Mayorkas, el inmigrante que velará por la seguridad de EEUU y sus fronteras
Laura Barros/ EFE News
Hijo de inmigrantes y llegado a EE.UU. siendo un niño, Alejandro Mayorkas se convirtió en el primer hispano en ser confirmado secretario de Seguridad Nacional, un cargo desde el que deberá resguardar al país de cualquier amenaza, proteger sus fronteras y hacer cumplir las leyes de inmigración.
El nombramiento de Mayorkas, de 61 años y quien abandonó Cuba junto a sus padres en 1960 tras el triunfo de la revolución encabezada por Fidel Castro, recibió el visto bueno en el Senado en una estrecha votación 56-43.
“Ali”, como lo llaman sus allegados, y su hermana, Cathy, dejaron atrás la cálida isla a la que su padre, Charles R. “Nicky” Mayorkas, no pudo volver jamás. Para su madre, Anita Gabor, una judía que huyó de Rumanía a Francia y de allí a Cuba, sería la segunda vez que buscaba refugio.
FUNCIONARIO EXPERIMENTADO
El nuevo secretario de Seguridad Nacional es un hombre que ya se fogueó en la administración pública durante la era de Barack Obama (2009-2017) y llega al frente del Departamento de Seguridad Nacional, una agencia con cerca de 300.000 empleados y un presupuesto de 49.800 millones de dólares al año, con una amplia experiencia en el ámbito legal.
Entre 2009 y 2013 dirigió el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS, en inglés) y posteriormente se convirtió en subsecretario adjunto de esa dependencia entre 2013 y 2016.
Sobre su experiencia como subsecretario del DHS, el diario The Washington Post recordó una reunión que Mayorkas convocó en 2015 cuando se preparaban para una nueva crisis en la frontera con México debido a la masiva llegada de inmigrantes acompañados de menores de edad que, por orden de un juez, no podrían permanecer retenidos períodos prolongados en las cárceles de inmigración.
“Un funcionario en la mesa, Tom Homan, propuso una ‘separación administrativa’, según dos de los asistentes a la reunión. El Gobierno encarcelaría a los padres y enviaría a sus hijos a refugios”, relató el Post, que indicó que la respuesta de Mayorkas fue rotunda: “No vamos a hacer eso”.
La propuesta tomaría vida durante la pasada Administración de Donald Trump, que llegó a separar a cerca de 3.000 pequeños de sus padres indocumentados detenidos en la frontera, y será uno de los retos que Mayorkas deberá encarar como secretario, pues deberá reunir a unos 545 menores que aún no han sido devueltos a sus familias.
Ya convertido en subsecretario del DHS Mayorkas pudo volver a La Habana, como parte de los acercamientos que Obama lideró para normalizar las relaciones con Cuba. “Fui con el corazón nervioso”, admitió, según una nota publicada en noviembre de 2015 por el Post.
De su paso por la isla -algo que soñó hacer junto a su padre-, la publicación rescató que, cumplida la agenda oficial, el funcionario visitó el cementerio donde reposan los restos de sus parientes, así como la escuela primaria y la fábrica de su padre.
También dejó un legado en inmigración. Mayorkas es considerado el arquitecto del programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), que protege de la deportación a jóvenes traídos al país por sus padres indocumentados, a quienes se conoce como “soñadores”. Trump intentó acabar con esa iniciativa.
ESTUDIANTE CON HONORES Y FISCAL MODERADO
En la trayectoria del nuevo secretario, quien llegó con sus padres a Miami y después se trasladó a Los Ángeles, destaca que se graduó con honores en la Universidad de Berkeley, en California, y la Escuela de Derecho de la Universidad Loyola Marymount.
También fue en ese estado donde comenzó su carrera legal, primero en el ámbito privado y poco después como fiscal federal auxiliar hasta convertirse, después de ocupar una serie de cargos en los que persiguió delitos como el fraude y otras causas federales, en fiscal del distrito central de California.
De esa época data un artículo que le dedicó Los Ángeles Magazine, que lo bautizó “The enforcer” (“El ejecutor”) y hacía un paralelo entre el entonces abogado de 40 años y el para la época fiscal general de Nueva York, Rudolph Giuliani, quien es actualmente uno de los defensores de Trump.
La nota llamó a Mayorkas, que en 1988 se convirtió en el fiscal federal más joven de EE.UU., la antítesis de Giuliani: “Un empático de 5 pies y 7 pulgadas de voz suave que enfatizaba la moderación de la fiscalía”, reseñó en su artículo el Post. “Mi misión es garantizar que se haga justicia, y parte de mi trabajo es saber cuándo no procesar”, afirmó el fiscal Mayorkas.
UN ORGULLO PARA BIDEN
Al presentarlo oficialmente como su nominado en noviembre pasado, Biden se mostró “orgulloso” de haber elegido a Mayorkas para liderar el DHS.
“Estoy orgulloso de que por primera vez el Departamento recaiga en un inmigrante, un latino, que sabe que somos una nación de leyes y valores”, afirmó Biden.
Y Mayorkas respondió expresando su orgullo de ser ciudadano estadounidense.
“Las palabras ‘en nombre de los Estados Unidos de América’ significan todo para mí y para mis padres (…) Mi padre y mi madre me trajeron a este país escapando del comunismo. Valoran nuestra democracia”, dijo.
CONFIRMACIÓN COMPLICADA
La votación que confirmó a Mayorkas como secretario de Seguridad Nacional puso fin a un debate que reabrió en el Senado uno de los episodios de los que el ahora funcionario de la Administración Biden dice haber aprendido.
Al igual que en 2013, cuando aspiraba a ser subsecretario de Seguridad Nacional, Mayorkas enfrentó un duro escrutinio por supuestamente haber utilizado su posición al frente del USCIS para dar preferencia a determinados individuos dentro de un programa de visados de entrada a EE.UU.
“Trabajo muy duro. Y he trabajado muy, muy, duro a lo largo de mis casi 20 años de servicio gubernamental para dar honor al cargo que he tenido el privilegio de ocupar”, respondió a los senadores Mayorkas.
Ahora, como secretario de Seguridad Nacional, tiene por delante conseguir la venia del Congreso a la ambiciosa reforma migratoria propuesta por Biden -la propuesta estrella del presidente demócrata durante su campaña.Igualmente, deberá restaurar los beneficios de asilo y refugio que la Administración de Trump redujo a su mínima expresión y llevar un delicado equilibrio para que las acciones del Gobierno de Biden no incentiven la migración irregular.