Hispano con epilepsia pide ayuda a comunidad
Santos López, salvadoreño, salió en libertad luego que su hermano pagara una fianza de 2,500 dólares después que un pre-ataque de epilepsia le obligara a parquear el carro que manejaba y la policía lo llevara preso.
Ello ocurrió el primero de noviembre en la ciudad de Rigsfield pero la policía local le impuso tres multas, porque supuestamente manejaba en ebriedad, pero López insiste que no manejaba ebrio y que no fue sometido a la prueba de alcohol por el oficial a cargo.
Otra de las multas le ha sido impuesta por manejar con la licencia de conducir vencida.
El caso es que el salvadoreño ha postergado su presentación en corte fijada para el 18 de noviembre pasado porque no tiene empleo por la enfermedad que padece y que le impide trabajar con normalidad.
“Sufro de tumores cerebrales que me ocasionan la epilepsia, apenas puedo hacer trabajos de part-time, ojala me puedan ayudar“ dice el inmigrante.
El primer ataque lo sorprendió hace tres años y le complicó la vida.
Con documentos médicos en mano del Jacobi Medical Center de El Bronx, adonde fue transferido desde Englewood para tratamiento especializado, dice que toma dos veces al día el fármaco Levetiracetam de 500mg y Doc Q Lace de 100mg, para los ataques y la digestión, respectivamente, que le proporciona el seguro, por lo que no necesita ayuda para medicinas.
El tipo de ayuda que requiere es legal, porque quiere ir a su próxima corte bien representado, pero no tiene dinero para pagar abogado, por lo que solicita públicamente un letrado que tome su caso pro-bono.
Su caso tiene una arista que lo jala para el departamento de inmigración de los Estados Unidos, porque se le venció la licencia de conducir del estado de Nueva Jersey, debido al vencimiento de su permiso de trabajo.
“Enfermo y sin trabajo no pude pagar los 380 dólares que cuesta el trámite de renovación del permiso de trabajo” dice López.
López se casó en el año 1999 y desde allí inició el proceso de adquisición de la residencia. Alega que tiene tres hijos nacidos en suelo estadounidense y otro nacido en El Salvador.
Pero por razones no muy claras de su vida, aún no concluye el proceso y solo tiene el permiso que debe renovar cada dos años.
De manera que también necesita de la mano de un abogado de inmigración o de una organización sin fines de lucro que lo ampare y lo saque del limbo en que esta viviendo.
Por el momento trabaja en una gasolinera cerca de su casa en Fairview, en una jornada de tiempo parcial. Espera que la colaboración de la comunidad y organizaciones pro inmigrantes le puedan ayudar a salir de sus problemas legales. Los interesados en ayudar al hispano pueden comunicarse con este periódico.