Ecuatoriano clásico en las calles de Newark
A sus 84 años el ecuatoriano Damián Lascano está jubilado y se precia de mantenerse sano y con una salud de hierro, sólo que el cheque del gobierno no le alcanza y trata de ganarse unos pesos más tocando música clásica en las calles de Newark.
Mientras le arranca a la guitarra los acordes de “Para Elisa” del célebre músico Beethoven en la Ferry St, la calle comercial más hispana de la ciudad, relata que recibe un cheque de apenas $490 al mes y que no le alcanza.
“Cuando llegué aquí (a EE.UU.) ganaba 40 dólares a la semana. Me hice ciudadano americano hace diez años. Comencé como lavaplatos y trabajé en los taxis amarillos por 30 años ahora ya nadie me da trabajo por la edad” dice Lascano.
Pero el día está malo. Los transeúntes no se paran a escuchar y no hay propinas.
“Así es, hay días buenos y malos. Hay días que saco $30, a veces $50. Pero no me quejo éste país me ha dado muchas cosas buenas. Me ayudó a criar a mis hijos, a labrarles un futuro, Mi único error fue empezar muy tarde a pagar los taxes (impuestos)”, dice Lascano.
Tocaba dentro del Newark Penn Station, la parada de buses y trenes, pero un policía le dijo que no estaba autorizado a trabajar dentro de la estación y tuvo que mudarse a la mera calle.
“Pero el policía, buena gente, me dijo que venga aquí a la Ferry Street y que no me iban a molestar”, anota Damián “Luego me dijo: oiga con la forma que usted toca debería estar en un concierto”. Lástima que el amplificador que porta no permita escuchar con claridad las notas.
Trabajó muchos años como estibador o “vaporizo” y anduvo por Dinamarca, en Europa, antes de conseguir la residencia estadounidense. Allá aprendió “a comer bien”, evitando las frituras y demasiadas carnes rojas.
“La gente me dice que tengo 60, no me cree la edad que tengo, me conservo por la alimentación” explica “En ese país comen la carne asada o al horno, nada de echarlo a la sartén, y, eso sí, poca carne. Particularmente me aficioné a las almendra y a las nueces que, tiene 26% de proteínas y no tiene ácido úrico como la carne, que sólo tiene 18% de proteína”, comenta de su secreto para lucir joven.
Llegó a Estados Unidos en 1960, cuando decidió que no viajaría al Africa, que era el siguiente destino de su barco y, aquí con la ayuda de La Unión Católica, una organización caritativa, consiguió la residencia rápidamente. Claro, eran otros tiempos, anota, donde a uno le daban “los papeles” en un santiamén.
“Me dijeron que los papeles duraban de cuatro a cinco meses y tomé un barco para trabajar en Sudamerica. En la zona del Canal de Panamá tuve un problema, así que me liquidé y regresé al Ecuador. Allá me esperaba la residencia. Después traje a mi esposa y mis dos hijos y aquí me nació uno que ya cumplió los 50 años”, dice con satisfacción el ecuatoriano.
El latino dice que le entra a la música desde hace 30 años. Vino del Ecuador con algunos conocimientos musicales mismos que perfeccionó en clases privadas en Manhattan allá por los años 70.
También gusta del vals, el bolero y las baladas, pero su fuerte es la música clásica “porque nunca pasa de moda”
Va comenzando a llegar un poco de gente y rompe a tocar “Divina Ilusión” también de Beethoven, los más jóvenes pasan indiferentes, las personas de la Edad de Oro se detienen, escuchan un rato, dejan unos dólares y se despiden. Más la música tiene que seguir.