La angustia de elegir entre el miedo en Centroamérica o ser deportado

Entre el yunque de las pandillas y el martillo de las leyes migratorias de EE.UU. miles de menores centroamericanos indocumentados recuerdan el miedo por el que decidieron emigrar y, por ello, temen ser deportados.



Uno de estos casos de angustia es el de un joven procedente de Honduras que se hace llamar “Milton” por miedo a posibles represalias.

“Ellos (los pandilleros de la Mara Salvatrucha) sí me golpearon y todo eso; pero digo yo, con que esté con vida es suficiente”, contó con resignación “Milton”, de 17 años.



“Yo me vine huyendo de eso, de las pandillas, porque digo yo, qué voy a estar haciendo aquí (Honduras) sabiendo que en cualquier rato me van a matar”, declaró en entrevista conjunta con su madre, que también quiso mantener el anonimato.



Este adolescente es uno de los cerca de 57.000 menores indocumentados sin acompañante que la Oficina de Protección de Aduanas y Fronteras (CBP) ha detenido por cruzar ilegalmente la frontera desde el inicio del presente año fiscal, que comenzó el 1 de octubre de 2013.



En este periodo, según estadísticas oficiales, los agentes de CBP han detenido a 16.546 procedentes de Honduras, 14.086 de Guatemala y 13.301 de El Salvador.

Esta avalancha ha obligado a la Casa Blanca a crear albergues improvisados para alojar a estos miles de menores y modificar su agenda en política migratoria.



El presidente, Barack Obama, convocó a los presidentes de Guatemala, Otto Perez Molina; Honduras, Juan Orlando Hernández; y El Salvador, Salvador Sánchez Cerén, para conversar sobre la llegada masiva de niños centroamericanos a la frontera sur.



“Los pandilleros que quieren matar a mi hijo son los mismos que mataron a mi papá y a otros señores en 2005”, reveló “María”, quien supo que “Milton” emprendió viaje con unos pocos centavos después de una paliza que le propinaron pandilleros de la Mara Salvatrucha (MS).



Tras llegar a EE.UU., “Milton” estuvo un mes retenido en un centro de detención tejano y en un albergue en Tucson (Arizona), en donde otros menores, algunos víctimas de extorsión, le contaron sus historias de sufrimiento debido a las pandillas MS y Mara 18.

“Si los niños fueran deportados dirían que dieron todo por venir a este país, pero su vida no valió nada”, consideró “Milton”.



“Karen Elizabeth” es otra joven hondureña que vivió una experiencia similar a la de “Milton”. Al cruzar la frontera se entregó a la Patrulla Fronteriza en Texas y, después de estar detenida casi un mes en el albergue para niños inmigrantes de la base naval de Oxnard (California), se reunió con su madre hace tres semanas.



“Los peligros que corren las señoritas en Honduras son ser abusadas o secuestradas para meterlas a la prostitución”, dijo “Karen Elizabeth”.

“A los varones los secuestran o los fuerzan a pertenecer a las pandillas, intimidándolos o les meten mucho miedo, haciéndoles creer que les van a hacer algo a sus familiares”, contó.



“María del Carmen”, madre de la menor, explicó que decidió que su hija emigrase después de saber que un menor de su vecindario murió después de un asalto sexual cometido en represalia por una pandilla.



“Si eso le pasó a un varón, a una niña qué no le pueden hacer”, se cuestionó “María del Carmen”, quien se acongoja al escuchar a los políticos estadounidenses que piden la deportación de los menores.



“Estos niños sufren para llegar hasta donde están y que después los deporten para el lugar donde están arriesgando su vida, donde las maras los secuestran y, aunque no quieran, los obligan a cometer delitos”, explicó la madre quien recibe orientación legal por la organización Hondureños Unidos de Los Ángeles (HULA).



El presidente de HULA, Leoncio Velásquez, dijo que por “la descomposición social” en Centroamérica los menores emigran y “las autoridades aquí los tratan como animales”.



“Igual como se les ayudó a otras comunidades con crisis humanitarias como los huérfanos de Europa de la Segunda Guerra Mundial lo justo sería que EE.UU. ayude a estos niños centroamericanos que están llegando por el terror a morir”, apuntó.