Los «soñadores» enfrentan el «derrumbe» económico de perder DACA

Beatriz Limón / EFEUSA

La pérdida de empleos y de carreras universitarias de los cerca de 800.000 «soñadores» supondrá un «duro golpe» económico para los jóvenes que pierdan su amparo migratorio como consecuencia de la decisión de la Casa Blanca de anular la Acción Diferida (DACA).

Un claro ejemplo del nuevo panorama de incertidumbre económica y financiera es la «soñadora» de origen mexicano Reyna Montoya, que fundó la organización Aliento, organización le ha permitido emplear a cuatro personas amparadas bajo DACA y adquirir una casa para su familia.

«Ahora una piensa cómo van a pagar su casa, el impacto económico, psicológico y emocional es muy grande; conozco la frustración de muchas personas que proveen a sus familias y se quedarán sin trabajo», declaró la joven.

Mencionó además que tiene un hermano acogido a DACA que no podrá concluir sus estudios, ya que el costo semestral le ascenderá a 15.000 dólares, en lugar de los 4.000 que pagaba hasta ahora.

La diferencia radica en ser considerado residente en el estado, y todo ello gracias al amparo creado en 2012 por el expresidente Barack Obama para proteger de la deportación a 800.000 indocumentados y que la Casa Blanca anunció este martes su anulación.

«Así es imposible pagar una licenciatura. Esto no afecta solo a mi familia, sino también a los miles de estudiantes con DACA, pero vamos a seguir para adelante porque no podemos darnos el lujo de quedarnos callados», afirmó.

De acuerdo con cifras del Center for American Progress (CAP), el 69 % de los «soñadores» obtuvo un mejor trabajo gracias a DACA y el 5 % abrió su propio negocio, lo que los impulsó a adquirir automóviles y propiedades.

La eliminación de DACA supondría una pérdida de más de 460.000 millones de dólares para el Producto Interior Bruto (PIB) de Estados Unidos en la próxima década, según el estudio de CAP.

El cálculo, que utilizó datos del Servicio de Inmigración y Ciudadanía (USCIS), expuso que finaliza el programa de amparo tendría como resultado sacar a 685.000 trabajadores del mercado laboral del país.

«Ya sabíamos que este tipo de situación se asomaba. DACA era frágil. Nosotros empujamos en su momento para obtener un permiso, pero esto llega a su fin», manifestó la «exsoñadora» mexicana Dulce Matuz.

Matuz consiguió su ciudadanía en 2016 y, aunque asegura que su estatus migratorio no la hace diferente en la lucha por los derechos de los demás, reconoce que sí la coloca en una situación económica mucho más estable.

La activista actualmente es propietaria de un negocio de bienes raíces y tiene empleados que se acogieron a la Acción Diferida y que están a la espera de que el Congreso federal apruebe una legislación que le dé un estatus migratorio permanente antes de que se cumpla el plazo dado por la Casa Blanca para cerrar DACA de manera definitiva.

Carmen Cornejo, directora de Lacey Larkin Frontera Fund, una organización que ofrece soporte legal a estos jóvenes, señaló  que el beneficio migratorio le dio la oportunidad a miles de jóvenes de vivir una vida «normal».

«Les permitió invertir en propiedades, tener un ‘carro’ (automóvil) para poder ir a trabajar, han asumido responsabilidades financieras y ahora no podrán enfrentarlas», indicó.

Cornejo explicó que no pocos núcleos familiares dependen del ingreso de un trabajador con DACA, por lo que la repercusión económica será «tremenda».

«Estos jóvenes ayudan a sus familias. En algunos casos son padres de niños pequeños, a quienes les quitan de golpe la oportunidad de desarrollo, sin mencionar a los empleadores, que también tendrán problemas con la legalidad a partir de ahora», detalló.

La también mexicana Abril Gallardo es una «soñadora» que estudia en la universidad. Hace un año compró su automóvil y ha estado en conversaciones con un banco para comprar una casa. Ahora la vida le ha cambiado.

«Todo lo logré de mi propio bolsillo, aunque también con el apoyo de mis padres. Ahora tendremos que arreglárnoslas para sacar dinero y solventar nuestros gastos», dijo la joven, que desde hace cuatro años tenía un empleo gracias al permiso de trabajo que también otorgaba DACA, junto con el de residencia.

«De pronto, todo se derrumba. No me puedo imaginar a lo que tengamos que enfrentarnos», lamentó.