Marco Verde: “Más que un macho alfa del pugilismo”
Gustavo Borges – EFE
Más que un macho alfa del pugilismo que resuelve sus peleas con golpes como balas, el subcampeón olímpico mexicano Marco Verde, asume el boxeo apegado a la belleza, con bailes elegantes con los cuales escapa después de lastimar a los rivales.
“Nunca me enfoco en noquear; voy concentrado en ganar cada asalto con la idea de tocar y que no me den. Ese estilo luce y no siento la necesidad de arriesgar”, aseguró Verde en entrevista con EFE.
A los 22 años, el joven fue una de las revelaciones del deporte latinoamericano en los Juegos Olímpicos de París 2024, al conquistar la medalla de plata en la división de los 71 kilogramos.
Hace poco más de dos años, el púgil originario de Mazatlán, pacífico mexicano, era un desconocido. En abril del 2022 ganó el continental de Ecuador, en junio del 2023 los Juegos Centroamericanos y del Caribe de El Salvador y en octubre los Panamericanos de Chile, lo cual lo puso de un tirón en el mapa de su división.
“Hubo un crecimiento y después de eso sólo me quedaban los Juegos Olímpicos. Conforme ganaba torneos, decía, puedo lograrlo y sucedió”, explica.
Es un peleador de 1.80 de estatura, fuerte, de guardia zurda, velocidad de piernas como la de los pesos ligeros y habilidad para los golpes de respuesta. Su defensa ha sido una de sus mejores armas en seis años en el pugilismo y gracias a ella su rostro no muestra huellas de los combates.
“En París fue importante mantener la cabeza fría y contragolpear bien. En unos Juegos Olímpicos hay mucha adrenalina, pero mi entrenador, Radamé Hernández, supo ponerme un pare. Eso me ayudó”.
Verde debutó en los Olímpicos con una victoria por 3-2 sobre el mozambiqueño Tiago Muxanga; en cuartos de finales superó 4-1 al indio Nishant Deu y en semifinales por 3-2 al británico Lewis Richardson para acceder a la final, que perdió por votación unánime ante el uzbeko Asadkhuja Muydinkhujev.
“Fueron combates diferentes, contra Muxanga y ante Richardson usé más el juego de piernas; ante el de la India fue un combate más a morirnos. Fueron duelos muy cerrados en los que los hice caer en mi juego y resultó.
Por la medalla de oro, Muydinkhujaev sacó la experiencia en el boxeo olímpico, acumuló ventaja en los dos primeros asaltos; luego agarró y no le permitió al mexicano mostrar su clase, pese a haber terminado mejor.
“Nos faltó roce internacional; aprender ese boxeo tan diferente al mexicano. Los rivales en los Olímpicos saben amarrar; son peleadores con muchos combates celebrados”, explicó Hernández, quien como entrenador lleva a Verde paso a paso, sin caer en la tentación de convertirlo en profesional.
Aunque fue en una pelea fuera de campeonato, el aviso de que Marco Verde estaba listo para grandes cosas lo dio el pugilista el pasado mes de abril, cuando derrotó por nocáut al bicampeón olímpico cubano Roniel Iglesias.
Radamé Hernández reconoce que esa victoria confirmó el crecimiento del mexicano porque el caribeño es considerado en el medio del boxeo como un “caballón” y no pudo ante Verde.
Pocos saben que el mexicano ganó medalla de plata olímpica con una lesión en su mano zurda, entre el carpo y el metacarpo. El púgil reconoce que hubo dolor, pero fue más la emoción por estar construyendo el sueño de su vida.
“Ahora toca recuperarme. Espero estar sano en un mes más o menos y luego trabajar para lo que viene”, asegura el campeón, estudiante de nutrición de la Universidad Autónoma de Sinaloa, que en el 2025 será uno de los favoritos para ganar el campeonato mundial.
En un país como México, de muchos boxeadores con la muñeca prohibida, Julio César Chávez, Salvador Sánchez y el ‘Puas’ Olivares entre ellos; el olímpico Marco Verde cambió las reglas, al asumir el rudo deporte de una manera poética.
Es verdad que gana una de cada tres peleas antes del límite, pero, alejado de la imagen de macho alfa, lo suyo es bailar, pegar y esfumarse, empeñado en dejar una imagen artística en un deporte de tipos duros.