México y Colombia otorgan solemne despedida al Gabo
Gabriel García Márquez fue despedido por familiares, amigos y autoridades pero también por miles de personas que participaron en un entrañable homenaje ante una sencilla urna de madera que contenía sus cenizas, cubierta de rosas amarillas, en el Palacio de Bellas Artes de la capital mexicana. El premio nobel murió a la edad de 87 años, en Ciudad de México, donde residía.
Los presidentes de México y de Colombia, Enrique Peña Nieto y Juan Manuel Santos, respectivamente, encabezaron el acto para rendir tributo a un hombre que, como dijo Santos, “incorporó en sus obras la esencia misma del ser latinoamericano”.
Gabo, como le llamaban cariñosamente, fue despedido en un acto solemne y entrañable con muchas flores amarillas, sus favoritas, y con las mariposas de papel del mismo color que poblaron su obra cumbre, “Cien años de soledad”, lanzadas dentro y fuera del Palacio de Bellas Artes.
La música clásica de la solemnidad del momento se mezcló con compases del vallenato de un conjunto de música colombiana que se hizo presente en el palacio para dejar constancia de la pasión que el escritor tenía por ese género del caribe colombiano y por el baile.
Fueron más de cuatro horas las que el público en general tuvo ocasión de desfilar dentro del palacio para despedirse del autor y después de los actos oficiales encabezados por Santos y Peña Nieto, el desfile continuó, porque aún había gente esperando.
Después del multitudinario homenaje en México, su país de acogida, la memoria de Gabriel García Márquez fue honrada en su Colombia natal con una muy solemne despedida en la Catedral de Bogotá en la que no faltó la música sacra ni la habitual lluvia que afeó el vuelo de las mariposas amarillas.
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y su familia encabezaron la comitiva oficial integrada por ministros, congresistas y algunos personajes de la cultura, mientras que pocos centenares de ciudadanos terminaron de llenar el aforo del templo.
Aunque el Nobel de Literatura de 1982 era agnóstico, según sus biógrafos, los organizadores quisieron hacer un homenaje “muy solemne y sentido”, según dijo la viceministra de Cultura, María Claudia López.
“Para la cultura colombiana no cabe la menor duda de que García Márquez es el personaje de mayor envergadura y más importante que ha tenido este país a nivel artístico y cultural y por eso estos homenajes tan sentidos, para honrar su cultura y despedirle”, afirmó.
Bajo un cielo que amenazaba con lluvia y dejó ir algunas gotas, una fila de personas cruzaba la céntrica plaza de Bolívar, habitual púlpito de la sociedad colombiana, para poder ocupar algunos puestos en la Catedral Primada de Bogotá. En la plaza se dispusieron tres pantallas para seguir lo que sucedía dentro. El homenaje se vio empañado por una fuerte lluvia, la cual no pudo lavar el respeto, cariño y admiración de los colombianos al Gabo.