El yanqui Yogi Berra es recordado por su talento y su entusiasmo
El legendario exreceptor y miembro del Salón de la Fama del béisbol profesional de las Grandes Ligas, Yogi Berra, falleció en su casa de Nueva Jersey, a la edad de 90 años, por causas naturales.
La información de su fallecimiento fue confirmada por el director del Museo Yogi Berra, Dave Kaplan, que dio a conocer un comunicado ofrecido por la familia del gran expelotero.
“Aunque lloramos la pérdida de nuestro padre, abuelo y bisabuelo, sabemos que está en paz con Mamá”, manifestó la familia de Berra en un comunicado difundido por el museo. “Celebramos su trayectoria en la vida, y damos gracias por que significara tanto para muchas personas. En verdad se le extrañará”.
Berra, conocido tanto por sus confusiones lingüísticas como por su récord de 10 títulos de las Series Mundiales con los Yanquis, se convirtió en un verdadero icono no sólo del deporte del béisbol sino de todo el deporte profesional en Estados Unidos.
El miembro del salón de la fama, de poca estatura y con un rostro amable, Berra fue un yanqui legendario que ayudó a su equipo a llegar a 14 Series Mundiales durante sus 18 temporadas con los Bombarderos del Bronx.
Berra disputó más partidos de las Series Mundiales que ningún otro pelotero de las mayores, y fue nombrado en tres ocasiones como Jugador Más Valioso (MVP) de la Liga Americana.
Sin embargo, su nombre aparece casi tantas veces en el libro “Bartlett’s Famous Quotations” por sus frases como lo hizo en los libros de récords del béisbol.
“No se acaba hasta que se acaba” es una de sus ocho frases incluidas en el texto y que más fama le dieron.
Siempre bromeaba en sus actuaciones públicas que ni el mismo sabía lo que decía en las conversaciones con sus amigos y familia.
“Cuando me siento a cenar con la familia, simplemente salen cosas. Y ellos dicen ‘Papá, acabas de decir otra’ Y yo no si quiera sé qué narices dije”, mantenía el legendario pelotero cuando se le preguntaba sobre sus frases.
Berra jugó para los Yanquis entre 1949 y 1965. Entre sus compañeros estuvieron miembros del Salón de la Fama como los también legendarios Joe DiMaggio, Mickey Mantle y Whitey Ford.
También fue protagonista, en 1956, al conseguir el único juego perfecto en la historia de las Series Mundiales, y después del último “out” saltó a los brazos del pitcher Don Larsen. El famoso momento fue inmortalizado en fotografías publicadas en diarios de todo el mundo.
Después de haberse retirado, Berra estuvo primero como entrenador y luego de piloto de los Yanquis, los Mets de Nueva York y Astros de Houston.
Bajo su dirección como técnico consiguió que los Yanquis y los Mets ganasen títulos de la Serie Mundial.
Pero en 1985 fue despido como piloto de los Yanquis a los 16 juegos de iniciar la temporada después de enfrentarse abiertamente con el nuevo dueño del equipo George Steinbrenner. Berra prometió nunca volver al estadio de los Yanquis mientras Steinbrenner siguiera siendo el dueño, pero en 1999 cedió, e hizo el primer lanzamiento de honor en el primer juego de la temporada.
El legendario pelotero fallecido, que nació en el seno de una familia de inmigrantes italianos, era favorito de los aficionados, especialmente entre los niños.
El oso Yogi, un personaje popular de caricaturas, recibió su nombre por él.
Berra se casó en 1949 con su esposa, Carmen. La pareja se conoció en su San Luis natal y tuvo tres hijos, incluido Dale Berra, que jugó en las mayores.
Su nombre y figura también alcanzó el ámbito universitario después que en 1996 recibió un doctorado “honoris causa” de la del estado en Montclair, Nueva Jersey, donde vivía con su familia.
La universidad también le puso su nombre a su estadio de fútbol. El anexo Museo Yogi Berra abrió en 1998, donde se guardan recuerdos del jugador, incluido lo que consideraba su posesión más preciada: el guante que utilizó para atrapar la pelota durante el juego perfecto de Larsen.
Una hazaña que siempre definió como algo grandioso, que no podía explicar las sensaciones que sintió cuando atrapó la última pelota del histórico y memorable partido.
Berra concluyó su carrera profesional con .285 de promedio de bateo, pegó 358 cuadrangulares, e impulsó 1.430 carreras, siendo la mejor marca de todos los tiempos para un jugador en la posición de receptor.
También estableció un promedio de 5,5 ponches por cada 100 turnos al bate y nunca fue ponchado más de 38 veces en una temporada, mientras que su promedio de 102 carreras impulsadas durante 11 campañas consecutivas, que comenzó en la de 1948, la primera que disputó 100 o más partidos.