La Dama de las Palomas

Jenny Rodríguez le daba de comer a su pajarito, Pinocho, todas las mañanas, hasta que murió en su ventana, de un edificio de viviendas de 14 pisos, a media cuadra del Light Rail de Newark, donde ahora da de comer a las palomas, desde hace un año.

A Pinocho lo rescató cuando estaba a punto de morir. La otra paloma, la madre, se fue cuando abrió la ventana. No volvió, pero ella la sigue esperando, si es que vuelve habrá comida y agua para ella.

Estamos esperando el bus 74 de NJ Transit en la estación de Branch Brook Park, cuando aparece ella, con dos bolsas de pan. Inmediatamente una bandada de palomas, más de cincuenta, surcan los aires, un aire seco con olor a guardado le pega en la cara, hasta posarse a sus pies a picotear el pan.

Todas las tardes aparece con el pan, en realidad “las colitas” del pan de molde, que le regalan en la cocina de la universidad de NJT; es misterioso cómo aparecen las palomas para recibir las migajas bienhechoras, si guiadas por el instinto o por la memoria.

Mientras trocea el pan de sus labios sale una proclama sencilla pero definitiva “Hay que ser más empáticos con los animales, ellos son seres vivientes, también sienten, también tienen necesidades, también pasan frío y hambre”, dice.

Pueden ser palomas, como perros o gatos, a los que hay que darles alimentos o abrigo, si se puede. “Ayudo a estos animales, como a otros, porque hay que tener un poco más de humanidad con ellos, hay personas que las tratan mal. Eso no puede ser,” dice. 

Aprendió de las palomas cuando adoptó a pinocho, reconoció que era macho por el pico: era más grueso en su base que en las hembras. 

En Audubon,org, sostienen que el macho tiene un arrullo suave cuando busca pareja (ver link al final). Otros los diferencian por la cola: cuando tomas un ave de estas el macho baja la cola y la hembra la levanta.

“Ellas no pueden esperar a la oscuridad, apenas el día se va acabando desaparecen. Duermen bajo techo y de pie,” anota Jenny, nacida en República Dominicana, en la ciudad de Santiago de Los Caballeros, quien llegó a Estados Unidos hace 25 años.. 

En algunas ciudades como Bayonne, Hoboken y East Newark, el código de la ciudad prohíbe darle de comer a las palomas porque traen plagas, ratones e incrementan la población de las aves. 

En Newark, el código no prohíbe darle de comer pero dice que no se debe tener aves, ni conejos, en la ciudad, ni en las viviendas, salvo un permiso expreso (costo $10), la pena por infringir la ley fluctúa entre $100 dólares a no menos de $1,000 o 90 días de trabajo comunitario o 30 días de prisión en el Condado de Essex.

“Sé que en otros lugares está prohibido, pero aún nadie me ha dicho nada,” afirma.

Al terminar, las palomas también podrían enseñarnos algo a los humanos: se emparejan de por vida, y cortejan a su pareja todo el año. Ver: https://www.audubon.org/es/news/observa-palomas-conoce-y-ama-nuestras-increibles-aves-urbanas