Cambia el alcohol por agua
Hugo A. es un activista mexicano que quiere ayudar a otros a escapar del alcoholismo, el mismo es un ejemplo: bebió durante 14 años interrumpidos y gracias a un enorme acopio de voluntad pudo salir del submundo de los alcohólicos.
De esa época le quedan huellas en el cuerpo, como problemas en la piel que lo han “despintado”. Eso le recuerda a menudo su pasado.
Pero asegura que lo que lo llevó al extremo fueron 99 días de beber sin parar.
“Recuerdo muy bien que comencé con cerveza tapada luego Ron Bacardí, tequila Don Pedro y termine pidiendo limosna para tomar pulque y mezcal,” dice Hugo. “Uno empieza con trago fino y cuando falta el licor da lo mismo gasolina que petróleo”.
Dice que es una etapa de su vida que dejó atrás con mucho esfuerzo. Las lágrimas de su esposa, y la tristeza de sus siete hijos, que lo encontraron en la calle oliendo a chivo viejo, hablando solo y con las ropas desgarradas, lo empujó a buscar ayuda para salir del hoyo.
Se acuerda bien de la fecha que decidió dar el giro: el 5 de mayo de 1986, Ese día acudió a un grupo de alcohólicos anónimos y allí le dijeron lo que había que hacer.
Dos años más tarde decidió buscar el sueño americano, para darle una vida mejor a su familia. Trabajando duro, y sin beber, logró traer a seis de sus hijos a La Unión Americana, sólo una hija le quedó en México pero ella logró estudiar con su ayuda y ahora trabaja en un hospital azteca.
Ahora para celebrar la sobriedad solamente bebe agua. Y participa de voluntario del Grupo Manantial de Vida que ayuda a los latinos a dejar la bebida y se concentren en alcanzar una vida mejor.
“La principal razón por la que mis paisanos beben, al menos en los que atendemos nosotros, es la soledad. Lejos de la familia, a veces sin trabajo, a veces la esposa los dejó entonces se resienten, se frustran y encuentran equivocadamente una compañía en la bebida,” externa.
En su organización alrededor de 100 personas asisten cada mes buscando una puerta a la esperanza. No todos lo consiguen a la primera, tienen que luchar mucho consigo mismos, dice.
Actualmente Hugo trabaja como operario de una máquina de pegar grapas en las cajas, en la factoría President Container Club y pide a los paisanos que reflexionen acerca del problema de la bebida en sus vidas pero sobre todo que acudan en busca de ayuda para abandonar ese vicio.
“Pueden ir a una organización de alcohólicos anónimos y también buscar ayuda profesional gratuita, con sicólogos o siquiatras, todo es importante, sin ayuda no podemos salir de ese hueco,” finaliza Hugo.