Noah Lyles, el “elegido” para intentar suceder a Usain Bolt

David Ramiro / EFE

Cinco milésimas. Esa ínfima fracción de tiempo es la que permitió a Noah Lyles salir por la puerta grande del Estadio de Francia y entrar en el libro de historia de los campeones olímpicos de los 100 metros, una distancia que, cada cuatro años, define al rey de la velocidad, un trono que ahora ocupa el estadounidense, el ‘elegido’ para muchos.

Durante muchos años, de 2008 a 2016, el jamaicano Usain Bolt fue el hombre más rápido del mundo y, de hecho, las dos plusmarcas mundiales de los 100 y 200 metros aún las conserva él con 9,58 y 19,19, respectivamente.

Con esos dos tiempos vive obsesionado desde hace mucho Noah Lyles, que en varias ocasiones ha declarado públicamente su intención de rebasar esas marcas y así emular a Usain Bolt. Se ve capaz pero la superioridad con la que ganaba el jamaicano no es la misma. En París, en un estadio abarrotado con cerca de 80.000 espectadores, tuvo que esperar a la resolución de la foto ‘finish’ para conocer su victoria. El triunfo fue por solo cinco milésimas ya que el tiempo (9.79) fue el mismo que registró el jamaicano Kishane Thompson.

“Dios mio, soy el elegido. Siendo honesto pensaba que si corría en menos de 9.83 las semifinales sería difícil vencerme pero al final el oro fue más caro. Parece que este momento estaba destinado para mi y que yo iba a ser el elegido, como me dijo Snoop Dog”, declaró Lyles, al término de la carrera, en alusión a su amigo, el rapero estadounidense, que se está paseando por las distintas sedes de los Juegos Olímpicos de París con su peculiar vestimenta.

La final tuvo un nivel brutal. Por primera vez en la historia de los Juegos Olímpicos bajar de diez segundos en las semifinales no dio acceso a la pelea por las medallas. El corte lo marcó el estadounidense Kenneth Bednarek en 9.93.

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Lyles, pese a sus 27 años, sigue conservando algunas aficiones de su juventud y, a la mínima, no duda en sacarlas a relucir. Prueba de ello es su celebración en el Estadio de Francia, con todo el estadio aclamándole, cuando se acercó a una de las cámaras de televisión y realizó la ‘onda vital’, el gesto más característico de Goku, el protagonista de ‘Bola de dragón’, su serie preferida de dibujos animados.

El estadounidense sabe de que va el negocio del deporte y en cuanto tiene oportunidad monta su ‘show’. Antes de la final de los 100, nada más salir a la pista, alentó al público, se dio golpes en el pecho y no paró de hacer gestos de complicidad a la grada para que no le perdieran detalle. Quería ser el protagonista y lo fue, aunque con suspense.

Sus 0.178 de reacción fueron el peor tiempo de los ocho finalistas, por lo que en carrera le tocó remontar, algo que hizo con esa punta de velocidad que a mitad de recorrido le ha salvado de una mala salida en más de una ocasión. 

Su triunfo vino acompañado de aplausos, la mayoría, pero también de algún pito. Es la muestra de un atleta que no deja indiferente a nadie, principalmente por sus declaraciones, algunas veces dejando entrever un carácter soberbio que él niega.

“La línea entre la confianza y la arrogancia es muy difusa. Todo es una opinión. Por eso siempre digo que si has visto mi vida y has visto lo que he tenido que pasar, que me han dicho literalmente ‘no puedes hacerlo’ la mayor parte de mi vida, no hablarían así. Y aquí estoy otra vez. Logrando casi todo lo que me propongo”, confesó hace unos días a su llegada a París.

El triunfo de Lyles, aparte de propiciarle el oro, tiene consecuencias más allá de su propia persona ya que ha devuelto a Estados Unidos el trono olímpico perdido desde Justin Gatlin (Atenas 2004) los últimos veinte años en los 100 metros, primero con Usain Bolt (2008-2016) y después con el italiano Marcell Jacobs (Tokio 2020), que en la final de París quedó quinto.

Ahora el reto de Lyles es emular en la capital francesa a Usain Bolt como el hombre más rápido del mundo. En los últimos Mundiales de atletismo al aire libre en Budapest en 2023 ganó el oro en los 100, los 200 y con el relevo 4×100. Su objetivo en estos Juegos Olímpicos de París es repetir el triplete.

Eso como mínimo, porque ha pedido también formar parte del relevo 4×400 aunque la federación estadounidense le ha comunicado que no estará en él. Al ser el relevo que cierre la competición, si los resultados anteriores son positivos, podrían reconsiderar la decisión, al menos para las series.

Lo que está claro es que el estadounidense, que esta temporada ha firmado un millonario contrato con Adidas, traspasa las fronteras más allá de la pista de atletismo. Tiene su propio canal de contenidos en YouTube, trabaja con una agencia creativa que le ayuda y asesora con los contenidos y su imagen está asociada a multitud de marcas como Omega o Visa, además de ser protagonista de un documental de Netflix.