Disminuye la mortalidad por cáncer, pero persisten amenazas
La mortalidad por cáncer en general sigue disminuyendo en Estados Unidos, pero este progreso se ve amenazado por el aumento de la incidencia de algunos de los cánceres más frecuentes, revela un informe divulgado por la Sociedad Estadounidense Contra el Cáncer (ACS).
Además, el número proyectado de nuevos diagnósticos supera por primera vez los dos millones para 2024.
El informe anual de la ACS, publicado en la revista de la organización, estima que la tendencia descendente de la mortalidad por cáncer ha resultado en más de cuatro millones de muertes menos en el país desde 1991.
Rebecca Siegel, directora de investigación de vigilancia de la ACS y autora principal del estudio, celebró “la caída constante en la mortalidad por cáncer como resultado de fumar menos, la detección más temprana de algunos cánceres y un mejor tratamiento”.
“Pero como nación hemos fallado en la prevención del cáncer mientras la incidencia sigue aumentando para muchos cánceres comunes, como el de seno, de próstata y de endometrio”, advirtió.
El análisis de los datos más recientes reveló que el aumento en la incidencia de cáncer colorrectal ha cambiado con rapidez los patrones de mortalidad en los adultos menores de 50 años.
Esta enfermedad ha pasado de ser la cuarta causa principal de muerte por cáncer tanto en hombres como en mujeres jóvenes hace dos décadas a ser la primera en los hombres y la segunda en las mujeres.
“Hasta un tercio de las personas diagnosticadas antes de los 50 años tienen antecedentes familiares o predisposición genética (al cáncer colorrectal) y deben comenzar a hacerse pruebas de detección antes de los 45 años”, señaló el doctor Ahmedin Jemal, coautor del estudio.
Por otro lado, el cáncer de seno lleva la delantera en las mujeres menores de 50 años con 2.251 muertes en 2021.
No obstante, la mortalidad por cáncer de mama disminuyó en un 58 % entre 1975 y 2019 en Estados Unidos, reducción atribuida a las mejorías en el diagnóstico y el tratamiento, según otro estudio publicado por la revista ‘Journal of American Medical Association’.
El estudio determinó que la tasa de mortalidad por cáncer de mama era de 48 mujeres por cada 100.000 en 1975 y se había reducido a 27 por cada 100.000 en 2019.
El 29 % de esta merma se vinculó con el tratamiento del cáncer de mama metastásico, un 47 % con el tratamiento del cáncer desde la etapa uno a la etapa tres, y un 25 % con la detección del cáncer en la mamografía.
El cambio más grande en la tasa de supervivencia después de la recurrencia del cáncer metastásico ocurrió entre 2000 y 2019, pasando de 1,9 años a 3,2 años.
De acuerdo con los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC), la tasa de mortalidad por cáncer de mama entre las hispanas fue de 13,1 por cada 100.000 en 2020, en comparación con 19,4 entre las blancas y 26,4 entre las afroamericanas.
Asimismo, la incidencia de cáncer de cuello uterino está disminuyendo de forma pronunciada en las mujeres de 20 años, que fueron las primeras en recibir la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH), pero aumentó un 1,7 % anual en las de 30 a 44 años entre 2012 y 2019.
De acuerdo con los investigadores, esto destaca la necesidad de poner más énfasis en una mayor adopción de la vacuna.
Después de décadas de aumento, la incidencia del cáncer en los niños se ha estabilizado, aunque las tasas siguen aumentando en los adolescentes (de 15 a 19 años), incluido un aumento de más del 4 % anual en el cáncer de tiroides.
La mortalidad continúa aumentando un 2 % anual para el cáncer endometrial, uno de los pocos con mortalidad en ascenso.
El informe también mostró que el progreso contra el cáncer se ve obstaculizado por desigualdades persistentes. En comparación con las personas blancas, las tasas de mortalidad son dos veces más altas para los cánceres de próstata, estómago y endometrio en los afroamericanos, y para los cánceres de hígado, estómago y riñón en los indígenas estadounidenses.
En lo tocante a los hispanos, la incidencia del cáncer de cuello uterino es un 35 % más alta en las mujeres de esta comunidad que en las blancas, en gran parte debido a la menor cantidad de pruebas de detección (68 % frente a 80 %).