“Cuando veo un avión, pienso que puede volver a suceder,” dice rescatista hispano

De los escombros del World Trade Center rescatan el cuerpo incinerado de un bombero neoyorquino; los restos y el uniforme son colocados en una canasta especial, sus compañeros hacen fila, se descubren la cabeza y la inclinan, se produce un minuto de silencio, luego volvieron al trabajo con más ahínco.

Esta escena le infundió ánimos para seguir en las tareas de rescate al bombero hispano Paul Barrueto, del Departamento de Bombero de Perth Amboy, NJ, que estuvo dos semanas como voluntario en la Zona Cero, después del fatídico 9/11.

Todo eso lo recuerda al pie del Empty Sky: New Jersey September 11th Memorial, ubicado en Jersey City, al fondo, al otro lado del Río Hudson, cortando el cielo se observa el edificio que se erigió en reemplazo de las torres gemelas.

“Yo me quede admirado realmente por los bomberos neoyorquinos que nunca pararon de buscar a sus amigos, a sus colegas; que fueron en un número de 345 los que fallecieron allí”, relata el hoy teniente Barrueto. “Eso me daba fuerzas de seguir adelante con la misión, porque ellos nunca pararon de remover los escombros para hallar alguien vivo ya sea su colega o un residente”.

El hispano estuvo cuatro días seguidos, los restantes los trabajaba en Perth Amboy pero regresaba por las noches para seguir ayudando. En una pausa de los trabajos, dormía en un Burger King abandonado.

El 9/11 lo sorprendió trabajando en la estación técnica de Motores y Vehículos de Rahway, NJ, inmediatamente se declaró estado de emergencia y todo se paralizó, como sucedió en toda la nación, y lo mandaron a su casa.

Barrueto inmediatamente se cambió la ropa de trabajo y se presentó a la estación de bomberos de Perth Amboy, donde había sido admitido el año anterior. En la radio escuchó que se necesitaban voluntarios.

No lo pensó mucho, al día siguiente, 12 de setiembre, ya movía escombros en la torre 7 del World Trade Center. Lenguas de fuego y columnas de humo aún esperaban ser controladas.

“Me encontré entre muchos escombros, cuerpos incinerados, trabajo arduo de mis compañeros,” acota.

Como secuela de sus días de rescatista, expuesto a miles de toneladas de polvo, cenizas, asbesto, químicos y metal fundido en la Zona Cero, le quedaron problemas respiratorios y “un poco de asma” por lo que cada año debe someterse a un chequeo anual y tomar medicinas, proporcionadas por el Programa de Salud del World Trade Center para personas directamente afectadas por el ataque terrorista del 9/11.

En el nivel anímico, los cuerpos incinerados que tenía que recoger de los escombros, y las siniestras imágenes de las personas lanzándose al vacío que vio en la televisión, se resisten a dejarlo.

“Realmente no trato de pensar en ello. Ahora mismo cada vez que veo pasar un avión pienso que puede volver a suceder lo mismo. Trato de olvidarlo y seguir con mi vida cotidiana,” dice Barrueto.

Sin embargo, volvería a ofrecerse como voluntario sin pensarlo dos veces. “Por supuesto, yo lo haría de nuevo, es mi deber como bombero, como ciudadano de los Estados Unidos”.

Paul Barrueto, nacido en Lima, Perú, fue ascendido en el 2003 a teniente de bomberos de Perth Amboy, sigue trabajando como supervisor inspector de la agencia Motores y Vehículos en Rahway NJ. A los 18 años llegó a vivir a Estados Unidos, desde el primer día vive en la misma ciudad.

El jueves 15 de setiembre recibirá un reconocimiento en el Consulado General del Perú en Nueva York, durante el homenaje a los peruanos víctimas de los ataques terroristas del 9/11.