El Colegio Electoral, un viejo método para elegir al presidente

Aunque la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump compiten para ganar el voto popular en los comicios del 8 de noviembre, la elección del presidente recae en el Colegio Electoral, un sistema con 229 años de historia.

Los votantes, pues, no eligen directamente al cuadragésimo quinto presidente de la nación, sino que delegan esa función en 538 compromisarios o electores que, en su nombre, votarán en los 50 estados del país y el Distrito de Columbia (sede de la capital).

El Colegio Electoral, que también escoge al vicepresidente, fue creado en 1787 por los autores de la Constitución, tras descartar la elección directa por voto popular con el fin de proteger a los estados pequeños ante el poder de los grandes.

El número de electores de cada estado es igual al número de sus senadores más el número de sus representantes. Así, el total de compromisarios asciende a 538, equivalente a los congresistas de la Cámara de Representantes (435), los legisladores del Senado (100) más los tres delegados que aporta el Distrito de Columbia.

Por tanto, Clinton y Trump necesitan una mayoría de 270 votos para ganar las elecciones presidenciales.

Entre los estados con más votos electorales destacan California (55), Texas (38), Florida y Nueva York (29), Pensilvania e Illinois (20) y Ohio (18).

La gran mayoría de los estados (48) otorga sus votos electorales al aspirante que se adjudica la mayoría absoluta de los votos populares (de los ciudadanos). Las excepciones de esta regla son Maine y Nebraska, que reparten los votos del Colegio Electoral mediante un sistema de representación proporcional.

En general, el ganador del voto electoral suele coincidir con el vencedor del voto popular, aunque cuatro presidentes han sido elegidos tras perder en cuanto a número de votos en las urnas:

– En 1824, John Quincy Adams recibió unos 38.000 votos menos que Andrew Jackson, pero se hizo finalmente con la Casa Blanca.

– En 1876, Rutherford B. Hayes ganó en el Colegio Electoral por un solo voto, pese a salir derrotado por Samuel T. Tilden por unos 264.000 sufragios populares.

– En 1888, Benjamin Harrison se impuso en el Colegio Electoral por 65 votos, si bien perdió frente a Grover Cleveland en las urnas.

– En 2000, George W. Bush perdió el voto popular frente a Al Gore por un 0,51 por ciento, aunque acabó venciendo por 271 votos electorales frente a los 266 de su adversario.

En caso de empate o de que ningún candidato obtenga la mayoría de votos electorales, la decisión de elegir al presidente pasa a la Cámara de Representantes, donde cada delegación estatal dispone de un voto. El mismo proceso se aplica a la elección del vicepresidente en esa situación, pero la selección corre a cargo del Senado.

Sólo dos presidentes han sido elegidos por la Cámara Baja:

- En 1801, Thomas Jefferson derrotó a Aaron Burr tras 36 votaciones seguidas.

- En 1825, John Quincy Adams venció a Andrew Jackson en la primera votación.

Estados Unidos es, por tanto, el único país que elige un presidente con poder político mediante un colegio electoral y el único también en el que un candidato puede alcanzar la jefatura del Estado sin lograr el mayor número de votos populares, una particularidad criticada por expertos que atribuyen al sistema un déficit democrático.

El Colegio Electoral nunca celebra una reunión como cuerpo. El lunes que sigue al segundo miércoles de diciembre (este año sería el día 19 de ese mes), los compromisarios -nominados por los partidos políticos- se reúnen en los parlamentos estatales para emitir oficialmente su voto para elegir al presidente y al vicepresidente.

Los estados envían después los votos certificados al Senado, donde se ordenan -sin abrirlos- por orden alfabético y se depositan en dos cajas de caoba especiales.

Se puede dar la circunstancia de que surjan electores desleales, es decir, que bien no votan por el candidato de su partido de acuerdo con el resultado de la elección popular y la distribución del voto electoral en su estado, bien no votan por ningún aspirante.

Hasta la fecha, ningún compromisario “infiel” ha cambiado el resultado de unas elecciones presidenciales en este país.

El 6 de enero, el Congreso de EEUU se reúne en una sesión conjunta para contar los votos guardados en las cajas de caoba, que dos ujieres del Senado colocan en una mesa ante los representantes y senadores, y declara a los ganadores de las elecciones.

Ya el 20 de enero, día de la investidura presidencial, el presidente y el vicepresidente electos juran y toman posesión de sus cargos en el Gobierno de Estados Unidos.