El argentino Faustino Oro, el niño prodigio del ajedrez
El jugador argentino de ajedrez, Faustino Oro, de 10 años de edad, aseguró que sueña con llegar a ser campeón del Mundo, si bien precisó que para alcanzar este objetivo le queda “mucho que aprender y mejorar”.
El joven prodigio, acompañado por sus padres, Alejandro y Romina, ha participado durante estos días en el Open Internacional de Semana Santa celebrado en San Vicente del Raspeig, evento dotado con 20.000 euros en premios y en el que han tomado parte unos 600 ajedrecistas de 52 países.
Faustino Oro, que ya fue campeón del Mundo Sub 8, disparó su fama hace apenas días cuando derrotó al noruego Magnus Carlsen, actual campeón Mundial y uno de sus grandes referentes, en una partida ultrarrápida durante el Bullet Brawl 2024.
“Estoy contento de haber ganado a Carlsen, ya había ganado a otros jugadores importantes, pero este triunfo tiene más mérito”, afirmó Oro, quien recordó que pese a su juventud también tiene en su palmarés una victoria ante el estadounidense Hikaru Nakamura, otro de los grandes jugadores del planeta.
Afirma que no le pesa la presión de sentirse ahora “el jugador a batir” en los torneos en los que participa y admite que el campeonato disputado San Vicente, sin ser malo para sus expectativas, no fue de los mejores.
“Saqué cinco puntos y medio de nueve y subí dos puntos ELO (ranking internacional). Ha sido una participación decente”, indicó tras firmar, durante los seis días de competición, dos tablas y una derrota ante un Maestro Internacional.
El ya bautizado como ‘Messi del ajedrez’ por parte de algunos medios es el número uno mundial sub’12, suma 2.330 puntos en el ránking standard y hace justo un año se convirtió el ‘maestro FIDE’ (siglas de la Federación Internacional de Ajedrez) más joven de la historia por puntos.
Faustino Oro, afincado desde finales del año pasado en Badalona, asegura que Argentina sigue siendo su “país favorito”, aunque de momento no la echa de menos “porque en España estoy muy bien”.
Sus padres, a pesar del talento natural de su hijo, intentan que Faustino lleve una vida lo más parecida posible a la de cualquier niño de diez años.
“Me gusta el fútbol y jugar a la Play con el FIFA”, desvela el joven, quien se declara, por una cuestión de cuna, seguidor de Vélez en su país y del Real Madrid en España.
“El Barça en 2015 no tenía rival, pero ahora es superior el Madrid”, apunta Faustino, que pese a su edad es capaz de llevar con una naturalidad asombrosa su relación con los medios de comunicación.
Asegura que prefiere “las películas a las series”, pero reconoce haber visto ‘Gambito de dama’, miniserie de gran éxito que gira sobre la vida de una gran jugadora de ajedrez.
“Yo no veo los movimientos de las piezas en el techo, como le pasa a la chica de la serie. Yo cierro los ojos y los veo en mi cabeza”, subraya el argentino, cuyo único objetivo a corto plazo es “seguir creciendo” a nivel competitivo en su deporte.
El prodigio argentino, que se inició en el ajedrez durante la pandemia del coronavirus, desvela que parte de su aprendizaje lo adquirió a través de vídeos de Youtube. “No descarto algún día dar yo algunos cursos o clases para los niños de mi edad”, confiesa.
El ajedrez le llegó de cuna y obligado por las circunstancias. Su padre, jugador de un nivel medio, lo apuntó a un juego en línea “para que se estuviera tranquilo porque estaba todo el día con la pelota en casa”.
Apenas seis meses después de haberle explicado qué era cada pieza del tablero, Faustino ya ganaba con claridad a su progenitor.
Conscientes del diamante en bruto que tenían bajo su techo, Alejandro y Romina dejaron a final del pasado año Argentina, donde Faustino ya no tenía rival, para instalarse en España y volcar todos sus esfuerzos y atenciones en la carrera de su hijo.
“Desde aquí es más fácil y menos costoso viajar para enfrentarse a los mejores y participar en los grandes torneos”, apunta Alejandro.
Los padres, que siguen buscando un nuevo trabajo en España, permanecen en un segundo plano durante las competiciones “porque el único protagonista es él”. Pero siempre a escasos metros y pendientes de Faustino ,“porque lejos del tablero se comporta como lo que es, un niño que espera a Papá Noél”, recuerda Alejandro.