Todos se quejan de la organización, menos los directivos de Concacaf

La historia se repite una vez más, la competición de la Copa Oro en su decimotercera edición ha llegado a las semifinales envuelta en críticas hacia la mala organización y el pobre fútbol que se ha podido ver hasta ahora en el mejor torneo de selecciones de la Concacaf.



El último en levantar la voz con claridad y sin ningún tipo de diplomacia, como tampoco la tuvo anteriormente el centrocampista estadounidense Michael Bradley, fue el seleccionador de México, Miguel Herrera, a pesar que el combinado Tricolor llegaba a Atlanta clasificado como cuarto semifinalista del torneo.



Herrera se quejó de la logística del torneo con relación a lo que le toca a la selección de México, al sufrir desplazamientos permanentes, poco tiempo de descanso, mala coordinación en los vuelos de avión, con muchas incomodidades, poco espacio, y sin que puedan disponer de parte de su equipaje.



“Creo que México, que es en realidad el que llena los estadios, debería tener un trato mejor, no pedimos más que los demás, pero que la organización sea buena y responsable a la hora de favorecer nuestros desplazamientos, condiciones de entrenamiento y terrenos de juego”, señaló Herrera.



Nadie todavía se puede explicar, desde el punto de vista futbolístico, como se establecieron 13 sedes diferentes, 20 días de competición para un torneo con 12 selecciones y una primera ronda de grupos de 18 partidos, en los que sólo el que disputaron México y Trinidad y Tobago, empate a 4-4, generó algo de interés y emoción.



El resto de los partidos se convirtieron en una auténtica pesadilla de mal fútbol, que inclusive afectó a selecciones como México y Estados Unidos que son los claros favoritos a luchar de nuevo por el título de campeón del torneo que se han repartido en 11 ediciones y sólo la del 2000 fue para Canadá.



Ambas selecciones están clasificadas a las semifinales, con México que se enfrentará a Panamá y Estados Unidos que lo hará frente a Jamaica, en el Georgia Dome, de Atlanta.



Al igual que Herrera criticó a la organización a pesar que México está clasificado a las semifinales, más duro y claro fue Bradley, el capitán de Estados Unidos, que definió al torneo como “algo ridículo”, “sin sentido”.



El argumento de Bradley fue el mismo que el de Herrera, no tiene ningún sentido, ni lógica, el tipo de organización en cuanto a los viajes, los campos y los rivales.



“Digo esto con todo cariño, es un torneo ridículo. Los viajes, el tiempo entre cada uno de los partidos, el césped natural que se colocó sobre el sintético y los diferentes climas”, argumentó Bradley. “Todo eso ha sido un gran reto, pero la verdad es que el torneo necesita una buena organización”.



Bradley fue más categórico cuando se refirió a la calidad de los rivales y el formato del torneo que permite que un equipo como Cuba, con un sólo triunfo y un gol a su favor y ocho en contra llegase a los cuartos de final, donde, precisamente, Estados Unidos lo venció por 6-0.



“Con todo respeto es increíble que un equipo con ocho goles en contra y uno a favor se meta en cuartos”, subrayó Bradley. “No es la mejor manera de mostrar un torneo competitivo y de calidad”.



Mientras las críticas les llegan a la organización de todas las partes, ningún directivo de la Concacaf, hasta el momento, ha hecho comentario oficial al respecto, que valore el malestar que existe entre los jugadores y técnicos de los equipos y que piensan hacer de cara al futuro.



A pesar de su silencio, ya es sabido dentro de la Concacaf desde que se inicio el torneo, que la única manera de mantenerlo y que además deje muchos millones de dólares de ganancia es que el mismo se dispute en Estados Unidos, buscarle otra sede, como sucede con la Copa América, lo convertiría en deficitario.



Todo lo contrario de lo que sucede con la disputa en Estados Unidos y esté año también ampliado el tour a Toronto (Canadá).



Los datos oficiales ofrecidos por la Concacaf en cuanto a la asistencia que se ha dado en los 22 partidos disputados es de 719.472 espectadores, incluidos los 74.187 que vieron en el MetLife Stadium, de East Rutherford (Nueva Jersey), el partido de cuartos de final entre México y Costa Rica, de ahí el argumento de Herrera.



Los anterior significa un promedio de 32.703 espectadores por partido, que les ha tocado pagar un promedio de 100 dólares por entrada.



Ya se ha confirmado por parte de la Concacaf que las entradas para las semifinales están todas vendidas con más de 68.000 espectadores que llenaran las gradas del Georgia Dome.

Mientras que se espera que suceda lo mismo con las entradas para ver la gran final que se jugará el próximo domingo en el Lincoln Financial Field, de Filadelfia, que tiene una capacidad para 69.176 espectadores, y hasta el momento estos son los datos oficiales que ofrece la Concacaf, del resto, no hay comentarios.