Unas 690 millones de personas en el mundo padecen hambre principalmente a causa de conflictos armados, cambio climático y la pandemia del COVID-19
Kleibéel Marcano / Reporte Hispano
En los últimos años la inseguridad alimentaria aguda y el hambre ha aumentado en el mundo. El Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (WFP, por sus siglas en inglés), estima que actualmente unas 690 millones de personas en el mundo padecen hambre o inseguridad alimentaria aguda. “Cada vez es más evidente que la meta de ‘cero hambre’ en el año 2030 de la ONU no se va ha lograr”, afirmó Steve Taravella, portavoz principal del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas en una conferencia de prensa organizada por Ethnic Media Services (EMS).
Taravella explicó que el incremento del hambre y la inseguridad alimentaria aguda en los últimos años se debe a lo que llamo “las tres C”: Conflictos, Clima y Covid-19.
Los conflictos armados, resaltó el vocero de la WFP, son la mayor causa de hambre e inseguridad alimentaria aguda. Estos eventos creados por el hombre y que son completamente prevenibles, dijo Taravella, hacen prácticamente imposible para las personas encontrar alimentos. “La destrucción de carreteras y aeropuertos, el fuego cruzado día y noche, hace casi imposible que la gente pueda salir a buscar alimentos y que se pueda llevar y distribuir la ayuda humanitaria”.
Países como Yemen, Sudán del Sur y Siria, son algunos de los que presentan fuertes conflictos armados con amplias poblaciones padeciendo hambre.
La segunda causa de hambre son los eventos naturales producidos por la crisis climática. El calentamiento global ha alterado los patrones de temperaturas en todo el mundo aumentando las sequías, fuertes lluvias, inundaciones, maremotos, huracanes, grandes incendios forestales, entre otros, dejando a su paso comunidades desvastadas y sin recursos para recuperarse, por lo que requieren de la ayuda internacional para poder alimentar a la población.
Antes del inicio de la pandemia del COVID-19, unas 135 millones de personas enfrentaban inseguridad alimentaria aguda, es decir, que no sabían si podrían comer el siguiente día. Con la pandemia, la WFP estima que el número de personas que enfrenta inseguridad alimentaria aguda se duplicó a 270 millones.
Más que por los efectos en la salud, la pandemia ha generado un impacto económico devastador en las economías de todos los países, especialmente los países pobres, que además de ver paralizada sus débiles economías, han registrado una caída abrupta de las remesas que recibían sus ciudadanos de familiares en el exterior.
“La pandemia ha hecho a los pobres más pobres y a los hambrientos más hambrientos”, resaltó Taravella.
La WFP cada año ayudaba con alimentos a unas 100 millones de personas en el mundo. A causa de la pandemia del Covid y los conflictos armados, en el 2020 la WFP rompió su récord en ayuda con alimentos asistiendo a 114 millones de personas. Para este año 2021 planea dar alimentos a unas 120 millones de personas en el mundo.
La WFP no ofrece comidas calientes, o cestas de comestibles como la que reparten los bancos de alimentos en Estados Unidos a su población. La ayuda alimentaria es básica. Los principales alimentos que reparten son harina, arroz, lentejas, frijoles, aceite y sal, entre otros.
La organización cuenta con un presupuesto anual de 8.5 mil millones de dólares, proveniente de donaciones de países, fundaciones, empresas y particulares. Pero ante el incremento de la demanda de ayuda, estima que este año requerirán de 13.5 mil millones de dólares para poder proveer la asistencia alimentaria.
Por tal motivo la WFP está haciendo un llamado a las personas y familias multimillonarias para que realicen donaciones que permitan cerrar el déficit presupuestario.
El hambre se cuadruplicó en Centroamérica
Centroamérica ha sido una de las regiones más afectadas en los últimos años, según señaló Elio Rujano, vocero de la oficina regional para América Central y el Caribe del Programa Mundial de Alimentos.
La inseguridad alimentaria aguda en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua se ha multiplicado casi por cuatro en los últimos dos años, pasando de 2,2 millones de personas en 2018 a cerca de 8 millones de personas en 2021, como resultado de la crisis económica provocada por la COVID-19 y años de eventos climáticos extremos. De esta cifra, 1,7 millones de personas se encuentran en la categoría de «emergencia» de inseguridad alimentaria y necesitan asistencia alimentaria urgente.
La región ha padecido fuertes sequías (el 2015 fue el año con menos lluvias desde 1981), clima errático, el fenómeno de El Niño, huracanes y tormentas, que han destruido y afectado los cultivos, fuente de ingreso de millones de familias.
Los huracanes Eta e Iota que azotaron Centroamérica en noviembre de 2020 cambiaron la vida de 6,8 millones de personas. Muchos perdieron sus hogares y sus medios de vida. Los huracanes destruyeron más de 200.000 hectáreas de alimentos básicos y cultivos comerciales en los cuatro países y más de 10.000 hectáreas de tierras de cultivo de café en Honduras y Nicaragua.
Por otra parte, la pandemia del Covid-19, que paralizó las economías, en especial la economía informal, que representa más del 50% de sector laborar en Centroamérica, la economía de servicios y el turismo, hizo que cambiara la “cara del hambre” en la región, que se extendió desde las zonas rurales hacia las zonas urbanas, explicó Rujano.
Los huracanes golpearon a la región cuando estas comunidades ya estaban lidiando con la pérdida de empleos y una economía en contracción, una consecuencia de la COVID-19.
WFP tiene previsto ayudar a 2,6 millones de personas en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua en 2021 y requiere 47,3 millones de dólares durante los próximos seis meses.