Obama pide el fin de la violencia armada y el racismo
El presidente de EE.UU., Barack Obama, pidió el fin de la violencia armada y del racismo durante una emocionante elegía en la ceremonia de despedida del senador estatal Clementa Pinckney, fallecido en un tiroteo la semana pasada en una iglesia de la comunidad negra en Charleston (Carolina del Sur).
Cargado de palabras profundas y arropado por miles de feligreses, el mandatario no dudó en recordar que su país ha ignorado durante demasiado tiempo «el desastre sin igual» que causa la violencia armada, como la masacre ocurrida en esa ciudad que acabó con la vida de otras ocho personas, además de Pinckney.
El homenajeado, a quien Obama conoció hace varios años, comenzó su carrera dentro de la iglesia metodista a los 13 años, para ser nombrado pastor a los 18 y ser elegido miembro de la Cámara de Representantes de Carolina del Sur con apenas 23.
En el acto, celebrado en un estadio de Charleston, Obama aprovechó su intervención de despedida del también reverendo afroamericano para hacer un apasionado llamamiento a que Estados Unidos se enfrente a la violencia armada y al racismo que vive su sociedad.
«Durante demasiado tiempo hemos estado ciegos sobre el desastre sin igual que inflige la violencia armada a esta nación», dijo el mandatario entre los aplausos de los asistentes al funeral, que rozaban los seis millares de personas.
«La gran mayoría de los estadounidenses, la mayoría de los propietarios de armas, quiere hacer algo al respecto. Hagamos esa elección moral de cambiar las cosas si eso salvará al menos una vida preciosa, y expresaremos así la gracia de Dios», añadió.
El presidente insistió en que solamente «de vez en cuando» el país abre los ojos, cuando ocurren matanzas como la de Charleston, o la que conmocionó al país en 2012 con la muerte de más de una veintena de niños en una escuela de Connecticut.
Tras hacer un recorrido por la vida de Pinckney y su labor como senador estatal y pastor de la iglesia, Obama insistió en que «sería una traición a todo lo que él representaba» que Estados Unidos se permita «volver a caer en un cómodo silencio».
«La historia no debe ser un arma para justificar la injusticia, sino un manual para saber cómo evitar repetir los errores del pasado», sentenció.
Asimismo, el presidente se refirió a la prevalencia de la bandera confederada en algunos edificios oficiales de ciertos estados, como el de Carolina del Sur, donde ocurrió la fatal masacre que acabó con la vida de Pinckney y la de otros ocho feligreses que asistían a una reunión en la histórica iglesia afroamericana en Charleston.
El mandatario no dudó en condenar el uso del símbolo, representantivo de aquellos que defendían la esclavitud durante la conocida como Guerra de Secesión, la guerra civil estadounidense que atravesó el país entre 1861 y 1865.
Aludiendo de nuevo a la «Gracia de Dios», Obama no dudó en calificar la bandera como un símbolo de «opresión sistemática y subyugación racial».
«Durante demasiado tiempo hemos estado ciegos ante el dolor que la bandera de la Confederación agitó en demasiados de nuestros ciudadanos. Al bajar esa bandera, expresamos la Gracia de Dios», agregó.
No obstante, el líder estadounidense también mostró optimismo al advertir de que los deseos del autor de los disparos de incrementar el odio con sus actos no se vieron cumplidos, sino que han causado una mayor solidaridad entre las comunidades de la ciudad.
En un inesperado cierre, el presidente concluyó su elegía cantando «Amazing Grace», un himno cristiano que realza la fuerza de la fe y que sirvió como conmovedora despedida a las víctimas de la matanza.