Interior de Puerto Rico intenta a duras penas recuperar la normalidad

La población de Jayuya, en el corazón de Puerto Rico, es un ejemplo de los municipios del interior de la isla que más dificultades presentan para recobrar la normalidad tras el paso del huracán María por la isla, cuyas infraestructuras quedaron devastadas.

Y es que en la llamada “Ciudad de la Tierra Alta”, en la que residen alrededor de 16.500 personas, cientos de viviendas -en su mayoría con techos de madera o zinc- se destrozaron, al igual que un par de carreteras y puentes que conducen a zonas remotas que solo se pueden llegar caminando.

“Tenemos acceso, pero hay sitios que están remotos”, dijo el director de la Agencia Estatal para el Manejo de Emergencias y Desastres (AEMEAD) de Jayuya, Edilberto Santiago, al general José Reyes, de la Guardia Nacional de Puerto Rico, en una visita al pueblo montañoso para llevar agua y comida.

La carretera 143 que conduce al Bosque Estatal Toro Negro, la 140 y la 613 que llega a los sectores Tetuán I, II y III, donde se quedaron unas 300 familias incomunicadas, son las más afectadas del municipio, conocido también por su siembra de café y la ubicación del globo aerostático más alto del mundo sobre el nivel del mar.

La destrucción de las carreteras y los puentes ha acotado la entrega de suministros por tierra, por lo que brigadas de ayuda del Municipio de Jayuya, administrado por Jorge González Otero, han tenido que hacerlo caminando.

Estos ciudadanos de estas áreas remotas, no obstante, según afirmaron González Otero y el director de la AEMEAD de Jayuya, Santiago, prefieren quedarse en sus residencias y no ser rescatados por las autoridades por defender su terruño.

“Son personas de campo, campo, campo que no quieren salir”, afirmó Alexis Bonett, director del Departamento de Obras Públicas de Adjuntas.

Ante esto, el general Reyes indicó que enviará un sargento y alrededor de una docena de oficiales militares a permanecer en Adjuntas por al menos una semana para ayudar en cualquier situación que se necesite, entre ellas, limpieza de carreteras, repartición de bienes y suplir agua.

“Categóricamente, en proporción de escombros, en comparación con Georges, esto es tres veces peor”, aseguró Santiago sobre la diferencia entre el impacto del huracán Georges en 1998 y María el pasado 20 de septiembre.

Asimismo, a pesar de que las autoridades, como hicieron el Municipio y el Ejército de Estados Unidos, encabezado por Jeffrey Buchanan, al frente de las operaciones militares para la recuperación de Puerto Rico, llevaron agua y comida a las comunidades, los residentes prefieren que les lleven arroz.“Todo viene en ‘potería’, pero aquí lo que la gente pide es arroz. Tengo las frutas, el pollo y el agua, pero lo que la gente quiere es arroz”, afirmó Santiago.

El funcionario dijo además que alrededor de un 15 % del municipio se abastece con agua potable, pero que si la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados les cumple con los siete generadores de electricidad que les pidieron, “podemos llegar al 100 %”.

El suministro de agua, mientras tanto, ha sido uno de los servicios más limitados para servirle a los ciudadanos de Jayuya, pues el Municipio solo cuenta con un camión cisterna, según admitió su alcalde.

“Estamos haciendo de tripas, corazón. Tampoco podemos pedirle ayuda a otros pueblos porque están en las mismas”, contó González Otero, quien se encuentra en su sexto término como alcalde y habilitó un centro de distribución de alimentos aledaño a la estación de bomberos del pueblo.

González Otero hizo sus expresiones mientras llenaba con palabras de aliento a Vivian Pagán, de 58 años y residente en Jayuya “toda su vida”.

“No ha sido fácil. Hoy me trajeron agua porque ustedes vinieron, pero si después no hay, no me van a traer más”, sostuvo Pagán frente a su residencia, tras recibir asistencia de una oficial de FEMA para sus medicamentos de la tiroides y los nervios.

“Si todo el mundo cooperara, pues se podría establecer un poco más rápido, pero si siguen con políticas y cosas, las cosas serán más fáciles”, argumentó la madre de varios hijos residentes en los estados de Maryland y California y con quienes se ha podido comunicar solo un par de ocasiones.

“Dentro de todo, estoy bien. Mi hija me envió un paquete con ayuda, pero no ha llegado, y no puedo comprar mis medicinas porque no hay sistema para pagar con tarjeta”, añadió.

Del mismo modo se expresaron los ‘jayuyanos’ Lydia Medina y Zenaido López Jusino sobre sus experiencias durante y después del ciclón. “Eso fue demasiado, horrible, horrible. Gracias a Dios no nos pasó mucho a nosotros, pero en otros pueblos hubo mucho desastre, pero estamos bien, tenemos salud, no nos falta la comida ni el agua”, dijo Medina.

López Jusino, quien dijo que sobrevivió el huracán Santa Clara en 1954, contó que lo pasó “tranquilo” en su casa en el Barrio Memeyes, sector Vista Alegre.

“En la vida hay que cogerla tranquila, no desesperado. Yo nací en un tiempo que no había luz ni agua y que había que ir al pozo a buscar agua”, relató el hombre de 80 años.