1,800 al mes, alrededor de $2,000 por un apartamento de una habitación y alrededor de $2,500 por uno de dos habitaciones, casi el mismo costo que en los vecindarios de moda en la ciudad de Jersey City y Montclair.

López asegura que comprende las preocupaciones de la comunidad, pero insistió en que 55 Union será un beneficio neto para Ironbound y no tiene la intención de desplazar a los residentes de toda la vida.

“La gentrificación significa muchas cosas diferentes para diferentes personas”, opinó López. “Para nosotros, estamos enfocados en la gentrificación que mejora el nivel de vida de todos los residentes”.

Fifty Five Union puede ser el primero de varios edificios de este tipo que se construyan en Ironbound. Se ha propuesto construir un edificio de uso mixto de 13 pisos en Market Street.

“Ningún inmigrante podrá pagar el alquiler de esos apartamentos”, afirma Rodríguez.

Down Neck

Dean Nasto no llama a su vecindario «Ironbound».

«Si eres italiano y eres de Ironbound, lo llamas ‘Down Neck'», aseguró Nasto. “Nunca diré ‘Ironbound’”.

Algunos lugareños afirman que «Down Neck» proviene de la forma del río Passaic, ya que se curva alrededor de la sección norte del vecindario, asemejándose a un cuello. A Nasto, de 46 años, le dijeron que los inmigrantes italianos llamaban a Newark «Nevarka» cuando se mudaron a la ciudad, que finalmente se convirtió en «Down Nevarka» y luego en «Down Neck».

La familia Nasto vino de Italia y abrió su heladería en la esquina de Jefferson y East Kinney en 1939. Ahora se encuentra en su tercera generación de propiedad familiar y es uno de los nombres más importantes en helados del Estado Jardín, incluso con envíos nacionales.

“Dondequiera que voy en Nueva Jersey, siempre hay alguien que sabe el nombre”, dijo Nasto. «Es genial.»

Hace tiempo que la operaciones de la heladería sobrepasaron el espacio de la tienda, una cuadra al oeste de Independence Park. Pero la ubicación es personal: el padre de Nasto, Frank, creció en el apartamento de arriba del local.

“Probablemente deberíamos habernos ido e ido a algún almacén industrial en Woodbridge o algo que tenga 10 áreas de carga y un espacio infinito en el congelador”, afirma Nasto. “Pero no podemos salir del vecindario”.

Nasto dice que extraña la impronta italiana de Ironbound, que ha desaparecido sistemáticamente desde los disturbios. Más residentes se van cada año, las empresas de larga data cierran.

Solo quedan unos pocos vestigios de la herencia italiana en Ironbound, incluidos Nastos y Caffè Espresso Italia, un restaurante que vende solo en efectivo en Adams Street, que ha servido durante 35 años sándwiches en el desayuno, pasta y sándwiches italianos, y espresso por $ 1 en tazas de papel.

El copropietario Pat Pugliese creció en Ironbound y recuerda los días en que un festival italiano de una semana ocupaba toda una manzana de la ciudad. Recuerda que el club social italiano era un punto caliente. Pero los miembros de ese club se fueron hace mucho tiempo.

“Todos los veteranos murieron”, se lamentó Pugliese, que ahora vive en Kenilworth. “Esa es la razón por la que la mayoría de la gente se muda. La fundación ya no está allí… Es deprimente”.

Pero Nasto dice que Down Neck todavía se siente igual para él, solo que diferente demografía alimentan la mezcla cultural.

“Pueden aupar a diferentes equipos de fútbol y tener diferentes banderas en sus parachoques, pero comparten el mismo sueño americano”, afirma Nasto.

A medida que la población ha cambiado, también lo han hecho las preferencias de helados del vecindario.

“En lugar de venir aquí queriendo un cannoli, la gente entra y pide helado de mango o de coco”, dijo Nasto. “Maíz dulce es el sabor número uno en Brasil. La gente seguía viniendo y pidiendo ese sabor y nos decían que deberíamos hacerlo. Así que lo probamos y ahora es uno de nuestros sabores más populares”.

Si bien Nasto está feliz de adaptarse, también le preocupa que la gentrificación pueda socavar a la comunidad internacional que ha llegado a amar.

Él ve los complejos de condominios que se están construyendo alrededor del vecindario y espera que el aumento del costo de vida en la ciudad de Nueva York impulse a más y más personas a establecerse en su ciudad.

“Nada mata más la cultura que un yuppie”, dijo Nasto. “Si sigues poniendo estos nuevos condominios aquí, ellos son los únicos que podrán comprarlos. Y luego el vecindario se llenará de Starbucks y Jamba Juice”.

‘En Brasil, todo el mundo conoce Newark’

A principios de septiembre, Ironbound celebró el Día de la Independencia de Brasil con un emocionante festival de fin de semana, donde miles de lugareños y visitantes bailaron y bebieron alegremente todo el día y la noche, dando vueltas alrededor de Brazil Square, la colorida intersección de las calles Ferry y Chambers, adornada con un deslumbrante mural del orgullo sudamericano.

Los brasileños vestidos con uniformes de fútbol amarillo canario salieron del comedor de Casa Nova Grill y se derramaron en la calle donde sonaba la música en vivo y los oyentes bebían caipirinha, la bebida nacional de Brasil, hecha con cachaça (licor de caña de azúcar), azúcar y lima.

“Todo lo que los brasileños necesitan son dos latas para comenzar una fiesta”, proclamó el propietario de Casa Nova Grill, José Moreira. Y una cerveza fría.

La pandemia de COVID-19 canceló la celebración durante los últimos dos años y fue especialmente devastadora para el vecindario, que se convirtió en un punto de transmisión del virus.

Pero la emocionante fiesta de este año demostró la resiliencia de la ciudad.

“Newark está regresando”, dijo Moreira. «Como en los viejos tiempos.»

Los negocios van bien en Casa Nova, que se especializa en rodizio, comúnmente llamado barbacoa brasileña. Aunque la experiencia de Casa Nova es más parecida a un asador de todo lo que pueda comer, donde los camareros caminan rebanando la carne de brochetas verticales directamente en los platos de los clientes. Los cortes van desde picanha (solomillo superior) y linguiça (salchicha de cerdo) hasta coração de frango (corazones de pollo). Es el sueño de un carnívoro, y la carne no deja de llegar hasta que te sacias, o uno mismo decide salir.

Moreira destaca el alcance del festival: los brasileños llegan desde Nueva York, Connecticut e incluso California para celebrar entre sus compatriotas.

“The Ironbound significa mucho para la comunidad brasileña… nos sentimos como en casa”, dijo Moreira. “En Brasil, todos conocen Newark”.

Moreira es más optimista sobre lo que los nuevos y costosos condominios y apartamentos pueden traer al vecindario.

“Creo que los departamentos que están construyendo en este momento traerán a los de afuera, gente buena con dinero, con mayores ingresos”, dijo Moreira. «Esto va a ser bueno para los negocios de Ironbound».

La nueva ola

Si bien Ironbound te transporta a otros lugares en términos de comida e idioma, sigues estando en Nueva Jersey. Así que, por supuesto, hay diners (restaurantes prefabricados típicos de EEUU), pero con un toque global.

En Ferry Diner un restaurante clásico, cuelgan muchas banderas que representan Ironbound y más allá: Brasil. Ecuador. Argentina. La República Dominicana. Las fotografías de la comida que recubren el exterior del restaurante incluyen no solo la comida típica de los diner como sándwiches de pavo y tocino y huevos, sino también fotos de pasteles ecuatorianos y platos latinos como el mote pillo con carne frita (maíz molido  ecuatoriano con cerdo frito).

Al entrar, un mostrador abarrotado te grita Jersey diner. Sin embargo, el menú destaca una perspectiva internacional: ¿Cuántas cucharas grasientas sirven ceviche (pescado crudo marinado en cítricos) y platos de callos (estómagos de vaca cocidos) junto con sus panqueques y sándwiches de desayuno? Ferry Diner hornea su pan en las instalaciones, así como pasteles como las deliciosas empanadas ecuatorianas rellenas de queso y cubiertas con azúcar.

Jamie Pardo, el propietario del restaurante y nativo de Ecuador, ha sido propietario de restaurantes en Ironbound durante 25 años. Él dice que la yuxtaposición ecuatoriana del restaurante encaja perfectamente en el vecindario, un lugar donde los nativos de Ecuador y los trabajadores de las fábricas cercanas pueden disfrutar de comidas rápidas y auténticas.

“Esta comida es fresca y barata”, dijo Pardo. “Cada día hacemos un especial: sopa, arroz, frijoles y bistec por $8”.

Pardo notó una afluencia de ecuatorianos que se mudaron a Ironbound hace unos 20 años. Ahora están en todas partes, y prosperan, dice.

“Ahora es un lugar ecuatoriano”, dijo Pardo. “Pusieron un restaurante peruano, al año siguiente cerró. Un restaurante colombiano, que era bonito, al año siguiente cerró. El negocio es bueno para los ecuatorianos, para los brasileños, para los portugueses”.

Tal presencia se hizo patente a mediados de agosto, en el Festival Ecuatoriano de Newark. Aunque más pequeño que el evento de Brasil, el extremo occidental de Ferry Street estaba igualmente inundado de uniformes amarillos del equipo de fútbol ecuatoriano. Cientos desafiaron el calor para celebrar el Día de la Independencia de Ecuador y el impacto cada vez mayor del país en la ciudad.

Hubo presentación de músicos, los niños se pintaron la cara y los autos pasaron ondeando banderas ecuatorianas amarilla, azul y roja.

Los puestos estaban alineados con enormes cabezas de cerdo, asadas enteras y servidas en un plato llamado hornado Ecuatoriano, donde las cabezas de cerdo se colocaban sobre las suculentas pilas de carne de cerdo, servidas con llapingacho (pasteles de papa) y mote, maíz hervido.

Todo el mundo parecía estar bebiendo Inca Kola, un refresco dorado de Perú (vecino del sur de Ecuador) que es increíblemente dulce, casi como algodón de azúcar.

Pardo no está muy preocupado por la comercialización que llega a Ironbound y espera que los ecuatorianos continúen prosperando en la ciudad.

“Creo que (Newark) será 90% ecuatoriano”, dijo Pardo, riendo. “… La gente que viene a Estados Unidos está buscando este lugar”, dijo Pardo. “Están buscando Newark”.

Ya no es un «barrio pintoresco»

Para María López-Nuñez, la gentrificación no es nada nuevo.

Como inmigrante hondureña que creció con su familia en Brooklyn —cuando un apartamento de una habitación costaba $450 al mes— vio cómo el fenómeno despojaba a su vecindario de Bushwick de su cultura. Tiene miedo de que también esto esté sucediendo en Ironbound.

“He visto de primera mano lo que puede hacer la gentrificación”, dijo López-Núñez. “El lugar en el que crecí ya no existe. Cuando llegué a Ironbound, tenía ese sabor a Bushwick, antes de la gentrificación. Creo que estoy luchando más duro por eso”.

Lopez-Nuñez es subdirectora de organización y promoción de Ironbound Community Corporation, una organización que ha defendido Ironbound durante más de 50 años. Es el ICC quien recientemente creó casi 100 unidades de viviendas asequibles en Ironbound, lidera el desarrollo de Riverfront Park a orillas del río Passaic y ayudó a aprobar la ordenanza «Derecho a un abogado» para brindar representación legal a los residentes de bajos ingresos en la corte de desalojo de vivienda.

Si bien López-Nuñez dice que ella y la organización continuarán luchando contra la gentrificación, cree que ya llegó a Ironbound.

“Estamos recibiendo a todos los yuppies que se están mudando de Brooklyn”, dijo López-Núñez. “Somos la última parada en el PATH, por lo que aún podría llegar a su buen trabajo en Wall Street”.

Ella también lamenta el rascacielos que se está construyendo detrás de Fornos of Spain, calificándolo de «una atrocidad» que señala los planes de los desarrolladores de transformar Ironbound para parecerse al centro de Newark, lleno de rascacielos y alquileres altos.

“Si todo el mundo viene al barrio pintoresco, ya no es ese barrio pintoresco. Su éxito lo socava”, dijo. “Lo que lo hizo especial es lo que mata al vecindario”.

Desde Portugal, con amor y pastel de nata

Aparentemente alejada de cualquier noción de construcción o preocupación, Nova Aliança sigue siendo un portal fiel a Portugal.

Una pancarta prominente que dice «Portugal» cuelga en el pequeño comedor de la panadería y cafetería de casi 50 años, flanqueada por varias banderas portuguesas rojas y verdes. Los clientes visten camisetas de fútbol portuguesas y los carteles en la pared conmemoran el campeonato Euro 2016 del país.

RTP Internacional, la televisión estatal portuguesa, suena en el televisor, y los clientes leen los periódicos portugueses mientras toman un sorbo de café y comen pastel de nata, pequeñas y delicadas tazas de cremoso flan de huevo que se encuentran comúnmente en Portugal y, en consecuencia, en todo Ironbound.

Nova Aliança zumba en una mañana de lunes a viernes; la prisa nunca parece detenerse. Cuatro mujeres trabajan en perpetuo movimiento detrás del largo mostrador que exhibe los perfectos pasteles. Presionan febrilmente sándwiches, sirven tragos de espresso y seleccionan panes para los clientes.

En Nova, casi nadie toma su pedido para llevar. En cambio, grupos de viejos amigos se sientan y se ponen al día. Los comerciantes comen tortillas antes de dirigirse a la oficina. A pesar de lo ocupada que está la panadería, nadie parece tener prisa.

La energía aquí es constante, como el latido del corazón de la comunidad.

Sí, la ansiedad sobre el futuro de Ironbound es palpable entre muchos residentes. De hecho, el cambio puede estar en el horizonte. Pero en tantos rincones del vecindario, Ironbound se mantiene firme. Esta gente no va a ninguna parte. Y si el paisaje gastronómico más dinámico de Nueva Jersey, que ha anclado a la comunidad durante décadas, se niega a renunciar a su cultura, eso seguramente es un buen augurio para el resto de la ciudad.

Después de meses de visitas e innumerables horas en la ciudad este año, una sola palabra puede usarse para describir este lugar brillante y singular: “vivo”. Está vivo en el magnífico comedor de Fornos, vivo en el salón inquebrantable de Nasto, vivo en la bulliciosa Plaza Brasil mientras resuena el bombo.

Y está vivo en Nova Aliança, que podría ser un café en Newark o en el corazón de Lisboa. Podría ser 2022 o 1952.

Pero una cosa es cierta: siempre se siente como Ironbound.

This translation was provided by Reporte Hispano, in association with the Center for Cooperative Media at Montclair State University and is supported by funding from the NJ Civic Information Consortium. The story was originally written in English by NJ Advance Media for NJ.com and is being republished under a special content sharing agreement through the NJ News Commons Spanish Translation News Service.

Esta traducción fue proporcionada por Reporte Hispano, en asociación con el Centro de Medios Cooperativos de la Universidad Estatal de Montclair, y cuenta con el apoyo financiero del Consorcio de Información Cívica de NJ. La historia fue escrita originalmente en inglés por NJ Advance Media para NJ.com y se vuelve a publicar en virtud de un acuerdo especial para compartir contenido a través del Servicio de noticias de traducción al español de NJ News Commons.