Las manzanas que no se oxidan en las tiendas en 2016

Las manzanas modificadas genéticamente que no se oxidan llegarán al mercado de este país el próximo año, con la esperanza de que disminuya el desperdicio de esta fruta y se amplíe el mercado, pero con la desconfianza de algunas organizaciones hacia los alimentos alterados.



El Departamento de Agricultura (USDA) ha concluido, una vez finalizada una “rigurosa revisión científica”, que “es poco probable” que las variedades desarrolladas por la compañía canadiense Okanagan Specialty Frutis “supongan un riesgo” para otros cultivos, por lo que ha autorizado su plantación en el país.



Las variedades “Arctic” Granny y “Arctic” Golden serán las primeras manzanas alteradas en un laboratorio que entrarán en el mercado estadounidense, afirmó el presidente de la compañía canadiense, Neal Carter.



La empresa envió su petición al Departamento de Agricultura en mayo de 2010, aunque “hemos estado recogiendo datos para que los revisaran muchos años antes”, dijo Carter, que explicó que las “Arctic” se han plantado en campos de prueba desde 2003.



Las manzanas han sido modificadas para evitar que una vez cortadas se oxiden al estar en contacto con el oxígeno del aire, una reacción natural que hace que se oscurezcan y causa rechazo en los consumidores, según la compañía.



“Nuestras investigaciones de mercado han mostrado que la mayoría de quienes consumen manzanas están interesados en que no se pongan marrones, así que estamos convencidos de que habrá una gran demanda una vez que lleguen a las tiendas”, apunta Carter.



La idea surgió al detectar un estancamiento en el consumo de manzanas mientras otros productos, como las mini-zanahorias, se imponían como una alternativa saludable para picar entre horas.



Un éxito que busca emular impulsando la distribución de manzanas ya troceadas, que suponen tan sólo el 2 por ciento del mercado, indicó.


Las manzanas son uno de los alimentos que más se desaprovecha del planeta en “gran parte” debido al aspecto amarronado que adoptan cuando se golpean, por eso estas dos variedades “pueden ayudar a que más gente coma manzanas, mientras reducimos el desperdicio de alimentos”, según Carter.



Pero no todo son alabanzas a este producto, que genera también desconfianza.

El Centro para la Seguridad de Alimentos, una ONG dedicada a la protección de la salud humana y del medio ambiente, considera que “este producto es totalmente innecesario y supone cuantiosos riesgos para los cultivadores de manzanas, la industria alimenticia y los consumidores”, señaló su director ejecutivo, Andre Kimbrell, en un comunicado.



La compañía ha logrado “silenciar” un gen de la fruta manipulando las moléculas del ácido ribonucleico para evitar que las enzimas (polifenol oxidasa) que producen esta reacción se manifiesten.



La organización indica que la ingeniería genética, como una forma habitual de cultivar, puede contaminar otras plantaciones y cuestiona el impacto de la alteración en los genes de los manzanos.



Las autoridades agrícolas estadounidenses indicaron que, si bien han recogido las preocupaciones sobre la seguridad de estas manzanas para el consumo humano, su campo de acción se basa en el potencial peligro para otros cultivos.



Las frutas serán etiquetadas con una pegatina que especifique que se trata de manzanas “Arctic” para diferenciarlas del resto.

“Esto permitirá a aquellos que busquen nuestras manzanas encontrarlas y, a aquellos consumidores que prefieran evitar productos biotecnológicos, distinguirlos”, indicó Carter, que defendió que se trata de un producto totalmente fiable.



“Son las manzanas a las que más pruebas se le han hecho del mundo” afirmó, al tiempo que aseguró que “nosotros y nuestras familias hemos comido muchas ‘Arctic’”.



Las manzanas ya se han probado en campos de los estados de Washington y Nueva York, aunque no se espera que estén en el mercado por lo menos hasta finales del año que viene, primero con una “pequeña cantidad”.



Después, Carter calcula que su introducción en el mercado aumentará progresivamente y, si bien reconoce que será lenta, espera que se mantenga sostenida, aunque la última palabra la tendrá el consumidor.