Hábitos alimenticios en latinos no mejoran

La población en Estados Unidos ha mejorado sus hábitos alimenticios, aunque aquellos que tienen menos ingresos, en buena medida integrantes de grupos minoritarios como los hispanos, siguen rezagados en esta materia.



“Encontramos que en general la calidad de la dieta de la población estadounidense ha mejorado. No obstante, la brecha en la calidad de la dieta entre los ricos y los pobres se ha ampliado con el tiempo”, aseguró Frank Hu, uno de los principales autores del estudio de la Universidad de Harvard divulgado en la reciente edición de JAMA Internal Medicine.



El estudio, realizado en un período de 12 años, encontró que los adultos de bajos ingresos estaban por debajo del promedio con respecto a los de mayor ingreso cuando empezaron la medición, brecha que pasó de cerca de 4 puntos a 6 cuando culminaron.



“El aumento en la disparidad en la dieta entre pobres y ricos tiene importantes implicaciones de salud pública porque los pobres ya tienen de por sí un peso desproporcionado de enfermedades relacionadas con la dieta como obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares, por lo que un deterioro en la calidad de la dieta va a empeorar la prevalencia de estos males”, señaló Hu.



Según el reporte, los adultos en Estados Unidos pasaron de una calificación de 40 a 47 entre los períodos 1999-2000 y 2009-2010, de acuerdo con una escala de alimentación saludable, cuya máxima puntuación es 110.



Si bien el informe no incluye cifras específicas sobre los hispanos, minoría afectada en mayor proporción por condiciones relacionadas con la obesidad, el experto destacó la necesidad de que esta comunidad mantenga una dieta saludable.



“Es importante que los hispanos se adhieran a algunos de sus patrones tradicionales culturales y minimicen el consumo de comidas y bebidas altamente procesadas”, explicó Hu.



Los investigadores apuntan a la disminución del consumo de grasas saturadas, que han sido eliminadas de muchos productos en años recientes, como uno de los elementos claves de la mejoría, aunque destacaron que aún es necesario hacer más esfuerzos para “educar” sobre opciones más saludables para lograr revertir las cifras.



“La combinación de educación y políticas es necesaria para disminuir estas disparidades de alimentación saludable. Es importante educar al público acerca del papel de la alimentación saludable para la prevención de enfermedades crónicas y aumentar conciencia sobre los efectos negativos de los hábitos alimenticios poco saludables”, aseveró Hu.



El médico apuntó también la necesidad de acciones públicas que favorezcan el consumo de alimentos saludables y que desestimen las opciones que no lo son.



“Deben aprobarse leyes y políticas que hagan más accesibles y asequibles los alimentos saludables y que hagan los que no son saludables, como las gaseosas, menos atractivas a través de impuestos y removerlas de las máquinas de venta en escuelas y lugares públicos”, indicó Hu.



Estudios previos han señalado la falta de opciones de establecimientos de comida saludable en zonas de escasos recursos, en los que por el contrario abundan los restaurantes de comida “chatarra”, que en muchos casos se convierte también en la opción más asequible.

“Las comidas saludables como frutas, vegetales, granos enteros y nueces son más caras y menos accesibles en estas comunidades”, agregó.

Los investigadores consideraron como dieta saludable aquella con una mayor ingesta de frutas, vegetales, granos enteros y grasas saludables.



De acuerdo con los investigadores, los hallazgos del presente estudio reflejan lo que estudios previos han encontrado con respecto a lo que se considera una alimentación saludable y las recomendaciones federales sobre la proporción de lo que debe consumirse.