52 años trabajando en la construcción
José Pedro Evangelista, originario de Iztapalapa, delegación de México D. F. es posiblemente el jornalero que más años tiene trabajando en la industria de la construcción, lleva ya 52 años dándole al ladrillo y al cemento y aún tiene para rato.
De eso puede dar fe su paisano Gumercindo Elías, amigo de la infancia de su ciudad natal, quien sostiene que “ él comenzó primero que yo pegando tabiques, y se veía que le gustaba el trabajo”
Don Evangelista vive en Passaic y tiene actualmente 63 años de edad, empezó a trabajar a los 11 años luego que su padre, José Evangelista de Jesús, ante la negativa de su hijo a asistir a la escuela lo llevó a que aprenda a pegar tabiques.
“No me gustaba la escuela, pero me gustó el trabajo, sobre todo me gustó ganar dinero,” dice el paisano.
Desde el año 2002 dejó de ir a la Dayton Avenue, en Passaic, lugar donde los jornaleros locales acuden a que los “levanten” los contratistas de construcción, ahora sólo toma trabajos de manera particular: los referidos y las recomendaciones de sus clientes le bastan.
Los encargos que le hacen mayormente son los de hacer pisos, colocar azulejos en los baños, instalar “Sheetrock” o paredes de yeso y cartón en interiores, pisos de madera o reparaciones de techos.
También alternaba los trabajos de construcción con otros “laburos”: durante nueve años hizo de todo en una empresa de jardinería hasta que en el 2011 lo despidieron. Inmediatamente volvió a la construcción a tiempo completo y, a los 60 años, aprendió una nueva habilidad: manejar el martillo neumático, para romper pisos.
El secreto de su vitalidad parece comenzar en la longevidad familiar, su padre murió a los 99 años y su madre a los 76, y a un ritmo de vida sana: duerme todos los días a las nueve de la noche, no bebe ni fuma, come saludable y hace ejercicios cuando no trabaja.
“Sólo trabajo de lunes a viernes, los fines de semana los dedico a mí persona, a divertirme sanamente, a distraerme, porque todo no es trabajo en ésta vida. Y cuando no trabajo corro en el parque de la 11 de Passaic,” dice Evangelista.
Su experiencia le permite aconsejar a los compañeros de labores, para que ahorren su dinero y no desperdicien su vida.
“Yo les digo que no anden en los vicios, que se alimenten bien que ganar los chavos está pesado. Aquí lo que interesa es trabajar, andar con vicios no está bien. Para tener vicios no hubieran salido de su país,” le suele decir a sus amigos.
Después de haber trabajado 14 años en La Unión Americana y 38 años en México ya está pensando en retirarse a sus cuarteles de invierno.
Para el 2017, ya con sus ahorros en la alforja, espera poder abandonar Nueva Jersey y regresar a la delegación de Iztapalapa en México, para ampliar el negocio de compra y venta de cosas usadas que tiene allá con su hijo José Pedro.
“Fíjese que antes mi esposa, Enriqueta Sánchez Monroy, llevaba cosas de aquí para México y nos iba bien, pero desde que falleció en el año 2006 ya no hay quien lleve porque las agencias cobran demasiado y no es negocio. Ahora sólo vendemos lo de allá,” precisa el paisano.