Obama no va a detener las deportaciones
Líderes religiosos que se reunieron con el presidente Barack Obama aseguraron que el mandatario no está dispuesto a emitir una orden ejecutiva para frenar las deportaciones, por considerar que eso “dañaría” los esfuerzos para aprobar una reforma migratoria en un momento clave para su éxito.
Pese a que ha encargado una revisión en las políticas de deportación de su Administración, Obama no cree que sea “sabio” emitir próximamente un decreto sobre ese asunto en un momento en el que insiste a la Cámara de Representantes en que apruebe su versión de la reforma migratoria.
Así lo indicó a los periodistas Luis Cortés, presidente de la organización hispana cristiana Esperanza, tras participar en una reunión con Obama, a quien numerosos activistas de inmigración han reclamado que use su poder ejecutivo para frenar las deportaciones.
“Él piensa que si hace esos cambios va a hacerle daño al proceso. Y si hace daño al proceso, la ventana que tenemos (para aprobar una reforma migratoria en el Congreso), que él piensa que es de tres a cuatro meses, se va a cerrar”, dijo Cortés, que no es partidario de que Obama emita una orden ejecutiva para afrontar el problema. “Él dijo: yo no estoy en una posición donde voy a hacer un cambio a esas leyes, y cerrar la única oportunidad que él ve en los próximos años (para aprobar la reforma migratoria)”, agregó.
En el mismo sentido, Noel Castellanos, presidente de la Asociación de Desarrollo Comunitario Cristiano de Chicago, afirmó que Obama “fue muy insistente en que su deseo es no tomar ningún tipo de acción (unilateral) y así lo mencionó, que quiere ver que el Congreso tome acción”.
Fuentes de la Casa Blanca precisaron que el presidente no ha tomado por ahora ninguna decisión definitiva sobre si adoptará medidas ejecutivas o no para frenar las deportaciones, porque está a la espera de que concluya la revisión sobre esa política que encargó en marzo al Departamento de Seguridad Nacional.
Según la Casa Blanca, Obama comunicó a los líderes religiosos que “aunque su Administración pueda dar pasos para aplicar y administrar mejor las leyes de inmigración, nada puede reemplazar la certeza de una reforma legislativa, y que esa solución permanente sólo puede lograrse a través del Congreso”.
Con unas 1.000 deportaciones por día y una cifra total superior a los dos millones en cinco años, casi la misma que se registró en los ocho años de mandato del republicano George W. Bush, el descontento entre los activistas ha ido en aumento.
A principios de marzo, Obama indicó al respecto que mientras el Congreso no actúe para reformar el sistema de inmigración él no tiene la capacidad de frenar esas expulsiones, porque no puede “ignorar las leyes”.
Su reunión con los líderes religiosos hispanos se centró en la “urgencia” de garantizar que el Congreso apruebe una reforma migratoria antes de entrar en receso en agosto, en palabras de Castellanos.
Obama es consciente de que, a pocos meses de las elecciones legislativas de noviembre, en las que los republicanos buscan retomar el control del Senado, es necesario que la Cámara de Representantes actúe pronto para aprobar su propia versión y compaginarla con la ratificada por la Cámara Alta el pasado junio.
“Si nada pasa, si no vemos un cambio en el Congreso, es posible que vayamos a tener que esperar dos años o más para ver un cambio en las leyes”, indicó Castellanos.