Los 80 años de Isabel Allende: amar, escribir y conectarse con sus lectores
Ana Mengotti / EFE
Isabel Allende, la escritora viva en español más leída del mundo, cumplió 80 años sin darle mucha importancia a la cifra y agradecida con la vida por poder amar, escribir y estar conectada a sus muchos millones de lectores.
“El amor es, como quien dice, la columna vertebral que me sostiene y la escritura ocupa todo el panorama”, dice Allende en una entrevista en la que deja entrever su miedo a cuando llegue el día en que no pueda seguir escribiendo como hasta ahora.
La escritora chilena nacida en Lima y nacionalizada estadounidense acaba de hacer gimnasia y cuenta con satisfacción que su profesor le ha dicho que es capaz de hacer ejercicios que no pueden hacer algunas personas de 20 años.
Pero a continuación dice que sabe que va a llegar un momento en el que ya no va a tener la escritura. “Por miles de razones, porque uno va perdiendo la memoria, la capacidad de enfocarse en algo, la atención e incluso físicamente va a llegar un momento en que seguramente no voy a poder estar sentado frente a la computadora diez horas al día”, señala.
80 + 40 = ISABEL ALLENDE y LA CASA DE LOS ESPÍRITUS
Este cumpleaños de número “redondo” le llega a Allende en el año en el que se cumple el cuadragésimo aniversario de “La casa de los espíritus” (1982), su primera novela, que empezó a escribir en Venezuela en 1981 como una carta “espiritual” a su abuelo que vivía en Chile y estaba moribundo.
La carta que no llegó a serlo, pero se convirtió en una novela importante de la literatura de América Latina en el siglo XX, era para decirle a su abuelo que podía irse tranquilo: ella guardaba todas las historias de la familia que él le había confiado.
Los recuerdos de los tiempos turbulentos en los que Allende debió dejar su país por el golpe de estado perpetrado en 1973 por el general Augusto Pinochet siempre hacen que Isabel Allende, sobrina del presidente derrocado, Salvador Allende, se emocione.
También está emocionada cuando se le pregunta cómo cambió su vida el hecho de haber sido refugiada política en Venezuela.
“Aprendí a ser más humilde”, dice y confiesa después que en Chile se le habían subido “un poco los humos a la cabeza”, porque ya tenía un cierto “nombre” como periodista. “Cuando tú te vas como refugiado a alguna parte, se pierde el pasado completamente. Cualquier cosa, ya sea tu experiencia o tu conocimiento, a nadie le importa, lo que importa para establecerse son las conexiones”, subraya.
Allende pasó años “muy frustrada y con la sensación de fracaso total”, pero se salvó al escribir “La casa de los espíritus” y empezar a sentir que “renacía la nostalgia, la memoria”.
EL AÑO EN QUE SE LE “CAYÓ” UN LIBRO
Asegura que nunca pensó que iba a tener éxito con su primera obra, a la que han seguido 24 libros más, de ficción y otros géneros, el último de ellos “Violeta”.
Por cábala y por disciplina, cada 8 de enero, el día que empezó “La casa de los espíritus”, Allende se sienta a escribir su próxima obra, pero en 2022, por primera vez en 40 años, el libro se le “cayó” y tuvo que abandonar el proyecto en mayo.
“No fue por culpa mía (…) me quedé colgada primero esperando a ver si podía recuperarlo, pero después ya no se pudo. Y entonces ahora estoy preparando una idea, investigando, preparando una idea para el otro año, el 8 de enero”, relata.
Varias veces habla en la entrevista de su actual esposo, con el que se casó hace tres años, y casi tanto del anterior, el ya fallecido Willam C. Gordon, del que se divorció en 2015, el año en el que -dice, por algo, se le quitaron unos dolores de espalda “psicosomáticos”.
Su tercer esposo, Roger Cukras, un abogado estadounidense de origen polaco con quien vive en la zona de la bahía de San Francisco (CA), está con clases intensivas de español.
EL AMOR Y LA MUERTE
“Yo le dije claramente, mira, hay cosas que tienen que ser en español: cocinar, hacer el amor, pelear, bueno, por supuesto, escribir”, subraya.
El haber vivido desde 1987 en un país donde el inglés, un idioma “muy preciso”, es la lengua dominante ha repercutido en la prosa de Allende, pero “también influye el paso del tiempo”, precisa.
“Cuando empecé a escribir hace 40 años atrás, la literatura -subraya- era diferente (…) primero que nada, todo muchísimo más largo, mucho más barroco”, mientras que ahora hay un predominio de “lo visual” y todos los escritores se han hecho “más concisos”.
La Allende de antes buscaba un adjetivo que mostrara “algo de una manera diferente, original”, pero hoy “busca un sustantivo que reemplace a los adjetivos o un sustantivo tan bueno que no necesita los adjetivos” para lograr una prosa “clara, limpia, transparente y liviana”.
Cuando se le pregunta por el Nobel de Literatura responde: “Creo que a cualquiera le hace ilusión, pero no estoy pensando en eso nunca. Nunca pienso en los premios, ni en los doctorados. Eso es una manera de pensar muy masculina”.
Pero sí le interesa “la relación con los lectores y las lectoras, esa conexión que yo siento, eso me interesa mucho más que premios o cosas que se acumulan y que en algún momento en la juventud pueden haber sido importantes”.
Recibe a diario muchas cartas de lectores, entre ellas al menos tres o cuatro de madres o padres que han perdido a un hijo, como le ocurrió a ella con su hija Paula, a la que dedicó un libro de igual nombre en el que desnudó su alma ante los lectores.
“Yo quiero saber qué lugar ocupo emocionalmente en la vida de mis lectores”, señala una autora que ha vendido 75 millones de ejemplares de su obras, que han sido traducidas a 42 idiomas.
Agnóstica, no cree en la vida después de la muerte y cuando se le pregunta cuál es su idea de infierno subraya sin dudar que la “violencia, la crueldad”, en todas sus formas, entre la que incluye el racismo y el machismo . “A mí me da miedo perder a los que amo más y me da miedo ser una carga para otros, pero morirme no me da miedo”, asegura.