Ex pandillero advierte a jóvenes: !No vayan por el mal camino!

Fue pandillero, adicto y bebedor, ahora su vida transcurre por otros carriles. Habla que los días en prisión son largos y duros: y que los tatuajes en el cuerpo deben hacerse responsablemente.

Samuel Sánchez, de 48 años, está en “parole” o libertad condicional de por vida, cada 15 días tiene que someterse a las pruebas de alcohol y drogas para constatar que está limpio, pero considera que es una molestia muy pequeña comparado con la tranquilidad que tiene ahora.

Del pasado solo le queda el hábito del cigarrillo.

Pasó 21 años en prisión, entre otras cosas por apuñalar a su mujer, después volvió con ella y al tiempo se separaron definitivamente, ahora, dice que ha cambiado.

Mi vida, sostiene en una entrevista a Reporte Hispano, a la sombra de un árbol, en el “Parque de la 11” de Passaic, ha sido desordenada no se la recomiendo a nadie. Ahora, insiste, tengo una bonita familia que quiero conservar.

“Lo mejor que recomiendo a los jóvenes es que piensen en la familia, en los estudios. Las drogas y el alcohol no te hacen ni mas hombre ni menos hombre” continúa. “Deben seguir estudiando, enfocándose en cosas positivas. Todo lo negativo te hace daño a ti mismo. No lo olvides. No desperdicies tu vida. Yo desperdicié la mía”.

Para Sánchez la prisión, encerrado entre cuatro paredes “sometido a gente que tiene menos cerebro que tú” es lo peor que le puede pasar a un ser humano.

Llegó a Nueva Jersey en 1984. En esa época Rubén Blades todavía sonaba en la radio y se bailaba en las discotecas la canción “Pedro Navaja”, el gamberro de sombrero de ala ancha, cayendo de medio lado, que trata de acuchillar a una mujer pero ella se le adelanta y lo ultima con una pistola que llevaba en la cartera.

Y, claro está, era una época en la que reinaba la prostitución en las calles, las drogas invadían los vecindarios y se bebía en las aceras o los autos.

Nacido en San Germán, Puerto Rico, llegó a los 15 años a trabajar en la agricultura en Bayland, Condado de Ocean, pero el trabajo no era lo suyo, reconoce.

Se metió de lleno al alcohol y las drogas. Lo echaron del trabajo y se fue a vivir a Filadelfia. Vivía como desamparado. Luego se mudó a Camden, allí vivió hasta 1987. Ese año regresa a Puerto Rico.

En 1989 cayó preso, el cargo fue violencia doméstica. Cumplió condena de seis meses.

En 1990 se casó, al poco tiempo tuvo su primer hijo. No duro mucho: volvió a las drogas, y las gangas y cae preso nuevamente. Salió libre en 1991.

En el 1993 vuelve a pisar suelo falso: apuñala a su esposa. Lo sentencian a cinco años y seis meses de prisión. En diciembre de 1997 sale de prisión y regresa a Nueva Jersey, a la ciudad de Jersey City.

Al poco tiempo la calle vuelve a llamarlo, delinque y lo meten en prisión. El 2005 sale en libertad. El 2009 vuelve a reincidir y nuevamente regresa a prisión. El año 2010 salió con libertad condicional de por vida.

Ahora, ya en libertad, tiene empleo en una factoría y tiene un “part-time” con la ciudad de Passaic: le dan cinco horas diarias para pintar calles y puentes y lo han vuelto a contratar.

“Voy todos los sábados a programas de rehabilitación de drogas y alcohol. Mi vida ha cambiado. Me siento alegre. Contento. Quiero cambiar y lo estoy haciendo,” dice Samuel.

El alcalde de la ciudad de Passaic Héctor Lora, confirmó que le ha renovado la oportunidad de integrarse a la sociedad.

Lora agregó que el caso de Sánchez lo inscribe dentro de un proyecto mas amplio.

“Es parte de una iniciativa a nivel estatal que vengo trabajando con alcaldes y legisladores para alejar a los jóvenes de las pandillas. Próximamente comunicaré más detalles,” dijo.

Finalmente, Sánchez, descubre su camisa y muestra diversos tatuajes. Desde hace 20 años se dedica a ese arte, pero no lo recomienda a los jóvenes y a los adultos le dice que se lo apliquen privadamente, que no se los pongan en lugares que el público los pueda ver, porque puede ofender a otras personas, y le puede traer problemas para conseguir trabajo.