Cruza la frontera con la santa de su pueblo

Durante tres años continuos los padres llevaron a Gabriela Pérez, una niña aún con 6 abriles a cuestas, al santuario de la Virgen de Juquila, ubicado en Santa Catarina Juquila, en el estado de Oaxaca, para pedirle le cure un ojo que tenía de nacimiento virado hacia adentro y desde esa fecha no se ha separado de su santa patrona.

Nació además con estrabismo y la visión de un ojo es mayor que el otro, pero sostiene que cuando nació estaba peor, pero gracias al rogatorio mejoró notablemente.

“El rito tiene que ser completado en los tres años, de otra manera no nos cumple nuestra Virgen de Juquila,” precisa Gabriela, originaria de Oaxaca” Hay que ir al cerro del pedimento y luego pasar bajo el manto de la virgen, hay que hacer una fila muy larga, mucha gente visita a la juquilita a pedirle milagros”, dice.

Generalmente la peregrinación se realiza el 8 de diciembre, pero todos los días del año afluyen miles de peregrinos que hacen el recorrido hasta de rodillas para pedirle un favor a la milagrosa, dice con orgullo.

Por ello, cuando emigró a La Unión Americana lo primero que hizo fue tomar a su imagen de la “Juquilita” e ir corriendo a comprar recuerdos para su larga estadía en suelo estadounidense.

Sabedores de su devoción sus padres suelen traerle rosarios, estampas o recuerdos de la virgen, cuando la visitan en Nueva Jersey, pero cada vez que Gabriela viaja a México su maleta no va completa si no va en ella su compañera inseparable.

Y, en su negocio que tiene en nuestro estado siempre tiene a la mano a su “Juquilita” para que le acompañe la buena salud, la tranquilidad y prosperidad.

Gabriela cruzó, en el año 1998, la frontera de una manera distinta a los miles, millones de mexicanos que se aventuran en Estados Unidos, con visa y por avión pero eso no la hace mas ni menos.

Ahora es ciudadana estadounidense y es directora del grupo de danzas Tozimapan, que desde hace tres años hace presentaciones de danzas mexicanas de los estados de Jalisco, Veracruz, Sinaloa, Oaxaca, Puebla, Morelos, Aguas Calientes, Michoacán, Chiapas y México D.F.

No solamente eso ella posee unos 200 vestidos típicos mexicanos -una pequeña fortuna hay en ellos- de los estados mencionados que ella misma los exhibe cuando danza o se los presta a los del grupo cuando tienen una presentación especial.

“Mi deseo es promover la cultura mexicana, el folklore y su artesanía, para que los mexicanos que vivimos en La Unión Americana no olviden sus raíces y la trasmitan a sus hijos. Eso es todo,” dice Gabriela.

Actualmente se dedica a traer y comerciar artesanía mexicana que llena su casa, su negocio y su bodega de cientos de figuras, formas, colores, materiales, hechos por artesanos mexicanos.

“También me interesa la artesanía ecuatoriana, dominicana, peruana, italiana que traigo de mis viajes cuando me gusta una pieza,” finaliza.