Sacerdote, una vida de apoyo a los inmigrantes
Desde hace 26 años la figura de Monseñor William Reilly, párroco de la iglesia Most Holy Name en Garfield, forma parte del paisaje del inmigrante hispano en el norte de Nueva Jersey, pues con su propio puño y letra ayuda a los que necesitan asesoría migratoria.
Es por eso que cuando el 15 de junio del 2012 se aprobó la Acción Diferida o DACA, se remango las mangas de la camisa para ayudar a los que necesiten de sus conocimientos de las leyes migratorias, llenado de las solicitudes y peticiones.
Atiende gratuitamente todos los sábados en su parroquia pero solamente con cita porque sus otras labores pastorales lo reclaman y aclara que “ya no tengo credenciales para ir a la corte, no más” aclara.
“Siempre lo hago gratis, es el trabajo del Evangelio” dice Monseñor Reilly quien también es Director de Asuntos Étnicos y Multiculturales de la Arquidiócesis de Newark, donde atiende a comunidades de 15 etnias distintas.
Es un hombre de palabra y acción en favor de la comunidad. Participa así en las marchas como en los talleres de asesoría de temas de inmigración, merced a que estudió Derecho de Inmigración.
En esa doble faceta de activista y conocedor formó parte del panel de inmigración “Blue Ribbon” creado por el ex gobernador del estado de Nueva Jersey, Jon Corzine, en el año 2007, cuyas recomendaciones lamenta que no se hayan aplicado “pero nos mantenemos pendientes de los derechos de los migrantes,” señala.
La falta de una ley que beneficie a los inmigrantes lo desvela. “Necesitamos reformar la ley. (El presidente Barack) Obama dice que el sistema está roto pero el sistema no cambia. No ha hecho nada todavía para darle una solución definitiva”
Podría pensarse que su compromiso con los hispanos necesitados comenzó cuando acompañaba al recordado líder mexicano César Chávez, en los años 70, en sus visitas a Nueva Jersey por los sembradíos de tomate, lechuga y uva en los campos agrícolas de Montclair, para ayudar en la defensa de sus derechos a los trabajadores del campo.
Guarda un grato recuerdo, y algunas fotografías de su encuentro con César Chávez, sin embargo las necesidades de sus parroquianos fue lo que lo llevó al inmigrante hispano.
“Yo trabajaba con la comunidad afroamericana y en mi parroquia habían hispanos de manera que necesitaba el español para comunicarme con la comunidad. Entonces comencé a enseñar inglés pero los interesados eran indocumentados entonces fui a estudiar derecho de inmigración a la universidad,” explica Monseñor Reilly.
Habla un español muy comprensible, que dice haber aprendido por la necesidad de ayudar al pueblo, practicándolo día a día en las jornadas a favor del pueblo inmigrante.
Es de aquellos sacerdotes que no se limitan a las cuatro paredes de su iglesia, siempre mantiene contacto con el vecindario y los pueblos de los alrededores.
“Necesitamos caminar por la calle con el pueblo, para ayudar a las familias, para educar a los niños, para predicar el evangelio como el Santo Padre Francisco y les recuerdo que la iglesia católica tiene mucho interés en las inquietudes del pueblo,” finaliza Monseñor Reilly.
Nacido en Long Branch, NJ, el padre William Reilly es uno de aquellos estadounidenses que despojándose de su tiempo, sus necesidades de descanso y quizá ganar más dinero, se han dedicado a abrirle la puerta a los inmigrantes hispanos que quieren hacer de Nueva Jersey su casa pero que muchas veces no encuentran la llave que les permita realizar sus sueños.