Hillary Clinton se consolida en el debate

La ex secretaria de Estado Hillary Clinton salió reforzada del primer debate demócrata televisado del pasado martes, en el que el independiente Bernie Sanders fue su mayor rival y donde defendió su historial progresista ante las críticas por su vinculación con los grupos influyentes de Washington.



El control de armas, la reforma bancaria, la política exterior o la necesidad de pasar página a la vieja política, argumento con el que sus contendientes intentan erosionar la popularidad de Clinton, fueron los temas en los que difirieron los cinco precandidatos a la Casa Blanca en las elecciones presidenciales de 2016.



Clinton ocupó el centro del escenario en el hotel Wynn de Las Vegas (Nevada), flanqueada por el senador de Vermont Bernie Sanders -el único que se mantiene como alternativa relevante a la exprimera dama en las encuestas- y el ex gobernador de Maryland Martin O’Malley, necesitados de minutos ante las cámaras y financiación.



El debate demócrata no compitió en número de participantes, audiencia o salidas de tono con el último de los principales aspirantes republicanos en septiembre pasado: una gresca dialéctica de once conservadores en el que destaca el histriónico magnate Donald Trump, capaz de llamar estúpido o feo a sus compañeros de tarima.



Este primer debate demócrata, organizado por CNN, atrajo a 15,3 millones de televidentes, según informó ese canal, por encima de las expectativas de los ejecutivos de la cadena, aunque por debajo de los 25 millones del debate republicano de agosto o los 23 millones del emitido en septiembre.



El público que asistió al debate en uno de los casinos más grandes de Las Vegas también dedicó algunas carcajadas al momento en el que Sanders, que se define como un “socialista demócrata”, dijo que ya estaba bien de “hablar de los malditos correos electrónicos” de Clinton, el punto débil más serio de la favorita, por el momento.



Sanders no quiso utilizar el escándalo por el uso de un servidor privado cuando era secretaria de Estado para atacar a Clinton y prefirió hablar de su “revolución” a favor de la clase media y los pobres y contra los intereses de las grandes fortunas.



Sanders, con un 25 por ciento de apoyo en la media de encuestas realizada por RealClearPolitics, afirmó en una entrevista posterior con MSNBC que fue “una respuesta espontánea”.

O’Malley, el tercero de los participantes que dispuso de mayor tiempo y quien ha pedido que haya más debates -su única esperanza de enfrentarse a la maquinaria de campaña de Clinton-, aprovechó también el asunto de las armas para atacar a Sanders, que ha conseguido robarle el electorado demócrata más de izquierda.