UCMP: En tiempos de pandemia, la música debe continuar
Vicglamar Torres León / Especial para Reporte Hispano
Samuel Rangel tiene once años, como la mayoría de los niños, está metido de cabeza en los juegos de video. Sin embargo de lunes a miércoles por las tardes, no importa qué muñequito lo esté retando o entreteniendo desde la pantalla, salta como un resorte, monta su atril, coloca sobre él su lección y afina su instrumento, se alista para recibir su clase de violonchelo en línea, práctica rigurosa que ha mantenido el equipo de Union City Music Project desde que la pandemia por el Coronavirus cambió la cotidianidad de la humanidad.
Union City Music Project es una fundación sin fines de lucro que alberga a más de cien niños, quienes reciben una formación musical de manera casi gratuita y además demuestran sus avances en la materia en los conciertos que ofrecen sus orquestas de papel (conformada por los más pequeños); intermedia y avanzada.
Quien tenga la oportunidad de asistir a uno de sus recitales, sin duda, va a emocionarse al ver a estos pequeños -en su mayoría latinos-, provenientes de una comunidad de clase trabajadora, inundando el espacio con piezas tanto de compositores clásicos, como folclóricos.
Casi siempre, tras sus presentaciones los aplausos llueven, al punto de terminar en ovación, algunas lágrimas ruedan y la admiración vuela desde la audiencia hasta el escenario. Pero esto no se consigue en un trinar de dedos. El trabajo detrás de esos momentos mágicos es arduo. Son horas de clases, ensayos y una entrega incondicional al alumnado.
Union City Music Project ha alcanzado tal nivel de maestría gracias al esfuerzo del personal administrativo, sus docentes, los padres y representantes -y por su puesto y en un rol protagónico-, los niños. Desde que la organización fuera fundada en 2012, inspirada en el mundialmente reconocido Sistema de Orquestas de Venezuela, han coleccionado premios y reconocimientos. Y, el porqué ha ocurrido todo esto, ha quedado manifestado en la celeridad con que respondieron ante el cierre de todo, cuando la distancia social y el aislamiento tocó la puerta de la humanidad sin permiso.
Melody, mamá de Amara (13 años), violín; Aaron (10 años), viola y percusión y Alessandro -gemelo de Aaron- (10 años) percusión y xilófono.“Estar recibiendo clases en línea nos ha ayudado en nuestra dinámica familiar, verlos tan enfocados, sobre todo en estos tiempos tan difíciles nos ha ayudado a mantenernos saludables mentalmente a todos. El hecho de estar presentes en cada una de sus clases y ver cómo se aprenden cada canción es como ver que van armando un rompecabezas en cada clase y después de mucho esfuerzo y práctica van poniendo las piezas del rompecabezas juntas. Eso nos llena de satisfacción y esfuerzo. Estoy infinitamente feliz, bendecida y agradecida de que mis hijos formen parte de UCMP”.
Melina García, fundadora y directora ejecutiva del programa asegura que para ellos, “como organización, lo más importante es el bienestar y sano desarrollo de nuestros estudiantes. Tan pronto nos dimos cuenta que el cierre de las escuelas era inminente nos organizamos entre administración, maestros y padres para anunciar la continuación de las clases de manera virtual. La experiencia de hacerlo de esta forma ha sido bastante positiva. Logramos hacer la transición sin mayor percance. Nuestros maestros lograron adaptar sus métodos de enseñanza de inmediato y no hemos dejado de atender a nuestros estudiantes y familias. Para nosotros ofrecerles a nuestros niños un poco de normalidad y distracción ha sido prioridad”.
Es tanto el esfuerzo de Melina García y sus colaboradores de tratar de ayudar a los padres a mantener la normalidad dentro del caos, que incluso esta semana sumaron a las actividades en línea unas clases de arte manual, donde los niños entre cartulinas, crayones y materiales diversos dan rienda suelta a su imaginación, pueden hacerlo junto a sus padres y se alejan por un rato de aparatos electrónicos y televisores.
Los docentes, entre quienes se cuenta María Gabriela Figueroa, maestra de violonchelo, han disfrutado y se han adaptado junto a sus alumnos a las circunstancias actuales. “La experiencia grupal [clases en persona] tiene una dinámica completamente distinta. Hoy en día el elemento visual es el más importante. En lo personal, trato de hacerles un juego interactivo en el que ellos aprenden un poco de historia de la música y a la vez nos divertimos. Ellos mismos se ponen penitencias si pierden y gozamos un montón. Como profesora, me ha tocado trazarme nuevos objetivos. Voy al paso del estudiante y así como trato de cementar en ellos la rutina del estudio, también comprendo que toda esta realidad del Covid-19 ha sido una situación complicada y sumamente dura para algunas familias. Mi objetivo actual es que se mantengan motivados haciendo música y sigan alimentando su mente y su espíritu durante esta pandemia entendiendo que todo tiene un lado positivo”.
Kelly Tavera, mamá de Joshua (7 años), violín, violonchelo y clases de coro. “Estas clases en línea tienen procesos didácticos diferentes. Desde el proceso de abordar las clases hasta el uso de recursos gráficos. Siento que nosotros como padres hemos sido muy participativos en todo este proceso. La iniciativa de UCMP ha sido excelente. Ver a nuestro hijo ampliando sus conocimientos y su portafolio a nivel musical nos llena de orgullo.”
Para la comunidad de UCMP ha sido duro mantener ese positivismo ya que uno de sus miembros, Iván Osorio, padre de dos de los niños y parte esencial del equipo por su energía y su espíritu colaborador, perdió la batalla contra el virus. Tras varios días en el hospital y sin despedirse personalmente de sus familiares y amigos partió a escuchar a querubines y serafines haciendo música.
Sin embargo, el programa sigue de pie, levantando el ánimo de niños y padres y brindándoles un poco de estructura y normalidad dentro del caos de la pandemia.
Samuel Marchán, director artístico, miembro fundador y docente de UCMP, narra conmovido cómo se percató de que las clases de música en línea han sido un bálsamo para algunas familias a las que han ayudado a mantener un poco de calma.
Priscilla Santana, mamá de Sofía (11 años), trompeta y percusión.“A mi niña le encanta el programa. Creo que esto ayuda mucho a su salud mental. Tiene muchos amigos y las clases en línea de alguna manera mantuvieron la normalidad de nuestra dinámica familiar. Tiene una atención individualizada de su maestra y eso le ha permitido mantener un alto nivel de compromiso. Todos los maestros y en especial Melina tienen un corazón de oro.”
“Le di clases a una niña el otro día. Tuvimos que programar la clase en un horario especial debido al horario de su mamá, quien trabaja como enfermera. La verdad ese día yo estaba súper cansado porque había trabajado mucho, pero decidimos hacerlo. Al final de la clase, la señora me dijo ‘profe, usted no sabe lo que significa esto para mí. Paso todo el día en el hospital, viendo el dolor de los pacientes contagiados, la soledad de quienes no pueden ver a sus familiares. Corro todo el día atendiendo pacientes y llegar a mi casa y ver a mi hijita entusiasmada con sus clases, practicando, me devuelve el ánimo y la alegría’. Esas palabras para mí fueron muy valiosas, como un regalo”, dijo Marchán.
“Un niño siempre debe ser la inspiración de su maestro, su motivo de superación. En el programa [UCMP], tenemos niños con dificultades de aprendizaje y para nosotros su presencia dentro del programa es una bendición porque nos animan a crecer como maestros, como seres humanos. Además de darnos la satisfacción de verlos lograr objetivos porque la música tiene la capacidad de tocar todos los sentidos y las fibras más sensibles de las personas”.
Emily Ysacc, mamá de Athena Groover (10 años), violín.“Este es el tercer año de Athena en el programa y nos sentimos muy agradecidos por la gran labor de UCMP, sobre todo en este preciso momento donde todos hemos sido afectados. Seguir con las clases en línea ha permitido que los niños mantengan su rutina y por tanto su sanidad.
Comenta Marchán que a los pocos días del cierre del país ya ellos habían iniciado las clases virtuales y que eso se deriva del nivel de organización del grupo. “Nosotros mantenemos reuniones periódicas, seguimos un calendario académico. Lo que hicimos fue crear una agenda y un plan estratégico que nos permitiera seguir con el plan y nos adaptamos a él. Yo nunca había enseñado en línea, pero nos tocó reinventarnos. Hay un factor muy importante y es que la enseñanza jamás puede ser pasiva. Tuvimos que hacer uso de las aplicaciones en línea que te permiten una conexión colectiva y ver cómo disminuíamos la sensación de tener una barrera por aquello de que no estamos teniendo interacción personal. Eso, hemos tenido que minimizarlo. Adaptamos nuestras técnicas de enseñanza y tratamos de entender cómo nos ven los niños sin que nuestro ego interfiera. Sin duda, ha sido una hermosa y enriquecedora experiencia de la que lo más valioso que nos queda es el agradecimiento. En tiempos como éste uno se da cuenta lo maravillosa que es la vida y las múltiples cualidades que tiene el ser humano.”