Julia Solomonoff recrea los “malabarismos” de inmigrantes
La directora argentina Julia Solomonoff presentó en Miami su nueva película “Nadie nos mira” (2017), film que indaga en la experiencia de los inmigrantes y los “malabarismos” que tienen que hacer para adaptarse a sus nuevos lugares.
En una entrevista Solomonoff aseguró que el largometraje narra la historia de un joven que debe buscar su propio camino a pesar de las derrotas, y a caballo entre el inglés y el español, entre la cultura latina y la norteamericana, entre Buenos Aires y Nueva York.
El personaje principal, Nico, interpretado por el argentino Guillermo Pfening, se instala en la dicotomía entre ser un actor de éxito en Buenos Aires y un inmigrante en Nueva York, y quien por las continuas dificultades que experimenta se va aislando de la realidad.
“El personaje llega a la ciudad por un desamor, y hasta que no resuelva esa relación no va a poder avanzar profesionalmente ni va a poder tomar decisiones que realmente lo beneficien a él como individuo”, explicó la realizadora, productora y guionista.
En este sentido, la película de la bonaerense, que con su estreno en el Tower Theater de Miami prosigue su recorrido internacional, que abarca EEUU, Canadá, Brasil y Colombia, trata también sobre la identidad, el crecimiento personal y el valor que cada persona le da al éxito y al fracaso. “El miedo al fracaso es una gran trampa, nadie puede crecer si no se cae antes”, resaltó la directora.
Matizó que esa necesidad que tiene Nico por mostrar una imagen exitosa e impresionar al otro se ve fomentada en la vida real por las redes sociales, a través de las cuales se construye una “estrategia de supervivencia y superficialidad”.
Para Solomonoff, quien reside en Nueva York, presentar la película en Miami es “muy especial”, no solo por la numerosa comunidad latina sino porque en la edición de 2015 del Festival Internacional de Cine de esta ciudad logró un premio que le permitió sumar financiación para la producción de la cinta. “Está ciudad ha visto crecer mi proyecto desde el principio”, reconoció.
El largo tuvo su estreno estadounidense en abril pasado, en el Festival de Cine de Tribeca, que se celebra en Nueva York y en donde Pfenning se llevó el premio al mejor actor en la categoría de narrativa internacional.
La realizadora, cuyo anterior largo fue “El último verano de la boyita” (2009), señala que su más reciente película es “muy específica” de la experiencia de Nueva York, ciudad que es “más dura” que Miami en cuanto a la competitividad para sobrevivir.
Preguntada por la situación actual de la industria cinematográfica, Solomonoff no dudó en afirmar que el cine estadounidense solo está pendiente de gustar y de conseguir una cierta popularidad y valores de mercado.
“Últimamente produce películas demasiado básicas y ligadas a las fórmulas clásicas”, sin embargo el cine latinoamericano independiente “a pesar de estar muy amenazado” es todavía una industria cultural en la que”se conjugan valores de identidad, de búsqueda y de comunidad, con la venta de entradas”, detalló.
Añadió que el cine de Hollywood tiene una “deuda enorme” con las minorías étnicas, porque “quien toma las decisiones ignora al público latino y lo desprecian, muestran poco respeto por la comunidad para la que trabajan y por la que reciben un sueldo”.
Solomonoff, que dijo no ser “anti-streaming”, sostuvo que esa gran oportunidad que suponían las plataformas digitales de cine y televisión para la diversificación y para ofrecer un “paisaje mucho más grande” se ha ido perdiendo.
Vaticinó que el futuro del cine y la cultura será un “híbrido” de películas, series y series web, pero advirtió que el hecho de que se pueda pinchar cientos de veces en el mismo producto no da diversidad y riqueza, sino todo lo contrario.
Sobre su faceta como docente en universidades de EEUU, resaltó el hecho de poder escuchar nuevas historias y “miradas”, porque el “35 o 40 %” de sus alumnos son de distintas nacionalidades. “Muchos de mis alumnos están escribiendo historias que narran las experiencias en Europa de refugiados afganos, serbios, iraquíes, sirios, o paquistaníes”, relató.
Busca tratar de hacer a sus alumnos conscientes del valor que implica la diversidad de esas historias y alejarlos de “la repetición de la fórmula”, que hace que se sepa cómo va a acabar una película a los minutos de iniciada.
“Me parece una pérdida muy grande de oportunidades, de tiempo, de energía y de dinero”, afirmó.