El teatro hispano en NY gana espacios en Broadway

Con casi medio siglo de existencia, el teatro hispano de Nueva York está conquistando cada vez más espacios en la ciudad y ocupando un lugar en Broadway que antes estaba restringido o cargado de estereotipos.



“Algo está cambiando en Broadway. Broadway sabe que tiene que ser más inclusivo”, dijo en una entrevista el español Ángel Gil Orrios, el director de teatro Thalia, una de las nueve salas que integran el sistema de teatro hispano en Nueva York.


Thalia, fundado hace 38 años, es el único de este esquema que tiene sede en el distrito de Queens, un sector de la ciudad con profundas raíces latinas, que presenta obras en dos idiomas, con sesiones alternas en inglés y español.



Gil recuerda que el movimiento del teatro hispano en Nueva York surgió hace 45 años, de la mano de exiliados cubanos que llegaron a la ciudad y trajeron consigo su arte escénico. Entre ellos se encontraba Silvia Brito, fundadora del teatro Thalia.



Nueva York es el principal centro del teatro hispano en Estados Unidos y, aunque están compitiendo con fuerza escenarios de Los Ángeles o Miami, la primera ciudad se enfoca principalmente en el cine y la segunda en telenovelas y doblaje.

Y si se ha desarrollado el teatro hispano en Nueva York es, entre otras razones, porque Broadway es la cuna de ese arte en Estados Unidos y ha sido o es escenario para figuras como Raúl Juliá, John Leguizamo, Lin-Manuel Miranda y Bianca Marroquín.



“Broadway y el teatro hispano (en Nueva York) son vasos comunicantes”, sostiene Gil, originario de la región española de Aragón que llegó hace 36 años a Nueva York y desde hace 16 está al frente de Thalia.



De todos los mencionados, Gil destaca Raúl Juliá, fallecido en 1994 y quien fue uno de los “diez mejores actores de Shakespeare en el mundo”, aunque se lo recuerda sobre todo por su papel en la película “El beso de la mujer araña”.



Lin-Manuel Miranda, quien, según Gil, “es un genio”, es actualmente la figura más importante de Broadway por “Hamilton”, una obra que “ha conseguido innovar el musical, porque se atreve a cosas que el Broadway estándar no hace”.



El teatro hispano intenta reivindicar su propio papel en Nueva York y descartar estereotipos que reservan a actores latinos papeles de criminal o jardinero, y el caso de Juliá, Leguizamo, Miranda y Marroquín son prueba de ello.



Esta última, mexicana, lleva trece años protagonizando en Broadway el musical “Chicago”, de los catorce que lleva en la escena de Nueva York. “Eso pasa muy pocas veces”, dice el director del teatro Thalia.

“La diversidad (en Broadway) se nota cada vez más en todo, está llegando cada vez más a Broadway”, sostiene Gil. “Y ya era hora”, agrega.



Sirvan como ejemplo dos de los dos musicales más exitosos en la escena neoyorquina actual, el “Hamilton” de Lin-Manuel Miranda o “On your Feet”, que cuenta la historia de Emilio y Gloria Estefan.

“Son creados por hispanos, con protagonistas hispanos a tope. Eso no había pasado antes”, dice Gil.



Además, los productores de Broadway saben que hay mucho turismo hispanohablante que llega a la ciudad. “Es un público que no quieren perder, y ya se han dado cuenta”, insiste.



De las nueve salas de teatro hispano en Nueva York, siete se encuentran en la isla de Manhattan, una en Queens y otra en El Bronx. Unas llevan a escena obras en español, otras en los dos idiomas y otras en inglés, pero de autores hispanos.



Salas como Thalia, que ha recibido 194 premios, quieren innovar la escena de esta ciudad presentando obras de autores conocidos por otras artes, como Picasso, que escribió tres obras de teatro, algo “que mucha gente no sabe”, recuerda Gil.



También trajo a la escena “El tuerto es rey”, una de las piezas de la pasión teatral del fallecido autor mexicano Carlos Fuentes, que inclusive llegó a Nueva York para el estreno de la obra, en 2002.



El movimiento del teatro hispano en Nueva York está creciendo progresivamente, porque además de las nueve salas hay compañías que presentan sus propios espectáculos en algunas de ellas y que sirven para nutrir la escena neoyorquina con los acentos hispanos.

“Nueva York es el sitio en el que hay que estar”, recalca Gil.