Las apuestas deportivas se vuelven en contra de la NBA
David Villafranca / EFE
Un pilar estratégico de crecimiento para la NBA pero también un peligro para el prestigio de la competición y su impacto social. FanDuel y DraftKings como socios prioritarios. Jugadores y entrenadores levantando la voz y una investigación abierta por un posible escándalo. Así es la relación de la NBA con las apuestas deportivas, un espinoso asunto que salpica el presente y el futuro de la mejor liga de baloncesto del planeta.
Recientemente, la atención de la NBA giraba en gran medida en torno al partido entre los Philadelphia 76ers y los Oklahoma City Thunder, que suponía el regreso de Joel Embiid, MVP de la temporada pasada, tras más de dos meses fuera por una lesión.
La cadena TNT emitía ese partido a escala nacional en EE.UU como parte de su “NBA on TNT Tuesday” junto al Golden State Warriors-Dallas Mavericks. Adam Lefkoe era el presentador de la previa y a su lado había tres figuras del baloncesto: Shaquille O’Neal, Candace Parker y Jamal Crawford.
Minutos antes del Sixers-Thunder, Lefkoe y los comentaristas dedicaron un breve espacio para analizar en directo las opciones de apuestas que ofrecía FanDuel para esa noche. ¿Un ejemplo? Si P.J. Washington de los Mavericks cogería más de 6 rebotes.
No fue la única mención a las apuestas. FanDuel apareció en uno de los últimos anuncios antes de que arrancara el partido de Filadelfia, también salió en pantalla con otro ‘spot’ en el primer tiempo muerto (solo se habían disputado 56 segundos de encuentro) y aún tuvo una tercera aparición en el ecuador del cuarto inicial con otra intervención en directo de Lefkoe.
En total, antes de cerrar el primer cuarto del Sixers-Thunder los espectadores habían visto ya cuatro contenidos promocionales de apuestas de FanDuel.
Este es solo un ejemplo de cómo la NBA camina en los últimos años de la mano del juego y las apuestas deportivas, un pilar estratégico y de crecimiento para la liga pero también una relación cada vez más criticada por voces dentro y fuera de la competición.
“Algunos de esos apostadores deportivos consiguieron mi número de teléfono y me enviaron mensajes de texto locos sobre dónde vivo, mis hijos y todo eso. Este un juego peligroso y es una fina línea sobre la que estamos caminando, sin duda”, advirtió en marzo J.B. Bickerstaff, entrenador de los Cleveland Cavaliers.
Tyrese Haliburton (Indiana Pacers) reconoció también el pasado mes que a veces se ve solo como “atrezo” para el negocio de las apuestas, Rudy Gobert (Minnesota Timberwolves) aseguró que las apuestas “están dañando” el baloncesto, Jayson Tatum (Boston Celtics) admitió que se siente “mal” cuando la gente pierde dinero por culpa de su rendimiento y P.J. Tucker (Los Angeles Clippers) dijo que es “una locura” y “un problema” escuchar a los fans en el estadio “gritar a los jugadores por sus apuestas”.
No obstante, el aviso más serio hasta el momento llegó el 25 de marzo cuando la cadena ESPN informó que la NBA tiene abierta una investigación a Jontay Porter (Toronto Raptors) por irregularidades en apuestas sobre su rendimiento individual en dos partidos el 26 de enero y el 20 de marzo.
En ambos encuentros, Porter dejó la pista a los pocos minutos por problemas físicos y en ambos se detectó una ganancia extraordinaria por apostar al “under”, es decir, por jugarse dinero a que este jugador no llegaría a ciertas estadísticas de puntos, rebotes, etc.
RADIOGRAFÍA DE UN ÓRDAGO
En 2021, la NBA anunció la extensión de su acuerdo con FanDuel, con quien empezó a colaborar en 2014, y con DraftKings, cuya relación comenzó en 2019, como “socios cooficiales de la NBA en apuestas deportivas”.
“Ambas compañías tendrán derechos expansivos para integrar los activos de NBA a través de sus plataformas de apuestas y ‘fantasy’”, dijo el comunicado, que recogía unas declaraciones de Scott Kaufman-Ross (vicepresidente ejecutivo de medios y ‘gaming’ de la NBA) asegurando que DraftKings y FanDuel están “en el centro de la continuada convergencia entre medios y apuestas deportivas”.
Como ejemplo, DraftKings es un gigante del sector que cotiza en bolsa y que en 2023 tuvo unos ingresos de 3.665 millones de dólares frente a los 2.240 millones que registró en 2022. La compañía acabó 2023 con 802 millones de pérdidas, pero al final de 2024 espera tener unos beneficios antes de intereses e impuestos de hasta 510 millones.
Con sede en Boston, DraftKings intentó una fusión con FanDuel, líder del sector de apuestas online en EE.UU. y ahora bajo el paraguas de un coloso internacional del juego como Flutter Entertainment.
Sin embargo, las autoridades estadounidenses la bloquearon en 2017 al considerar que la compañía resultante “controlaría más del 90 % del mercado de EE.UU. de concursos deportivos de ‘fantasy’”.
Tanto DraftKings como FanDuel han aprovechado y fomentado el cambio en el paradigma del juego: de la imagen tradicional de los casinos en Las Vegas a las apuestas deportivas por móviles e internet.
En este sentido, la Asociación de Apuestas de EE.UU. (AGA) explica que se pueden hacer apuestas deportivas de forma legal en 38 estados de EE.UU. además del Distrito de Columbia después de que el Tribunal Supremo acabara en 2018 con la prohibición federal que existía para las apuestas deportivas con la excepción de Nevada.
Las cifras según AGA son exorbitantes: casi 120.000 millones de dólares se apostaron en 2023, lo que marcó un 27,8 % de incremento respecto a 2022.
Ese descomunal negocio no incluye a los dos estados más poblados del país, California y Texas, donde no son legales esas apuestas. También está fuera Georgia, uno de los diez estados con más habitantes.
Sí se puede apostar en gigantes demográficos como Nueva York, donde en menos de diez minutos, con un puñado básico de datos personales y una tarjeta bancaria se puede crear una cuenta en DraftKings desde el móvil.
Esta plataforma ofrecía una apuesta combinada para el Boston Celtics-Oklahoma City Thunder que, jugando 5 dólares (el mínimo para abrir un depósito), daba 17,80 dólares de premio si ganaban los Celtics (el mejor equipo de la liga), si Jayson Tatum anotaba al menos 26 puntos y si Jaylen Brown superaba los 22.
Boston venció y Brown consiguió 23 puntos pero Tatum se quedó en 24, principalmente porque no jugó el último cuarto puesto que los Celtics ya tenían la victoria asegurada para entonces.
EQUILIBRIOS SOBRE UNA DELGADA Y PELIGROSA CUERDA
Con esas descomunales cifras de negocio está claro por qué la NBA, con su comisionado Adam Silver al frente, y otras grandes ligas de EE.UU. se han arrimado en los últimos años a la multimillonaria industria de las apuestas deportivas.
Pero la lista de posibles efectos nocivos, especialmente en una liga como la NBA que se precia de ser ejemplarizante en asuntos sociales como la lucha contra el racismo, es larguísima y muy preocupante: dudas sobre la limpieza de la competición, adicciones al juego, problemas de salud mental, vínculos con actividades criminales, presiones y acoso sobre jugadores o árbitros, etc.
También queda en entredicho y rodeada de cierta controversia la relación de algunos medios de comunicación con el entorno de las apuestas. Por ejemplo, ESPN lanzó este año su propia plataforma de juego, ESPN BET.
Además, Shams Charania, el ‘insider’ más importante de la NBA y el que más primicias adelanta junto a Adrian Wojnarowski (ESPN), compagina su actividad periodística en The Athletic con su relación profesional con FanDuel TV.
La propia NBA juega a ser equilibrista ya que el mes pasado anunció que NBA League Pass, su plataforma de ‘streaming’, incluirá opciones para apostar en directo mientras se ven los partidos.
En otro sentido, el último convenio colectivo de la NBA permite a los jugadores invertir en compañías de apuestas (hasta un 1%) y promocionar empresas de juego sin hacer explícitamente publicidad de apuestas relacionadas con la NBA.
Los movimientos en esta dirección en la NBA no dejan de sucederse. Mark Cuban, el famoso propietario de los Mavericks, cerró el año pasado la venta de la franquicia a la familia Adelson, una familia de magnates del juego. ¿Qué aparece en el horizonte? El sueño de Cuban de construir un estadio-casino en Dallas dentro de un Texas en el que el juego sea legal.
Por otro lado, no hay que rebuscar mucho en el baúl de los recuerdos para rescatar escándalos de apuestas en la NBA. Por ejemplo, el colegiado Tim Donaghy fue condenado en 2008 a 15 meses de cárcel tras admitir su participación en una trama de apuestas que incluía partidos que le había tocado arbitrar.
Pero la alargada sombra del juego también se asoma por otras esquinas: la NCAA pidió recientemente que se prohíban las ‘prop bets’ (apuestas sobre aspectos de un partido más allá del resultado) y Shohei Ohtani, la estrella más importante del béisbol en la actualidad, despidió recientemente a su traductor y dijo ser la “víctima” de un robo por el que hasta 4,5 millones de dólares de las cuentas bancarias del prodigio japonés fueron a parar a un corredor de apuestas ahora investigado por autoridades federales.