Impulsan los monitores de glucosa que no ayudan a la mayoría de diabéticos
Por Phil Galewitz / Kaiser Health News
En la batalla de la nación contra la epidemia de diabetes, el arma preferida que se promueve agresivamente entre los pacientes es tan pequeña como una moneda de 25 centavos, y se usa en el abdomen o en el brazo.
Es un monitor continuo de glucosa (MCG), un sensor diminuto que se inserta justo debajo de la piel, lo que alivia la necesidad de que los pacientes se pinchen los dedos todos los días para controlar el nivel de azúcar en sangre.
El monitor rastrea los niveles de glucosa en todo momento, envía lecturas al celular de los pacientes y al médico, y alerta cuando éstas son demasiado altas o demasiado bajas.
Hoy en día, casi dos millones de personas con diabetes usan estos monitores, el doble que en 2019, según la firma de inversión Baird. Sin embargo, hay poca evidencia de que logren mejores resultados para la mayoría de las personas con diabetes -cerca de 25 millones con diabetes tipo 2 en los Estados Unidos que no se inyectan insulina para regular su azúcar en sangre-, dicen expertos en salud.
Aún así, los fabricantes, algunos médicos y las aseguradoras, dicen que estos dispositivos ayudan a los pacientes a controlar su diabetes al brindar información casi instantánea para cambiar la dieta y el ejercicio en comparación con las pruebas de punción digital una vez al día.
Agregan que pueden reducir las costosas complicaciones de la enfermedad, como ataques cardíacos y cerebrales.
Los MCG no son rentables para los pacientes con diabetes tipo 2 que no usan insulina, dijo el doctor Silvio Inzucchi, director del Centro de Diabetes de Yale.
Claro, es más fácil colocar un dispositivo en el brazo una vez cada dos semanas que pincharse los dedos, dijo. Pero “el precio de estos dispositivos no es justificable para el uso diario de la persona promedio con diabetes tipo 2”.
Sin seguro, el costo anual de usar un monitor de glucosa varía entre 1.000 y 3.000 dólares.
Las personas con diabetes tipo I, que no producen insulina, necesitan los datos frecuentes de los monitores para inyectarse la dosis adecuada de una versión sintética de la hormona, mediante una bomba o una jeringa.
Debido a que las inyecciones de insulina pueden causar caídas potencialmente mortales del azúcar en sangre, los dispositivos también brindan una advertencia a los pacientes cuando pasa esto, lo que es particularmente útil mientras duermen.
Pero las personas con diabetes tipo 2, una enfermedad diferente, producen insulina para controlar los aumentos después de comer, pero sus cuerpos no responden tan vigorosamente como las personas sin la enfermedad. Aproximadamente el 20 % de los pacientes con diabetes tipo 2 todavía se inyectan insulina porque sus cuerpos no producen suficiente y los medicamentos orales no pueden controlarla.
Generalmente, los médicos recomiendan que los pacientes con diabetes midan su glucosa en casa para monitorear si están alcanzando los objetivos del tratamiento y aprender cómo los medicamentos, la dieta, el ejercicio y el estrés afectan los niveles de azúcar en sangre.
Sin embargo, el análisis de sangre crucial que utilizan los médicos para controlar la diabetes tipo 2 se llama hemoglobina A1c, que mide los niveles promedio de glucosa en sangre durante largos períodos de tiempo. Ni las pruebas de punción digital ni los monitores de glucosa analizan la A1c. No pueden, ya que esta prueba involucra una mayor cantidad de sangre y debe realizarse en un laboratorio.
Los monitores continuos de glucosa tampoco evalúan la glucosa en sangre. En cambio, miden el nivel de glucosa intersticial, que es el nivel de azúcar que se encuentra en el líquido entre las células.
Así y todo, las empresas parecen decididas a vender los monitores a las personas con diabetes tipo 2, las que se inyectan insulina y las que no, porque es un mercado de más de 30 millones de personas, comparado con los 1,6 millones de personas que tienen diabetes tipo 1.
Una caída de los precios ha contribuido a impulsar la demanda de monitores. Abbott FreeStyle Libre, una de las marcas líderes y más económica, cuesta 70 dólares por el dispositivo y alrededor de 75 dólares al mes por los sensores, que deben reemplazarse cada dos semanas.
Otro factor ha sido la expansión de la cobertura de seguros.
Casi todas las aseguradoras cubren los monitores continuos de glucosa para personas con diabetes tipo 1, para quienes es un salvavidas comprobado. Hoy, casi la mitad de las personas con diabetes tipo 1 usan un monitor, según Baird.
Un número pequeño pero creciente de aseguradoras está comenzando a cubrir el dispositivo para algunos pacientes con diabetes tipo 2 que no usan insulina, incluidos UnitedHealthcare y CareFirst BlueCross BlueShield, con sede en Maryland. Estas aseguradoras dicen que han visto un éxito inicial entre los miembros que utilizan los monitores para ayudar a mantener su diabetes bajo control.
Los pocos estudios, en su mayoría pequeños y pagados por los fabricantes de dispositivos, que examinan el impacto de los monitores en la salud del paciente muestran resultados contradictorios en la reducción de la hemoglobina A1c.
Aún así, dijo Inzucchi, los monitores han ayudado a algunos de sus pacientes que no necesitan insulina y no les gusta pincharse los dedos a cambiar sus dietas y bajar sus niveles de glucosa.
Pero otros médicos dijeron que no han visto pruebas de que las lecturas hagan que los pacientes realicen cambios duraderos en su dieta y rutinas de ejercicio. Aseguran que muchos pacientes que no usan insulina podrían estar mejor tomando una clase de educación sobre diabetes, inscribiéndose en un gimnasio o visitando a un nutricionista.
“No veo el valor adicional de un MCG en esta población con la evidencia actual que tenemos”, dijo la doctora Katrina Donahue, directora de investigación del Departamento de Medicina Familiar de la Universidad de Carolina del Norte. “No estoy segura de si más tecnología es la respuesta correcta para la mayoría de los pacientes”.
Donahue fue coautora de un estudio histórico de 2017 en JAMA Internal Medicine que no mostró ningún beneficio al reducir la hemoglobina A1c después de un año de controlar regularmente los niveles de glucosa mediante pruebas de punción en el dedo para personas con diabetes tipo 2.
Donahue supone que las mediciones hicieron poco para cambiar los hábitos de alimentación y ejercicio de los pacientes a largo plazo, lo que probablemente también sea cierto en el caso de los monitores continuos de glucosa.
“Necesitamos ser razonables en la forma en que usamos estos monitores”, dijo Veronica Brady, educadora certificada en diabetes en el Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas y vocera de la Asociación de Especialistas en Educación y Cuidado de la Diabetes.