Si no arriesgas no ganas: Apertura nuevo restaurante mexicano en medio de la pandemia
Muchos restaurantes latinos han cerrado puertas temporalmente o para siempre, desgracia de la pandemia y no queda más que llorar sobre sus cenizas.
Mi Bandera en Union City, un celebrado restaurante cubano de carnes, cerró y no tiene fecha de reapertura; Delizzioso un concurrido restaurante peruano de Paterson lo vendió a la competencia, Cucharamama un punto de comida latina muy cotizada se fue del mercado en Hoboken, como otros más, y Lola”s Tequila House, apenas inaugurado en el 2019 vendió, hace tres meses, su plaza, en Carlstadt, condado de Bergen
Lo compró el poblano Arturo Ortega, de La Fortaleza, y con él abrió su cuarto restaurante mexicano en Nueva Jersey.
El restaurante es grande por los cuatro costados, con un aforo de 360 personas, capacidad de 150 vehículos en el estacionamiento en un área de 3 acres, y pese al recrudecimiento de la pandemia, abrió puertas el 3 de diciembre con buen pie: el último sábado 5, había fila en el exterior para entrar, según su propietario.
Ortega sostiene que inaugurar su restaurante, en un momento que no pinta muy bueno para los negocios, fue cuestión de arriesgarse.
“Entiendo el negocio como un riesgo y una oportunidad” dice Ortega “mi concepto es que, como la gente no va al cine, a ver partidos de fútbol o béisbol o fútbol americano, las fiestas en casa son limitadas, lo único que le queda son los restaurantes,” dice.
Además, otro factor importante que lo empujó fue la percepción de que La Fortaleza es conocida como una marca en el universo de restaurantes de Nueva Jersey, que identifica un tipo de ambiente y decorado mexicano, comida típica y experiencia en el servicio al cliente.
Empezó en la industria hace 20 años, y ahora se puede ver a La Fortaleza, en Garfield, en Clifton y en Passaic.
Al ingresar a cualquier restaurante de la marca se pueden ver los imaginarios de la cultura mexicana, el charro, las catrinas, Frida Khalo, carteles con dichos populares mexicanos, colores brillantes, mucha madera que hace recordar las antiguas haciendas.
Y hay un elemento muy personal del propietario, que se repite en todos los restaurantes: el vocho, que es cómo se llama en Mėxico al popular auto escarabajo de la Volkswagen.
El padre de Ortega tenía un Vocho allá en su puebla natal, él nunca pudo manejar uno porque era muy pequeño, siempre anhelaba tener uno, solo después de emigrar a Estados Unidos se compró su primer Volkswagen, es probable que de allí venga su cariño con éste vehículo, que puede considerarse como su amuleto.
Le pone mucho cuidado en la atención al cliente, con un staff que está mayormente integrado por personal colombiano.
“Me gusta trabajar con mexicanos y los contrato cada vez que tengo oportunidad, porque conocen la cultura, los platos de la comida nuestra y sus ingredientes a la perfección, pero como usted notó tengo muchos chicos de esa nacionalidad (colombiana) y me gusta su trabajo”
La comida se precia de ser un 80% natural y hecha en el lugar: preparan sus propias salsas y moles, algunos ingredientes como las tortillas se compran fuera y los precios son asequibles: un piqueo “Fiesta Fortaleza” ofrecido con tacos al pastor, quesadillas, minina oaxaca, acompañados de pico de gallo, guacamole, y jalapeño va por los 20 dólares.
Otro plato que identifica a la casa es el “Filete Enamorado” por $20.
Además ofrece un detalle, si se pide una margarita, que se sirve en un cantarito de barro -hecho en México- por los artesanos de La Providencia- por lo que ayuda a conservar el cóctel bien frío, como debe ser, el cliente se puede llevar la pieza de recuerdo, ni más ni menos que un souvenir.
Sin embargo, se nos hacía tarde y nuestro conductor nos dejaba, de manera que no lo pudimos probar y verificar las bondades de la comida y la bebida de La Fortaleza, esa labor la dejamos al lector. Ya nos contarán.