50 años sin saber que no era ciudadano

Mario Hernández sirvió en las Fuerzas Armadas durante la guerra de Vietnam, trabajó para el Gobierno y votó en cada elección desde Jimmy Carter, pero al solicitar el pasaporte para irse de crucero descubrió que tras 50 años en EEUU, adonde emigró de niño desde Cuba, no era ciudadano.



“Todo el mundo se pregunta cómo puede ocurrir algo así. Su caso es un ejemplo claro de que el sistema de inmigración de nuestro país no funciona. Muchos de nuestros soldados son inmigrantes indocumentados y muchos inmigrantes que llegaron al país de niños desconocen que están en situación irregular”, explicó la abogada de Hernández, Elizabeth Ricci.



El caso de Mario Hernández ha despertado la atención nacional al dejar en el aire el interrogante de cómo un hombre que por sus empleos ha sido sometido a numerosas investigaciones de las Fuerzas Armadas y del Gobierno no ha descubierto hasta los 59 años que nunca llegó a convertirse en ciudadano.



“Una persona que actúa como si fuera ciudadana, por ejemplo votando en las elecciones, sin serlo legalmente puede afrontar la deportación e incluso cargos penales”, indicó Laura L. Lichter, expresidenta de la Asociación Estadounidense de Abogados de Inmigración (AILA, en inglés).



Hernández pisó Estados Unidos por primera vez a los nueve años. En 1965 viajó con su familia de Cuba a Miami en uno de los llamados “Vuelos de la libertad”, autorizados por el expresidente Lyndon B. Johnson tras la revolución cubana.

Al llegar al país como cubano y pedir asilo político, el Gobierno le entregó un “parole”, un documento de identificación especial que permite vivir y trabajar de manera legal en el país.



Bajo la Ley de Ajuste Cubano (CAA) de 1966, los nacionales de la isla caribeña que lleven un año viviendo en Estados Unidos pueden solicitar la residencia permanente (la Tarjeta Verde o ‘Green Card’) y, cinco años después, pedir la ciudadanía.



“Hernández pensó que, como sus tres hermanas, se había convertido en residente permanente bajo la Ley de Ajuste”, señaló su abogada.



Al terminar la educación secundaria, uno de sus profesores le convenció para que se alistara en las Fuerzas Armadas y así lo hizo: decidió ser soldado en 1975, en un momento de gran impopularidad de la guerra de Vietnam.



Para alistarse en las Fuerzas Armadas es necesario ser residente permanente o ciudadano. Hernández fue aceptado aunque (sin saberlo) no cumplía ninguno de los dos requisitos.

Los soldados con residencia permanente tienen derecho a naturalizarse estadounidenses, de manera que él creyó haber pasado por este proceso durante sus tres años de servicio y desde entonces dio por hecho que tenía la ciudadanía.



Después trabajó más de 20 años para distintas agencias estatales y federales en puestos sensibles como el de vigilancia de delincuentes peligrosos. Aunque para ese tipo de empleos se investiga a conciencia al aspirante, nadie detectó nunca que no tenía sus papeles en regla.



Hernández no supo que no era ciudadano hasta el pasado noviembre, cuando se disponía a solicitar el pasaporte para irse de crucero con su mujer, Bonita.

Entonces comenzó una batalla legal de meses que tuvo final feliz.

Hernández se convirtió, a sus 59 años y tras pasar medio siglo en el país, en ciudadano estadounidense gracias a haber servido en las Fuerzas Armadas en un “periodo de hostilidades”.



“Primero nos denegaron la solicitud alegando que no era residente permanente cuando se alistó, pero rebatimos que la ley dice que todos los que han servido en un periodo de hostilidades tienen derecho a naturalizarse independientemente de su situación legal cuando ingresaron en las Fuerzas Armadas”, explicó su abogada.



Para la letrada, que lleva toda su carrera defendiendo casos de inmigración, lo que le ha ocurrido a Hernández revela por un lado la “ineficacia” de un sistema de inmigración que, en su opinión, “no funciona”, y por otro, la falta de información que tienen los ciudadanos sobre este tema.



“El error está en pensar que estos procesos son automáticos. Por servir en las Fuerzas Armadas no te dan la ciudadanía, tienes que pedirla. Por casarte con un estadounidense no te dan la residencia permanente, tienes que pedirla. No es automático”, advirtió la letrada.



“Estos casos no ocurren todos los días, pero ocurren. Hay muchas personas ahí fuera que piensan que son ciudadanos y no lo son. Lo que le ha ocurrido a Hernández debe darnos una lección. Debemos preguntarnos ¿Qué hacemos ahora? ¿Cómo arreglamos este sistema de inmigración?”, apuntó la abogada Licther, expresidenta de AILA.



La prometida reforma migratoria del presidente Barack Obama está estancada en el Congreso y con toda probabilidad no avanzará este año de elecciones legislativas.