Gobierno declara la batalla al creciente uso de heroína y opiáceos
El Gobierno delineó una estrategia para prevenir y tratar el creciente uso de heroína y otros opiáceos que han generado una “epidemia” en todo el país, además de hacer frente a nuevas drogas sintéticas y fortalecer los mecanismos de prevención de la adicción a narcóticos y medicamentos.
En un país donde las muertes por sobredosis han superado a los accidentes de tráfico y los homicidios como la principal causa de muerte violenta, la estrategia nacional de control de drogas para 2014 que presentó la Casa Blanca enfoca el problema como un asunto de “salud pública” y no solo de justicia criminal.
“No podemos resolver el problema de las drogas arrestando o encarcelando”, dijo el “zar” antidrogas, Michael Boticelli, en la presentación de la estrategia, elaborada anualmente y que evalúa el tráfico y consumo de drogas en el interior del país.
El Gobierno de Barack Obama, que ha centrado su estrategia nacional antidrogas en la prevención y el tratamiento, está “cada vez más preocupado” por la “epidemia” de adicción a analgésicos con receta que vive el país, y la “posible transición a la heroína” de muchos de los adictos a esos opiáceos, explicó Boticelli.
El pasado marzo, el secretario de Justicia de EE.UU., Eric Holder, ya alertó de que el aumento de muertes por sobredosis de heroína y analgésicos supone una “crisis de salud pública urgente”.
Aproximadamente 110 estadounidenses mueren cada día por sobredosis de drogas, y en 2011, los analgésicos con receta estuvieron relacionados con más de la mitad de esos fallecimientos, según datos del Gobierno citados por Boticelli.
Tras varios años de consumo más reducido después de su apogeo en las décadas de 1970 y 1980, la heroína ha vuelto a las calles de EE.UU. como alternativa barata y accesible a los analgésicos con receta derivados del opio, cuyo precio es mucho mayor y su acceso está mucho más restringido.
Un frasco de opiáceos como el OxyContin o Vicodin, que necesitan receta médica, puede costar unos 140 dólares, mientras que en las calles es posible obtener una dosis de heroína por menos de 10.
Para afrontar el problema, la estrategia busca ampliar el acceso al medicamento Naloxone, que permite revertir en el cuerpo el efecto de la sobredosis en casos de emergencia; además de aumentar la información al público sobre los riesgos de muerte por consumo excesivo de las sustancias y sobre cómo responder a una emergencia. Además, el Gobierno de Obama quiere trabajar con los estados para fomentar la aprobación de leyes conocidas como de “Buen Samaritano”, que dan garantías a los ciudadanos que duden si ayudar o no a un adicto que haya tenido una sobredosis por temor a ser procesados por posibles lesiones no intencionadas o por la muerte del sujeto.
Boticelli subrayó además que el impacto del abuso de drogas “va mucho más allá” de los costes que provoca en la vida de los adictos, dado que “destroza familias, atrae el crimen”, daña la economía y satura el ya “recargado” sistema carcelario de Estados Unidos, que concentra casi el 25 % de la población reclusa del mundo. Casi la mitad de los 219.000 presos federales del país “están condenados por crímenes relacionados con las drogas, y muchos sufren de problemas de abuso de sustancias”, explicó Boticelli.
Además, datos oficiales de 2007 “muestran que, en solo un año, el consumo de drogas costó al país 193.000 millones de dólares en gastos de salud pública, crimen y productividad perdida”, agregó.
“Esto demuestra que el consumo de drogas nos afecta a todos de una forma u otra, y tenemos una responsabilidad compartida de reducirlo”, aseguró Boticelli, que ha reconocido que él mismo fue adicto a sustancias no especificadas durante años.
El Gobierno confía en que la reforma sanitaria aprobada en 2010, que exige que las empresas y aseguradoras incluyan en sus planes de cobertura a personas con problemas de drogadicción, aumente considerablemente el acceso a tratamiento de los adictos.
En 2012, de los 23,1 millones de estadounidenses de más de 12 años de edad que necesitaban ayuda por el consumo de alcohol o drogas ilícitas, solo 2,5 millones recibieron tratamiento.
Entre sus más de cien acciones previstas para este año, la estrategia presentada hoy incluye por primera vez un plan de acción para combatir “la amenaza de nuevas drogas sintéticas, como las ‘sales de baño’, el ‘K-2’ y el ‘Spice’, que han emergido en comunidades de todo el país”, según indica el documento. De forma paralela a su acción a nivel nacional, Boticelli se comprometió a seguir trabajando para “desmantelar las organizaciones criminales” que trafican con droga y generan violencia en todo el continente americano.