García Márquez, padre del «realismo mágico» y figura clave en el siglo XX
El colombiano Gabriel García Márquez, fallecido en México a los 87 años, era uno de los escritores más relevantes del siglo XX, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1982 y autor de obras tan emblemáticas como «Cien años de Soledad».
Nacido el 6 de marzo de 1927 en Aracataca, un municipio del norte de Colombia, García Márquez, conocido como Gabo, fue escritor, periodista y guionista de cine, además de agitador cultural por convencimiento y padre del «realismo mágico» en literatura.
De entre toda su obra destaca «Cien años de soledad» (1967), una de las cimas de la literatura universal, traducida a 35 idiomas y de la que se han vendido más de 30 millones de ejemplares.
Pero Gabo no fue solo un gran escritor. Fue miembro de la Academia colombiana de la Lengua, impulsor de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, con sede en La Habana (1985) y de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (1994), además de un revolucionario del lenguaje, que incluso pidió la supresión de la gramática y la ortografía.
Una vida intensa que comenzó en Aracataca, población que le inspiró el literario «Macondo», donde situó algunas de sus obras, y que sería convertido con el tiempo en lugar de peregrinaje, dentro de la «Ruta de Macondo» y de la «Cartagena de García Márquez», recorridos culturales por los municipios y lugares de su obra.
Hijo de Gabriel Eligio García, telegrafista primero y boticario después, y de Luisa Santiaga Márquez Iguarñan, cuya historia de amor, obstaculizada por la oposición del padre de ella, con el coronel Nicolás Ricardo Márquez, serviría de inspiración a su hijo para escribir «El amor en los tiempos del cólera».
Era el mayor de once hermanos y pasó sus primeros años con sus abuelos maternos, con gran influencia de su abuelo.
Los nueve hijos extramatrimoniales de su abuelo; la costumbre de su hermana Aida Rosa de comer tierra o la huelga de las bananeras de Colombia de 1928, que acabó con el fusilamiento de los huelguistas, fueron hechos que marcaron la infancia de Gabo y que, de una manera u otra, saldrían en sus obras.
Porque desde muy pronto, mostró una gran imaginación, que comenzó a plasmar en poemas en su adolescencia, mientras estudiaba en el colegio jesuita de San José, en Barranquilla.
En el Liceo Nacional de Zipaquirá, cerca de Bogotá, escribe para el periódico del centro y en 1944 publica «Canción» en el suplemento literario «El Tiempo».
Por aquella época conoce a la que sería su esposa, Mercedes Barcha, en un viaje a Sucre -se casarían en 1958 y tendrían dos hijos, Rodrigo y Gonzalo- y se matricula en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Bogotá.
Pero sus dotes creativas le llevaron a dejar la carrera de Derecho y a centrarse en la literatura y el periodismo, en El Universal de Cartagena, donde empezó a colaborar en 1948.
Mientras, ya había publicado su primer cuento, en 1947, «La tercera resignación», y preparaba la que sería su primera novela, «La hojarasca», que aparecería en 1955.
Trabajó en Barranquilla en «El Heraldo de Colombia», fue redactor jefe de «El Nacional» y siguió en «El Espectador» de Bogotá y en la agencia cubana Prensa Latina, como enviado especial en Europa -donde aprovechó para asistir al Centro Experimental de Cinematografía de Roma- y corresponsal en Nueva York.
En 1959 impulsó la revista «Crónica», símbolo del llamado «Grupo de Barranquilla», que marcó a mediados del siglo XX la cultura colombiana y del cual Márquez es el único superviviente. Y en 1961 se trasladó a México, donde trabaja en revistas de poca importancia y publica su segunda novela, «El coronel no tiene quien le escriba». Además el manuscrito de «La mala hora» gana un premio literario en Bogotá y empieza a trabajar en «El otoño del patriarca».
En aquella época se relaciona con autores como Carlos Fuentes, Juan Rulfo, Fernando Benítez, Manuel Barbachano o Carlos Monsiváis y trabaja más intensamente como guionista cinematográfico en, por ejemplo, «Tiempo de morir», realizado por Arturo Ripstein.
Pero esa labor le sirvió para convencerse de que debía centrarse en la literatura y en 1965 se dedica a terminar «Cien años de soledad», a la que dedica casi dos años y que se publica en junio de 1967, con un éxito inmediato.
Entre 1967 y 1973 vive en Barcelona, muy cerca de la casa de su amigo Mario Vargas Llosa, con quien rompió toda relación en 1976 tras un puñetazo que le propinó el peruano por causas que aún hoy, 38 años después, se desconocen.
Su faceta como escrito culminó en 1982 cuando le concedieron el Premio Nobel «por sus novelas y relatos cortos en los que lo fantástico y lo real se combinan en un universo ricamente compuesto de imaginación que refleja la vida y los conflictos del continente americano».
Y más allá de su faceta de escritor, García Márquez siempre se significó mucho políticamente y sus ideales de izquierda le causaron problemas con las dictaduras de Laureano Gómez y Gustavo Rojas Pinilla.
Con la presidencia de Julio César Turbay Ayala (1978-1982), fue acusado de colaborar con la guerrilla M19 y se exilió a México (1981-1983). Regresó a Colombia durante la presidencia de su amigo Belisario Betancur (1982-1986). También fue destacada su amistad con Fidel Castro.
A lo largo de su vida no paró de recibir homenajes, aunque el año mas especial fue 2007, cuando por su 80 cumpleaños, el 40 aniversario de «Cien años de soledad» y los 25 del Nobel, honraron su figura la Casa de América de Madrid y sendos Congresos de la Asociación de Academias de Lengua Española (Medellín) e Internacional de la Lengua Española (Cartagena de Indias).
«Vivir para contarla» es la autobiografía en formato de novela que el premio Nobel publicó en 2002, y en 2009 apareció la primera biografía «tolerada», escrita por el británico Gerald Martin y titulada «Gabriel García Máquez: Una vida».
El escritor superó dos cánceres, uno de pulmón que le fue extirpado en 1992 y otro linfático que le diagnosticaron en 2000 y por el que recibió sesiones de quimioterapia en Los Ángeles (EEUU), que debilitaron su salud.
Premiado y galardonado en múltiples ocasiones, García Márquez recibió entre otros galardones el Rómulo Gallegos (1972, por «Cien años de soledad»); la Legión de Honor francesa (1982); la Orden del Aguila Azteca (1982), y la Orden del Congreso de Colombia en el Grado de Gran Cruz con placa de oro (2007).
El escritor colombiano aseguró en 1994 no querer recibir el Premio Cervantes de Literatura, galardón al que era candidato.
Sus últimos libros publicados son «Memorias de mis putas tristes» (2004) y «Yo no vengo a decir un discurso» (29 octubre 2010), en el que recoge 22 de sus discursos para ser leídos en público.