Más de una bebida alcohólica al día aumenta el riesgo de mortalidad y cáncer
El riesgo de mortalidad y de desarrollar algunos tipos de cánceres aumenta en aquellas personas que toman más de una bebida alcohólica al día a lo largo de su vida, según un estudio publicado en la revista especializada PLOS Medicine.
Los investigadores analizaron si el peligro de mortalidad o de sufrir un cáncer difería entre las personas con diferentes cantidades de ingesta de alcohol a lo largo de toda su vida, utilizando datos de 99.654 personas de Estados Unidos.
El equipo liderado por Andrew Kunzmann, de la Universidad Queen’s de Belfast (Irlanda del Norte), estudió los casos de estas personas durante un promedio de 8,9 años, y el consumo de alcohol se midió a través de un cuestionario administrado entre 1998 y 2000.
Durante el estudio, se produjeron 9.559 muertes y 12.763 cánceres primarios entre los participantes.
Los analistas observaron la conocida como curva en J, muy habitual en medicina, que denota que la mesura y la prudencia es la opción óptima.
Así, en comparación con los bebedores ligeros (1-3 bebidas por semana), aquellos que consumían una bebida alcohólica a la semana (bebedores infrecuentes), además de los que tomaban entre 2 y 3 al día y más de 3 diarias registraron más fallecimientos durante el periodo estudiado.
Este hallazgo sugiere, según los autores, algún tipo de efecto protector del consumo leve de alcohol, particularmente en muertes por enfermedades cardiovasculares.
Por el contrario, el riesgo de cáncer y de mortalidad relacionada con esa enfermedad sí aumentó de manera lineal con el consumo de alcohol durante toda la vida.
Además, los bebedores ligeros de por vida tuvieron el menor riesgo combinado de mortalidad y desarrollo de cáncer.
“Este estudio proporciona una mayor comprensión de la compleja relación entre el consumo de alcohol, la incidencia del cáncer y la mortalidad por enfermedades y puede ayudar a informar las directrices de salud pública”, concluyeron los autores.
Proteína clave en tratamiento de alcoholismo
Un equipo internacional de científicos ha identificado un tipo de proteína que podría ser el blanco para el tratamiento del alcoholismo, según un estudio publicado por la revista especializada Science.
El análisis vincula los cambios moleculares en el cerebro con comportamientos que son centrales en la adicción, como elegir seguir bebiendo alcohol a pesar de ser uno consciente de que es malo para la salud.
Los investigadores de la Universidad de Linköping en Suecia desarrollaron un método en el que las ratas podían optar por presionar una palanca que les proporcionaba alcohol o por una que les daba agua con azúcar.
A pesar de que la mayoría de los roedores decidían la opción dulce, el 15 % de las ratas continuaron eligiendo alcohol, incluso cuando recibían una pequeña descarga eléctrica.
El comportamiento de las ratas que eligieron el alcohol tiene varias similitudes con los criterios de diagnóstico que se utilizan para la adicción al alcohol en los seres humanos, por ejemplo, el uso continuo a pesar de las consecuencias negativas.
“Tenemos que entender que una característica central de la adicción es que sabes que te va a hacer daño, incluso puede matarte, y sin embargo algo ha ido mal con el control motivacional y sigues haciéndolo”, apuntó el autor principal, Markus Heilig, profesor de la universidad sueca.
Para investigar el mecanismo detrás de los comportamientos similares de adicción, los investigadores midieron la expresión de cientos de genes en cinco áreas del cerebro.
Las mayores diferencias que encontraron fueron en la amígdala, que es importante para las reacciones emocionales.
En las ratas que eligieron el alcohol sobre el agua endulzada, un gen en particular se expresó a niveles mucho más bajos.
Este gen es el anteproyecto de la proteína GATA3, un prótido de transporte que ayuda a mantener bajos los niveles de la sustancia inhibidora de la señal de ácido gamma-aminobutírico (GABA) alrededor de las células nerviosas.
Para determinar si esa proteína tiene un papel importante en la dependencia humana del alcohol, el equipo de Heilig analizó junto a un equipo de la Universidad de Texas (EE.UU.) los niveles de GATA3 en el tejido cerebral de humanos fallecidos.
En individuos con adicción documentada al alcohol, los niveles de GATA3 en la región de la amígdala fueron más bajos que en las personas que no la tenían.
Heilig explicó que el relajante muscular baclofeno, un medicamento utilizado principalmente para tratar el aumento de la tensión muscular en ciertos estados neurológicos, suprime la liberación de la señal GABA.
“Actualmente estamos trabajando con una compañía farmacéutica para tratar de desarrollar una molécula de segunda generación como candidata a los medicamentos para el alcoholismo, que se dirige a esta vía de señalización”, concluyó Heilig.