Harris contra Trump, un pulso al machismo y racismo latentes en la política de EE.UU.

Beatriz Pascual Macías / EFE

El Partido Demócrata podría apostar por la vicepresidenta Kamala Harris como candidata frente al expresidente Donald Trump en las elecciones de noviembre, en un arriesgado intento por superar el racismo y el sexismo que aún persisten en algunos sectores de Estados Unidos y que Trump ha sabido explotar en su beneficio. 

Al anunciar el fin de su campaña, el presidente estadounidense, Joe Biden, declaró que ofrecía su “apoyo total” a Harris para ser la nominada del partido para las elecciones de noviembre. “Demócratas, es hora de unirnos y vencer a Trump. Hagámoslo”, pedía.

A pesar de los múltiples apoyo que ha recibido y de haber asegurado el compromiso de más de 2000 delegados en la convención demócrata, lo que le garantiza su nominación, al cierre de esta edicipión aún destacadas figuras del partido, como el expresidente Barack Obama aún no han manifestado su respaldo a Harris ni a ningún otro candidato.

UN TECHO DE CRISTAL POR ROMPER

La realidad es que Harris se enfrenta a un desafío histórico. En toda la historia de Estados Unidos, los votantes solo han elegido a un presidente afroamericano: Barack Obama (2009-2017).

El propio Trump, entonces un magnate inmobiliario y estrella de la televisión, llegó a difundir teorías conspiratorias cuestionando la legitimidad de Obama como presidente, al poner en duda su lugar de nacimiento, ya que la Constitución exige que el mandatario sea ciudadano nacido en EE.UU.

Estados Unidos tampoco ha elegido antes a una mujer como presidenta. En las elecciones de 2016, la demócrata Hillary Clinton fue la primera nominada a la Presidencia por uno de los dos principales partidos políticos del país, pero perdió frente a Trump, que la llamaba “Corrupta Hillary”.

Como ocurrió en las elecciones de 2016 con Clinton y en los dos anteriores ciclos electorales con Obama en 2012 y 2008, la raza y el género serán parte central de la campaña si Harris es la candidata.

Esto se verá acentuado porque enfrente de Harris está Trump, quien “tiene un discurso populista marcado por el racismo, la xenofobia y el odio hacia el otro, es decir, todo aquel que no es un hombre blanco”, dijo a EFE la analista Yamila Pino.

Trump ya ha dejado entrever en un mitin en Grand Rapids (Michigan) cómo atacará a Harris, a quien definió como “Risas Kamala”. “Se puede decir mucho por su risa. Está loca; le falta un tornillo”, añadió en tono despectivo.

UN CONTRASTE INNEGABLE

En opinión de Pino, “no se puede tapar el sol con un dedo” y es innegable el contraste entre Trump y Harris, quien podría hacer historia como la primera mujer con raíces afroamericanas nominada por uno de los grandes partidos y también, si lo logra, como primera mujer afroamericana en llegar a la presidencia.

Antes que ella la única mujer negra en hacerlo fue Shirley Chisholm, quien en 1972 aspiró a la nominación de uno de los dos grandes partidos para la Presidencia de EE.UU. Sin embargo, no logró ser la candidata demócrata para esos comicios en los que el elegido fue George McGovern, quien perdió frente a Richard Nixon.

Cincuenta años después, la barrera racial y de género sigue siendo un obstáculo formidable en la política estadounidense, como lo demuestra el hecho de que nunca se haya elegido a una gobernadora afroamericana. La campaña de Stacey Abrams a la gobernación de Georgia en 2018 generó un gran entusiasmo, pero no logró superar esa barrera histórica.

En ese escenario, el cambio solo puede ser gradual. Por tanto, si Harris es elegida como candidata a la Casa Blanca, lo más posible es que su compañero de fórmula fuera un hombre blanco.

En la lista de posibles figura Josh Shapiro, que tiene la ventaja de ser gobernador del estado clave de Pensilvania, o los gobernadores de Carolina del Norte, Roy Cooper, y Kentucky, Andy Beshear, dos estados que votan republicano en las elecciones presidenciales, por lo que su perfil podría atraer a votantes moderados. 

FISCAL Vs. CRIMINAL

Kamala Harris, ha ejercido como fiscal durante gran parte de su vida, dedicándose a poner a delincuentes entre rejas. Su rival, el republicano Donald Trump, se convirtió hace menos de dos meses en el primer expresidente de la historia de Estados Unidos en ser condenado por un delito. 

Este es el contraste que la campaña de Harris pretende resaltar para poner a Trump a la defensiva y redirigir la atención hacia sus problemas legales, que llegaron a un punto crítico en mayo cuando fue declarado culpable de 34 cargos criminales por falsificar registros comerciales para ocultar una supuesta relación con la actriz Stormy Daniels. 

El analista José Parra calificó esta estrategia como “muy inteligente”, argumentando que la clave de cualquier campaña es establecer diferencias con el oponente, siendo la dicotomía “fiscal vs criminal” una de las más significativas entre Harris y Trump.

Otro contraste notable es la edad. Los republicanos habían utilizado este factor para atacar a Biden, quien a sus 81 años es el mandatario de mayor edad en la historia estadounidense. Sin embargo, esta táctica podría volverse ahora en contra de Trump, quien con 78 años se ha convertido en el candidato más veterano, frente a Harris, de 59 años.

Por ahora, la campaña demócrata ha dejado claro que su plan es sacar el máximo partido a la experiencia de Harris como fiscal. La propia Harris ya mostró que esa será su estrategia durante los discursos que pronunció en los últimos días.

En ambas ocasiones, Harris evocó su trayectoria de más de dos décadas como fiscal, enfrentándose a quienes abusaban de mujeres, estafadores y tramposos, para arremeter con dureza contra Trump. 

“Como fiscal, me enfrenté a delincuentes de todo tipo (…) Así que escúchenme bien: ¡conozco a los tipos de la calaña de Trump!”, declaró en Wisconsin. 

Harris comenzó a ejercer como fiscal en 1990 en el condado de Alameda (California) y, posteriormente, fue seleccionada para trabajar en la oficina del fiscal de distrito de San Francisco, donde se encargó de casos que incluían agresiones sexuales a menores, homicidios y robos. 

Más tarde, fue nombrada fiscal general de California, cargo que ocupó durante seis años, antes de ser elegida para el Senado en 2016, las mismas elecciones que llevaron a Trump a la Casa Blanca.

En el Senado, Harris pronto se distinguió por sus incisivas preguntas a los miembros del Gobierno de Trump. Uno de los intercambios más destacados fue cuando interrogó al entonces fiscal general, Jeff Sessions, durante una audiencia del Congreso, lanzando rápidamente una pregunta tras otra.

“No puedo responder tan rápido. Me pone nervioso”, dijo entonces un desconcertado Sessions.

En contraste, Trump está envuelto en varios litigios, incluyendo acusaciones en Georgia y Washington DC por haber intentado anular los resultados de las elecciones de 2020 en las que perdió frente a Biden y otro caso en Florida sobre mal manejo de documentos clasificados, aunque recientemente una jueza determinó que debía archivarse.

Trump ha dejado claro que una de sus principales líneas de ataque contra Harris será mostrarla como demasiado progresista o argumentar que ha sido “blanda” con los criminales durante su carrera, utilizando la narrativa republicana de que los delitos han aumentado en los últimos años, aunque los datos del FBI demuestren lo contrario.

En concreto, las estadísticas oficiales del FBI muestran que, en promedio, los delitos violentos disminuyeron significativamente en Estados Unidos en 2023 y en el primer trimestre de 2024, aunque hubo incrementos en algunas comunidades concretas. 

Anticipando esos ataques, la narrativa de Harris “fiscal” y Trump “criminal” podría ser especialmente efectiva, sobre todo para captar el voto de los electores de centro, independientes o moderados que están preocupados por la delincuencia, explicó a EFE Parra, quien fue asesor del exlíder de los demócratas en el Senado, el fallecido Harry Reid.

Irónicamente, el perfil de Harris como fiscal fue una de sus mayores debilidades en las primarias demócratas para las elecciones de 2020, en las que Biden fue seleccionado como candidato. En aquel momento, los sectores progresistas del partido, que abogaban por importantes reformas al sistema penal, no estaban dispuestos a apoyar a una exfiscal. 

Ahora, el panorama es completamente distinto y, con un oponente inmerso en problemas legales, la experiencia de Harris en el ámbito judicial podría ser una de sus mayores fortalezas.