Línea de buses 62 genera críticas en turistas y usuarios

Es lunes 13 de mayo, el bus # 62 sale en su ruta hacia el aeropuerto de Newark, van tres turistas que regresan a alguna parte de Europa, suben trabajadores del propio aeropuerto, la mayoría afroamericanos.

También viaja el ecuatoriano Pedro Márquez, que ha desembarcado del bus 108 que lo ha traído de Nueva York y ha tomado este bus para ir hacia Elizabeth, a visitar a su hija. Hace un mes que no venía a New Jersey y siempre le toca un bus con los asientos dañados.

Los turistas, que no hablan inglés ni español, aparentan unos 60 años, llevan ropa de colores alegres y dos maletas de equipaje, solamente miran con aprensión los asientos, apenas se pueden sentar. La espuma del asiento está en su mínima expresión. Como si no la hubiera.

El ecuatoriano Márquez, que detuvo al chofer porque un pasajero había olvidado su teléfono móvil y bajó corriendo a entregarlo, no se queja pero hace notar que el asiento de su costado tiene la base descosida, la espuma reventada y huele mal. En una palabra está inservible.

“Que pensarán los turistas que toman este bus para ir al aeropuerto, ¿que Estados Unidos es un país del Tercer Mundo? La mayor parte de los asientos están para botarlos,” dice antes de bajarse. 

La 62, que cubre la ruta de Newark a Elizabeth y viceversa, es una de las rutas más transitadas en Newark, tomando como referencia Newark Penn Station, su punto de partida y de llegada, porque lleva y trae turistas que van al aeropuerto más grande de New Jersey: el Newark Liberty International AIrport en Newark.

Allí para en tres terminales, el A, para salidas internacionales (donde bajaron los pasajeros europeos), el B y C .

Julia Granados, puertorriqueña es otra de las pasajeras que anda molesta con el servicio, porque los asientos la dejan con los huesos mal puestos.

“Tengo 67 años y los huesos a esta edad ya comienzan a molestar. Sentarse aquí es casi un suplicio, los asientos están rotos, encontrar una ubicación para sentarse decentemente es muy raro. Pero nadie se queja. Yo si me quejo, señor, deben repararlos o comprar otros buses. Estos ya cumplieron,” dice Granados.

La puertorriqueña también se ha retrasado alguna vez a su médico porque los buses se quedaban a medio camino.

Evidentemente los turistas no tiene tiempo para quejarse ni ganas de hacerlo: pagan apenas $1.60 por el viaje al aeropuerto lo que en un taxi les cobra, para llegar al terminal A, por ejemplo, entre $15 y $ 30, y los trabajadores del aeropuerto que toman el bus, la mayoría con sueldos mal pagados en trabajos de limpieza, ordenar maletas, servir en cafeterías o lavar los platos, no tienen tiempo ni las ganas de pedir un mejor servicio: ambos, que son la mayoría de los usuarios, sólo quieren llegar a tiempo.

Al cierre de esta edición en New Jersey Transit no respondieron a un pedido de declaración.

ero el día siguiente, viernes 17 de mayo,, la oficina de prensa de la empresa bi-estatal de transporte público hizo llegar nuestra redacción el siguiente comunicado:

“NJ TRANSIT inspecciona y mantiene rutinariamente sus autobuses. Estamos inspeccionando los asientos de la flota 62 y los repararemos según sea necesario”