Otro político latino que avergüenza a su comunidad
La reciente admisión de culpabilidad del alcalde latino de Paterson José “Joey “ Torres llena de vergüenza a la comunidad hispana del estado.
Es el segundo alcalde latino en menos de un año que va a ir a prisión por actos de corrupción (el alcalde Alex Blanco, de Passaic, fue condenado el pasado mes de noviembre). La corrupción es robo a la ciudad, a los que pagan impuestos, a los que si no pagan les rematan la casa.
En los dos casos se burlaron de sus comunidades. A pesar de que detrás de ellos existía el historial de anteriores alcaldes que fueron presos por lo mismo.
Torres quien en su primer periodo reemplazó al alcalde Marty Barnes, fue testigo de las consecuencias de la corrupción, que pusieron tras las rejas a Barnes en el 2002.
Al ganar su segundo periodo, Torres sucedió al alcalde Jeffery Jones, a quien se le recuerda tristemente por haber cobrado horas extras durante la tormenta Sandy, cheque que tuvo que devolver.
¡Y llegó al cargo prometiendo desarrollar a la ciudad y acabar con la corrupción!
Otra alcalde latino del condado de Passaic, Sammy Rivera, también terminó tras las rejas por cargos de corrupción en mayo del 2008.
Un equipo del FBI le tendió una trampa a Rivera y lo grabaron recibiendo un soborno de varios miles de dólares, que soldaba una investigación alrededor de las ventas y refacciones de las casas en la ciudad.
En la misma cáscara de plátano resbaló el alcalde Blanco.
Blanco, condenado a 27 meses de prisión, fue electo apresuradamente para reemplazar al ex-alcalde Sammy Rivera. No obstante, este médico podiatra de profesión también terminó tras las rejas avergonzando a su comunidad.
Uno se pregunta ¿que necesidad había de entrar en corrupción? Ya al alcalde de Paterson le habían aumentado el sueldo anual a $187, 623, una cantidad realmente excesiva para el incúmbete de un pueblo pobre y con gran desempleado, con partes de la ciudad en completa ruina.
El alcalde Blanco tenía un salario de $75,000, más los ingresos que recibía como médico a tiempo completo. A los que hay que sumarle que, ambos, Torres y Blanco, usaban los vehículos de la municipalidad.
De manera que ambos tenían ingresos que les permitía vivir cómodamente. ¿Hay algún vicio detrás de ese afán monetario?, ¿Alguna debilidad que les obliga a obtener más dinero a como de lugar?
Detrás de todo pareciera haber una vieja mentalidad importada de nuestros países: Roba pero trabaja o no importa que robe si lo hace bien.
Allí tenemos el fruto de esa mentalidad: ir a la cárcel.
Estos casos esperemos que sirvan para que los oficiales latinos se miren en ese espejo, reconozcan que el ojo público y la justicia estadounidense están atentos a lo que hacen y que la corrupción no tiene impunidad. Quien pierde por la condena de estos alcaldes latinos finalmente es la comunidad.