Los 20 años sin Celia Cruz se recordarán en Miami y Nueva York en julio
Jorge I. Pérez – EFE
Los 20 años sin Celia Cruz, la «Guarachera de Cuba» que falleció en el exilio en Nueva Jersey el 16 de julio de 2003, no caerán en el olvido gracias a sus fans y a su albacea, Omer Pardillo, quien prepara varios homenajes en Miami y Nueva York en honor de la cubana más universal.
La «Reina de la Salsa», con su inconfundible «¡azúcar!», fue una mujer «muy profesional que todo lo que se propuso lo llevó a cabo, con esfuerzo», dice a EFE Pardillo a falta de dos meses para el vigésimo aniversario de su muerte en Fort Lee, Nueva Jersey.
«No dejó que la fama la cambiara. Siempre estuvo muy pegada a la tierra», comenta Pardillo con una lista en mano de homenajes de los que por ahora da pocos detalles.
El 16 de julio, día del aniversario del fallecimiento, la Parada Cubana de Nueva York estará dedicada a la gran intérprete, mientras la ciudad de Miami Beach pondrá su nombre a una calle, subraya.
EL BANCO DE CELIA CRUZ EN MIAMI
Pardillo, que conoció a Celia Cruz cuando él tenía 14 años y quedó «impactado con su energía», dice que la cantante viajaba mucho a Miami para hacer programas de televisión y siempre se detenía en la Ermita de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba.
El programa conmemorativo, adelantó, incluye poner el nombre de Celia Cruz a un banco para sentarse frente al malecón de la Ermita, en el barrio de Coconut Grove.
«Es un lugar muy apropiado», porque «aunque fuera de madrugada, aunque fueran cinco minutos, pero visitaba la Emita. Era muy devota» de esa virgen, según explica quien llegó a ser el mánager y publicista de la cantante y fue el cargado de organizar sus funerales en 2003.
Pardillo destaca la reedición este año del libro autobiográfico «Celia: Mi vida» (2004), en el que la famosa cantante, nacida en La Habana el 21 de octubre de 1925 y bautizada como Úrsula Hilaria Celia Caridad, narró su trayectoria a la periodista Ana Cristina Reymundo.
La nueva edición, que a partir de septiembre se venderá en Amazon, es «una actualización completa de datos, fotos y trae portada nueva», detalla Pardillo.
Tras el fallecimiento de la cantante, a la que el Congreso estadounidense otorgó la Medalla de Oro en 2003, se han sucedido las ediciones de discos, exposiciones con sus objetos personales, maratones benéficos a su nombre, carnavales y muchos homenajes no solo en Estados Unidos, sino en varios confines del mundo.
RECUERDO IMBORRABLE
La voz de grandes éxitos como «La vida es un carnaval» y «Yo viviré», no regresó a Cuba tras su ida al exilio, pero visitó en 1990 la Base Naval de Guantánamo, un enclave militar estadounidense que se encuentra en la isla.
Allí tomó un puñado de tierra para llevarlo a Nueva York, dice Pardillo, quien en 2003 organizó los funerales de Celia «de la manera que se merecía».
En la ciudad de los rascacielos incluso cerraron la Quinta Avenida de Nueva York para el homenaje póstumo, «algo que solo ocurre para presidentes» y «la gente se tiró a la calle igual que en Miami».
Hubo dos momentos que no olvida: uno cuando el cortejo fúnebre cruzó el Puente George Washington, que conecta Manhattan con Nueva Jersey, y la gente de los barrios latinos salió a aplaudir: «Ahí fue cuando me di cuenta de que Celia había muerto», subraya.
El otro fue al llegar el féretro al aeropuerto de Miami. «Los empleados de American Airlines, con un respeto increíble, se arrodillaron», narra Pardillo.
El 19 de julio de 2003, tres días después de su muerte por cáncer a la edad de 77 años y para cumplir uno de sus últimos deseos, su cuerpo fue trasladado en avión a Miami, para un funeral «corpore in sepulto» en la llamada Torre de la Libertad, un icono del exilio cubano.
Decenas de miles de personas pasaron por la capilla ardiente en Miami antes de su entierro en el histórico cementerio Woodlawn de Nueva York.