Deportados, los veteranos olvidados por Estados Unidos
Hernán Martín / EFEUSA
Todo Estados Unidos rindió homenaje a los muertos por la patria en el Día de los Caídos, pero numerosas personas que arriesgaron sus vidas en las guerras de este país siguen prácticamente olvidadas. Son los veteranos deportados.
Aunque su número es una incógnita que no parece saber ni el propio Departamento de Asuntos de Veteranos, una organización fundada en México por uno de ellos tiene registrados a 300.
“Tenemos (registradas a) cerca de 300 personas, hombres y mujeres, deportados a 39 países”, declaró el exparacaidista del Ejército Héctor Barajas, fundador y director de la Casa de Apoyo para Veteranos Deportados en Tijuana (México).
Barajas, de 40 años y natural del estado de Zacatecas, entró ilegalmente a Estados Unidos con sus padres cuando tenía siete años, en 1984, estuvo en el Ejército entre 1995 y 2001, y en 2004 fue deportado a México.
La razón fue que Barajas se había visto implicado en un tiroteo y, aunque nadie resultó herido, tras cumplir año y medio de cárcel fue escoltado por las autoridades hasta la frontera en Nogales.
En el Ejército de Estados Unidos es habitual el reclutamiento de voluntarios que no son estadounidenses y pese a que esta vía es considerada uno de los caminos más rápidos para obtener la ciudadanía, esto no siempre es así.
“Nomás tienen que ser ‘legal resident’ (residente legal) pero para el ‘draft’ (reclutamiento) aceptan indocumentados”, explica Barajas en su español plagado de expresiones en inglés, idioma en el que parece sentirse más cómodo para expresarse pues no en vano pasó casi toda su infancia y juventud en los Estados Unidos.
En enero de 2017 había 10.644 militares no ciudadanos en las diferentes ramas del Ejército y otros 11.524 reservistas, en su mayoría de México, República Dominicana, Filipinas, Jamaica y Corea del Sur, que tras su paso por la milicia no han completado el trámite para hacerse estadounidenses.
En esa situación, un encontronazo con la Justicia, como explica el exparacaidista, puede significar la deportación, a pesar de haber arriesgado la vida por el país.
Y hay que tener en cuenta que muchos de los veteranos que regresan después de haber combatido en Afganistán o en Irak y reciben la “baja con honores” del Ejército, sufren estrés postraumático por las atrocidades vividas o caen en la depresión, en el alcoholismo, la drogadicción o la indigencia.
Barajas dijo no tener estadísticas de suicidios entre los veteranos deportados, pero recordó que en Estados Unidos una media de 22 veteranos se quitan la vida diariamente por estos problemas.
Desde el pequeño local que Barajas dirige en una polvorienta calle de Tijuana, conocido como “El Bunker”, se intenta dar apoyo a los veteranos deportados con albergue y, sobre todo, con asesoría legal.
Los veteranos tienen derecho a atención médica y otras prestaciones, pero los deportados no pueden acceder a ellas por no estar en el país.
Y algunos están muriendo sin recibir la asistencia médica a la que tienen derecho: al menos diez de ellos en los últimos cinco años, según los registros de la asociación de veteranos deportados.
El exparacaidista aseguró que reciben apoyo “de personas en los EEUU”, sin dar más detalles, pero que la finalidad última de la asociación es conseguir el regreso de los deportados a Estados Unidos, donde la mayoría han dejado familia a la que no pueden volver a ver.
Barajas confía en poder regresar pronto, porque este año obtuvo un perdón del gobernador de California, Jerry Brown, pese a lo cual su intención es seguir luchando por el regreso de todos, porque “no se puede dejar a nadie atrás”.
Los veteranos deportados recibieron el respaldo de varios de legisladores demócratas miembros del Caucus Hispano del Congreso.
El grupo, encabezado por la presidenta del Caucus Hispano, Michelle Luján Grisham, lo integran representantes de los cuatro estados fronterizos con México: Texas, Nuevo México, California y Arizona.
“Si somos lo suficientemente buenos como para servir y morir por nuestro país y ser enterrados como veteranos de EEUU, se nos debería permitir vivir con nuestras familias estadounidenses”, sentencia el militar retirado.