Alertan sobre magnitud de los trabajos forzados

Aunque el tráfico y contrabando de personas obligadas a trabajar contra su voluntad ocurre en “todo el país”, el desconocimiento sobre la realidad del problema impide que tanto el público en general como las mismas autoridades reconozcan este crimen, según un nuevo reporte.



Los autores del informe, un documento de más de 300 páginas preparado por la organización no lucrativa Urban Institute y la Universidad Northwestern que examina 122 casos de trabajos forzoso e incluye entrevistas con 28 víctimas, consideran que, teniendo en cuenta los centenares de personas que denunciaron su situación tras escapar, podría haber miles de casos en el país.

Por ello, buscan alertar a la sociedad y las fuerzas del orden sobre los métodos de reclutamiento, captura y transporte ilegal de personas.



“Se cree que muchas de las personas sometidas a trabajos forzados llegan al país sin autorización, pero no es así. El 71 % de los trabajadores forzados entra Estados Unidos con una visa temporal válida”, explicó Meredith Dank, una de las autoras del análisis.



La mayoría de esas personas llegan en avión y con visas H-2A para trabajos agrícolas o con visas H-2B para trabajos en hoteles, construcción o restaurantes. Poco más del 30 % proviene de América Latina, el 25 % del sudeste asiático, otro 16 % del resto de Asia y casi un 10 % de dentro de Estados Unidos, estimaron.



“Se cree que los criminales someten a las personas por medio de fuerza física o abusos, pero en realidad la coerción, el fraude y la manipulación psicológica y emocional, como dejar a la persona aislada, desorientarla o privarla de sueño, son técnicas mucho más comunes”, agregó Dank.



Este estudio, el primero que estudia el trabajo forzado en varias industrias y no sólo los tradicionales casos de tráfico humano y de “esclavos sexuales”, señala que la investigación de denuncias no es una prioridad ni para las agencias de seguridad locales ni federales, más centradas en el “tráfico sexual”.



Asegura además que debido a que los criminales controlan no solamente los salarios de las víctimas, sino también su alojamiento, comida, transporte y documentos, el 69 % de las víctimas que logran escapar de sus captores descubren que, aunque ingresaron legalmente al país, su visa ya se venció y ahora están ilegalmente en Estados Unidos.



Por eso, las víctimas “están escondidas a la vista de todos”, comentó Dank, por lo que “ni siquiera sabemos dónde mirar” para detectar casos de tráfico humano o de trabajo forzado.



Según la experta, a pesar de la magnitud y de la realidad del problema resulta difícil determinar si una persona es víctima de trabajo forzado, porque “las señales nunca son claras”.



Para Fernando Feliú-Moggi, profesor de español en la Universidad de Colorado y productor de documentales sobre inmigración, la “experiencia traumática” por la que pasan esas personas las lleva a crear “un discurso aparentemente incoherente” y “marcado por la frecuente repetición de imágenes” sobre lo que les sucede o sucedió.

Por ello, dijo que es difícil entender ese discurso porque se lo percibe como carente de lógica, lo que desemboca en la marginalización social de la víctima.



“Combatir el tráfico de trabajadores será un desafío”, pero, dijo, “ya es hora de cerrar las rutas que alimentan a este sistema de esclavitud moderna”.