El país no está viviendo una ola de violencia y anarquismo
Kleibeel Marcano / Reporte Hispano
A pesar de las imágenes en los noticieros en las última semanas de protestas violentas y las noticias de incrementos de balaceras en las ciudades, el país no está a travesando una ola de violencia, al contrario, vivimos en una época de bajas tasas de criminalidad y homicidios, según explicaron varios analistas en una conferencia de prensa organizada por Ethnic Media Services (EMS).
Michael German, ex agente especial del FBI y miembro del Brennan Center for Justice, Liberty and National Security, señaló que actualmente existe una percepción de que el crimen está aumentando en Estados Unidos y que estamos viviendo un periodo muy peligroso, “pero esto no es verdad”.
Explica que un análisis histórico de las cifras de criminalidad, demuestra que desde principios de los años 90, cuando los homicidios registraron los niveles más elevados, ha bajado consistentemente las cifras de crímenes y homicidios en todo el país. “Hoy estamos viviendo un histórico bajo nivel de violencia en el país”, dijo.
German destaca que la violencia que se observa en las actuales protestas “no es nada en comparación con las protesta de los años 60 y 70”. Explica que cada año las estadísticas fluctúan, por lo que al compararse las cifras de incidentes entre años recientes, se puede observar un porcentaje grande de fluctuación, especialmente en algunas ciudades, que tiende a ser interpretado por los medios como una “ola de anarquismo”, cuando las estadísticas históricas indican una reducción constante y significativa de la violencia.
Supremacía blanca y violencia
German explicó que la violencia de los grupos de supremacía blanca y de la extrema derecha es un problema poco entendido en el país porque el gobierno federal no ha priorizado este problema ni los gobiernos estatales ni locales lo asumen como tal.
No existe a nivel nacional un estrategia para abordar a estos grupos a pesar que desde el 2006 el FBI a calificado a estos grupos como un problema significativo.
El ex agente del FBI señaló que el problema de estos grupos ha sido ignorado al punto que el FBI no lleva un registro de los incidentes violentos o homicidios perpetuados por los grupos de supremacía blanca en el país.
Los intentos para que peligrosos integrantes de estos grupos, que están siendo monitoreados por el FBI, sean incluidos en las lista de terroristas han sido rechazado desde el 2015, según German, lo que impide que los departamentos de policías en todo el país puedan identificarlos rápidamente si interactúan con estos sujetos.
Los crímenes cometidos por estos grupos son calificados usualmente por el FBI como crímenes de odio, delitos que no están entre sus principales tres prioridades como el terrorismo.
Germán explica que para priorizar la violencia de los grupos de supremacía blanca sólo se requiere la firma del Fiscal General, estableciendo la magnitud del problema y calificándolo como una de las principales prioridades. Asimismo, señala que el Congreso debe demandar la creación de una estrategia nacional contra estos grupos y los estados y gobiernos locales mejorar las políticas sobre comportamiento racistas dentro de los departamentos de policía, estableciéndose fuertes sanciones.
En este sentido, recuerda que el país se formó como un proyecto de supremacía blanca, de la colonización de europeos del nuevo mundo, “que no era nuevo para la gente que vivía aquí”.
La supremacía blanca fue codificada en las leyes y en las estructuras sociales por cientos de años. Las instituciones encargadas de aplicar la ley, incluyendo a la policía, aplicaban las normas de supremacía, no sólo en el sur del país, sino en toda la nación.
La policía tenía, y aún sigue teniendo en algunas zonas del país, estrecha vinculación con los grupos de supremacía.
Cambiar el lenguaje
Raj Jayadev, activista comunitario de la organización, Silicon Valley De-Bugen San Jose, California, señaló durante la rueda de prensa de EMS que la manera como representantes electos, funcionarios y jefes de la policía usan el lenguaje ha creado una mayor polarización.
En su opinión, cuando el presidente Trump y otros funcionarios electos hablan de seguridad, se refieren a incrementar el patrullaje, las detenciones, los juicios y el encarcelamiento. “Estas son las cosas que ponen en amenaza la seguridad de las comunidades de color, ya que implica desde la aplicación de perfiles raciales con detenciones arbitrarias basadas en el color de piel, hasta la violencia letal de los policías, y largas condenas por delitos no violentos”.
Para Jayadev, el discurso de “Ley y Orden” no es el mecanismo para lograrlo, ni la seguridad debe ser entidad como un juego de “suma cero”, en donde si se protege a unos se afecta la seguridad de otros.
“Las protestas buscan seguridad para los grupos que han sido más oprimidos, lo cual generará mayor seguridad para todos”, señaló.
Para garantizar la seguridad de toda la población considera que se debe invertirse más en tratamientos para salud mental, oportunidades de trabajo, vivienda, educación y recreación.
Por su parte, Michael German,señaló que desde el inicio de las protestas ha habido un esfuerzo en los gobiernos de todos los niveles en presentar las manifestaciones como un problema creado por agitadores externos, definidos como anarquistas y antifacista. Esto se realiza para desviar la atención sobre el hecho de que las protestas son realizadas por miembros de la misma comunidad que expresan sus legitimas preocupaciones.
“Cuando se dice que son agitadores externos, envían el mensaje implícito de que la comunidad está siendo afectada por gente de afuera, lo que permite una mayor agresión por parte de la policía. Si reconocen que las protestas son realizadas por gente de la comunidad, a quienes están supuestos a proteger y servir, se les hace más difícil justificar la violencia de la policial para reprimir las manifestaciones”.